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Más de 50 cruces en una romería histórica a San Úrbez

La ermita se convierte en el corazón vivo de la montaña mientras la alegría hace retumbar Guara

Colocación de la bandera en el Santuario de San Urbez de Nocito, donde se reunieron 50 cruces de diferentes localidades.
Colocación de la bandera en el Santuario de San Urbez de Nocito, donde se reunieron 50 cruces de diferentes localidades.
Óscar Ballarín.

Llevamos una primavera tremenda que ha hecho languidecer unos cereales que parecieron resucitar con las escasas lluvias de abril. Se sembró con el terreno muy seco, y a duras penas nacieron, mostrando unos sementeros que daban lástima. Mayo fue abrasador. Nunca antes habíamos sufrido una ola de calor tan temprana y tan duradera, con una semana de temperaturas entre los 20 y 40 grados… y para el fin de semana de la romería, cuando otros años están cosechando, ya hay quién ha terminado… y quien no sabe si le merece la pena siquiera cosechar. De los pastos de la montaña, qué decir... Aun los verdes puertos del Pirineo muestran un aspecto más propio del verano avanzado que de finales de junio. Están agostados, secos, y los barrancos y fuentes hace días que manifiestan un caudal preocupante, si no directamente agotado. Las hierbas se secan sin remedio.

Y para más calamidad, después de mucho sin llover, para ese día daban, tan sólo 24 horas antes, un día de lluvias abundantes, torrenciales con más de 60 litros, y además con una “fiabilidad” del 100%, tormentas e incluso temperaturas muy bajas para la época del año… parecía una broma del destino después de dos años de no poder celebrar la romería debido a la pandemia.

Pero quienes somos seguidores y devotos del Santo, en nuestro fuero interno, sabíamos que igual que muchas veces había prodigado la lluvia en momentos de necesidad, esta vez no contribuiría a los caprichos del tiempo. “Seguro que la procesión nos deja”, pensábamos más de uno…o “igual no es para tanto como dan”…pensaban otros. Sin embargo, sobre todo gente mayor con dificultades para moverse o de salud, decidieron no subir por no poder arriesgarse a coger una mojadura que tuviera malas consecuencias… “ya nos acordaremos y rezaremos desde casa”.

En fin, quizás nos faltaba un poco de la fe que antaño tenían cuando subían, muchas veces descalzos, desde muy lejos, para implorar la lluvia, aún cuando llevaba meses sin llover. Desde luego lo tenían más fácil, porque no estaban intoxicados o saturados por el exceso de comunicación e información que hoy facilitan los medios o las redes. Su vía de información era la de sus mayores, que aseguraban como una verdad irrefutable que San Úrbez siempre había estado allí cuando se le había necesitado. Y con eso era suficiente para saber que si iban, en actitud respetuosa y en oración no iba a fallar “su” Santo en interceder por ellos.

Ahora, vemos en internet, y eso parece ser que vale más que todo lo anterior, o que todo lo presente… pero no. En la romería quedó demostrado. San Úrbez, de manera silenciosa, pero suficiente, aplazó la lluvia para el día siguiente.

Las 9:00 de la mañana, la chaminera del viejo edificio empieza a humear. La gente, al principio de manera discreta comienza a acudir, de poco en poco, sin aglomeraciones. Sobre todo quienes desde la Junta tenemos el privilegio de trabajar para esta cofradía, para este conjunto monumental y para este Santo que tan especial y tan hondo ha calado durante muchos siglos en los corazones de las gentes de la sierra de Guara y sus alrededores.

Preparar la iglesia, los cuartos, descargar, ir preparando el bar, la peana, roquetes, sitio para las cruces… poco a poco la romería va adquiriendo velocidad y público que, es una incógnita para todos, no sabemos en qué medida volverá tras los dos años de parón obligado. Tampoco sabemos cómo responderán todos aquellos a quienes hemos, entre invitado y achuchado, animado a traer sus cruces y representar a su pueblo y a su corazón.

La procesión empezará a las 11:30, pero hemos citado a la gente que viene con cruces a las 11:00. Cuanta emoción al ir viendo como el número de personas va creciendo de manera notable, cada vez más. Las cruces, como un río tras la tormenta, cada vez más impetuoso… ya no nos caben en los sitios preparados… y cada poco aún vemos asomar alguna nueva por la puerta grande del Santuario. Cuando montamos la procesión y repartimos los roquetes sabemos que serán muchas, más que nunca. Más que el 2017 cuando el 50 aniversario que batimos todos los récords en aquella ocasión con 35.

De La Almolda llega un autobús. Y otro de Angües, y las mujeres del pueblo, diligentes con su alcaldesa a la cabeza, dejan en “su” cuarto las comidas y manteles para ir rápidamente a lo más importante: adornar la peana, con claveles y albahaca, como desde hace muchos años han hecho siempre.

La gente trae flores, espigas de cereal, ofrenda sincera al santo que protege sus ansiadas cosechas, candelabros nuevos, y sobre todo, mucha, mucha ilusión. Ilusión por el reencuentro con San Úrbez, con amigos y familiares, con pueblos vecinos y más alejados pero que se conocen de las romerías. Ilusión, que siempre es lo que San Úrbez encendía en los corazones de sus devotos, y por lo que siempre fue un santo tan especial y tan querido. Hay gente que viene por primera vez, atraída por amigos que les han hablado de un sitio, maravilloso, escondido en la sierra de Guara, dormido la mayor parte del tiempo… pero que un día al año hace retumbar los paredones de la sierra de Guara, pasando a ser el corazón vivo de estas montañas.

