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COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

Conciliación familiar… o hacer malabares desde el medio rural

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Victoria Fortuño y su pareja, con sus mellizos de cinco años.
Victoria Fortuño y su pareja, con sus mellizos de cinco años.
M.B. / S.E.

Hacer malabares podría ser una buena definición de “conciliación” para Victoria Fortuño. “Mis hijos son mellizos (no, nunca me aburro), tienen cinco años, y desde entonces mi vida laboral cambió por completo”, manifiesta esta madre, periodista, y que lleva los últimos meses levantándose a las tres y cuarto de la madrugada para volver a casa algunos días a las dos de la tarde, otros a las tres y media... “Invertir doce horas del día al trabajo y sus desplazamientos ha sido agotador. Sin embargo, acepté porque me dejaba la tarde libre (aunque cansada) para estar con ellos”.

El trabajo le hizo renunciar a despertarles y llevarles al colegio, “que es el momento del día que más me gusta porque están descansados y son muy creativos y espontáneos, muchas veces tampoco me aguantaba el cuerpo para llevarles al parque, a la biblioteca… casi ni para bañarles, hacerles la cena, leerles un cuento y echarles a dormir”, explica Victoria, recordando que, “todo el mundo que tiene niños por casa sabe que ‘la hora punta del hogar’ son las ocho de la tarde y en ese momento debía echarme a dormir, casi me da la risa a toro pasado. Aunque la pareja, como es mi caso, responde, y está allí para compartir tareas y la paciencia infinita que es necesaria para criar sin dramas”.

“Aun así, no llegamos. La verdadera ‘pata’ de la conciliación de este país que son los abuelos, siempre dispuestos, a la hora que sea, para lo que sea, los tenemos a una hora de distancia”, y entonces, ¿cómo se hace?, “la dichosa logística que casi siempre recae en los hombros femeninos... Pedir favores. Y benditos sean todos los familiares que se ofrecen, la vecina, la madre amiga que está en la misma situación y entiende perfectamente lo que necesitas y no duda en echarte una mano”, y cuando, por fin, se puede recoger a tus niños, estas madres llevan doce horas a la espalda, “son las cuatro de la tarde, no has comido, has dormido más bien poco y tienes que poner la mejor cara del mundo para recibir los abrazos de tus hijos y su anécdota del día. Eso, que no falte”.

Victoria opina que “el doble problema de conciliación con el que me encuentro, no es porque tenga dos hijos, sino porque residimos en el medio rural. El padre y yo llegamos a Sariñena por trabajo y nos quedamos porque tiene de todo: guardería, colegio, instituto, pediatra, farmacia, supermercados, bancos, cine. De todo. Creemos que la calidad de vida que ofrece un pueblo es exquisita, especialmente durante la infancia, y no estamos dispuestos a renunciar a ello. Ahora, tú, adulto, que también tienen tus necesidades y sobre todo obligaciones, encuentra un trabajo que te permita vivir aquí y dedicarte a tu profesión. Difícil. La palabra renuncia me persigue, pero la esquivo”.

Por todo ello, cada vez que surge un nuevo trabajo, la periodista primero piensa en la logística familiar, ”y luego ya si eso, en el salario y en si me enriquece profesionalmente. He tenido que decir que no a alguno que otro por el horario, la distancia… La pandemia trajo muchas cosas malas pero el teletrabajo debía haber llegado para quedarse. Es una oportunidad fabulosa para el medio rural ¿o es que nadie lo ve?. Echo en falta la flexibilidad de muchas empresas y empresarios para poder desempeñar el trabajo desde donde quieras y puedas. El asunto es rendir ¿no? Presencialmente mucha gente no rinde, eso es así, por lo que a mí respecta esa excusa no me vale”.

Asimismo, se sorprende cuando escucha reflexiones sobre la idea de ayudar a los habitantes del medio rural, “en particular cuando hablan de mujeres. No hacen falta tantos discursos de bien quedar, bastaría con poner facilidades reales, escuchando a la gente del territorio”.

Como muchas madres, sabe de sobra que conciliación son muchas más cosas que “hacerte cargo de tus hijos, también cuidar de tus padres si lo necesitan o de personas dependientes, habría que empezar por preguntarles a esos cuidadores, que siempre son los grandes olvidados. Pero conciliar también es poder salir a cenar con tu pareja, al cine, tomar unas cañas o poder ir al gimnasio. Pero resulta que los niños no se cuidan solos. ¿Saben lo enrevesados que han sido para muchas familias los confinamientos?. Tu hijo se pone enfermo y lo único que quisieras es quedarte con él o ella. ¿Quién se pide el día libre?, ¿Cómo lo hacemos?, ¿Otra vez tengo que pedirle el favor a mi jefa?, ¿A mi vecina?. Y lo más importante, que es la salud del pequeño, pasa a un segundo plano”.

Para Victoria, para María Jesús y para miles de madres, “una sociedad realmente concienciada y justa, no debería ser un problema tener hijos. Me apena vivir en una parte del planeta en la que realmente lo es. Es una urgencia que no estamos atendiendo y cada uno, al final, nos apañamos lo mejor que podemos. Así que, como mínimo, no juzguen a alguien que está atravesando esta carretera secundaria con baches y sin señalización horizontal que se llama crianza y conciliación”, concluye Victoria matizando, “por cierto, ahora, por delante, tres meses de logística”.

Desde Lanaja, María Jesús Boned, madre de tres hijos, una niña, Ainara, de nueve años, y dos mellizos, Nicolás y Jesús, de cinco años, con el agravante de que Jesús padece el síndrome de Duplicación Mecp2, “una enfermedad genética minoritaria que afecta a los chicos, y del que las mujeres somos portadoras”, explica mientras nos informa de que lleva un año sin trabajar.

Ha trabajado de peluquera, cocinera, limpieza y sociosanitaria, “pero mi madre cogió el covid y deje de trabajar ya que no podía dejar a los niños con nadie, además de que Jesús siempre está enfermo y hay que ir habitualmente al pediatra o a urgencias”.

Cuando se tiene un trabajo fijo se puede solicitar la reducción de jornada, “como sociosanitaria hacía sustituciones, por lo que no podía ni pedir reducción de jornada ni permisos constantes para llevar a Jesús al médico. Ahora va a Aspace tres veces por semana, con el transporte de la comarca, y los otros dos días al colegio de Lanaja, pero esta circunstancia solo ha sido desde que empezó este curso, antes tenía que llevarlo yo a Huesca”.

María Jesús coincide con Victoria que vivir en el medio rural tiene sus beneficios, “pero hace tan solo dos semanas que tenemos pediatra todos los días, si bien no hay pediatría de urgencias y hay que viajar a Huesca, tampoco hay actividades extraescolares para niños con discapacidades, ni madrugadores, ni escuela de verano, y a natación, debo estar con él en la piscina, incluso el logopeda debemos pagarlo hasta que nos llega el importe de alguna beca que nos conceden”.

Asimismo, se quejan de que las ofertas de empleo que pueden encontrar las mujeres en el ámbito rural son limitadísimas, focalizadas en los cuidados a la tercera edad o en la limpieza de domicilios y sin la ayuda de los abuelos resulta muy difícil. “Es una pena porque nuestra zona tiene mucho por mostrar, por desarrollar y hay mucha gente con muchas ganas, pero se encuentra con estas trabas en términos de conciliación y muchas otras que les hacen finalmente desistir y decidir marchar”, indican. Reflexionan que “hay una relación directa entre las causas y las consecuencias de la despoblación con la situación de la mujer en el medio rural y la conciliación laboral familiar”.