Se inicia la procesión a las 11:30… campaneta, estandarte, cruces… ¡Cincuenta! Sí, Cincuenta cruces de pueblos venidos del Valle Nocito, del Somontano, de lugares de la sierra Guara, de comarcas vecinas, Serrablo, Sobrarbe, otros santuarios “hermanos” como Santa Orosia, Santa María de la Nuez, Santa María de Dulcis… una maravilla para la vista y para los sentidos. Se respira ambiente de hermandad y de unión. No sólo la lluvia no asoma este día, sino que muchas de las malas actitudes que hoy rigen el mundo tampoco parecen tener cabida hoy aquí.

Las cruces son:

Santuario de San Úrbez, Antiguo priorato de San Pedro el Viejo, Nueva de Nocito, Vieja de Nocito, Bentué de Nocito, Belsué, Lusera, Ceresola, Albella, Ibirque, Ola, Azpe, Used, Laguarta, Laguarta pequeña, Planillo, Grasa, Bespén, Abellada, Coscullano, Yebra, Aínsa, Arguis, Bibán, Angüés, Bara, Nueno, Valle Rodellar, Virgen de Casbas de Ayerbe, Barluenga, Sasa, Bandaliés, Sipán, Arto, Santuario de Dulcis, Santuario de la Nuez, Lecina, Betorz, Paules de Sarsa, Matidero, Almudévar, Morrano, Pueyo de Araguás, Escalona, Parroquia de San Francisco de Huesca, Valle de Vio, San Jorge, Siétamo, Arascués y Romeros de San Urbez.

Y tras ellas, una multitud de gente como se recuerda en los mejores años previos a la pandemia. Parece que finalmente se ha retomado, sin duda, con la fuerza que todos queríamos y nuestro Patrón se merecía, la Romería a San Úrbez, una romería con mayúsculas.

Después de la procesión, la Santa Misa, veneración de la reliquia, el reparto de caridad bendecida y estampitas. Mucha emotividad por los cofrades fallecidos y por las muchas cosas que en estos años nos ha ayudado el Santo.

Y la rifa, el servicio de bar, y a comer cada uno a su pueblo, a su cuarto o donde cada uno quiere.

Desde la Junta sólo podemos que agradecer a todas las personas que ha colaborado de una u otra manera.

Empezando por los días de limpieza, tanto de interiores como de exteriores, normalmente los dos fines de semana anteriores a la romería.

Luego los que participan en los actos de la procesión, los que ayudan a leer en Misa, las lecturas y las preces al Santo.

Los que parten torta, los que reparten, los que dan estampitas, quienes se encargan de hacer los fuegos, quienes hacen posible que se vendan recuerdos y se puedan actualizar datos de cofrades en la Mesa, quienes ayudan en cualquier cosa, la Subdelegación del Gobierno que atentamente nos envía la Guardia Civil para ordenar y agilizar el tráfico, quienes han venido desde la Almolda, pues tienen un buen trozo de camino, y sin embargo nunca dejan de acompañarnos. También desde Angüés, pues la peana no sólo es adornada, sino que es mimada de una manera extraordinaria por vosotros. Las autoridades civiles que nos acompañan. Los amigos de Santa Orosia, que hicieron el esfuerzo de venir al día siguiente de su romería, cuando aún tenían actos ese mismo día. Los amigos de los Santuario de La Nuez y Dulcis, pues todos tenemos la misma sierra para proteger nuestros santuarios y dar horizonte a nuestras creencias.

A los devotos a San Urbez de sus “otros” lugares: Valle de Vio, Albella y Planillo, Cerésola…y también Ola y Siétamo.

A los cocineros y cocineras, a los que ayudan en el bar, a los campaneros, que con una procesión tan larga hicieron un sobreesfuerzo tocando de manera que se oía como nunca, resonando hasta la misma “punta o tozal” (de Guara).

Por supuesto a los párrocos, esta vez nuestro párroco y consiliario, D. Rafael, de San Viator, con un Salesiano, D. Alfonso.

A todos los que procesionan, pero también a quienes por la edad o condiciones se quedan en la iglesia no pudiendo disfrutar del recorrido de la procesión.

En fin, a tantas y tantas personas, de las que seguro alguna nos olvidamos, y ya pedimos perdón por anticipado.

Se echa la tarde y la gente, de la misma manera que ha ido llegando se va marchando, poco a poco, sumiendo al santuario en ese silencio que siempre lo rodea. Todo vuelve a su estado natural… pero nos da por pensar que el Santo, esa noche, quizás esté desvelado, todavía emocionado de ver cómo sus fieles, no sólo han acudido con fuerzas renovadas, sino que su memoria sigue viva entre nosotros aún después de más de 1.200 años.

Después de este año sólo nos queda empezar a trabajar en el siguiente, y novedoso acto que tenemos este año, y que será la celebración de la festividad de los “Santos Niños”: San Justo y San Pastor, que será el próximo 6 de agosto.

La idea es celebrar una Misa la víspera, en la iglesia de San Pedro el viejo de Huesca, sede canónica de nuestra cofradía, y el sábado 6 a las 12:00 celebrar la onomástica en el Santuario de Nocito, con comida “de alforja” y la invitación a participar a todo el que así lo desee.