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ENTREVISTA

Lola Gómez-López: “Estamos ante una revolución no voluntaria que nos va a hacer ser más eficientes”

Ingeniera agrónoma y profesora especializada en indicadores ambientales de sostenibilidad, colabora con la Universidad Politécnica de Huesca o el Cita

Lola Gómez-López
Lola Gómez-López
S.E.

Lola Gómez-López es ingeniera agrónoma y profesora de la Universidad Politécnica de Cartagena. Está especializada en indicadores ambientales de sostenibilidad, así como en sistemas de cultivo sostenibles y mitigación de cambio climático, mediante la adopción de medidas de aumento de secuestro de carbono y reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en agricultura. Lola Gómez colabora y forma parte de numerosos proyectos vinculados al desarrollo del almendro en muchas localizaciones, incluido el Alto Aragón. Colaborando no solo con centros públicos como la Universidad Politécnica de Huesca y el Cita, sino también con proyectos privados relacionados con el almendro y su desarrollo sostenible.

¿Podrías explicarnos en palabras sencillas en qué consiste la huella hídrica y la huella de carbono?

—Son dos indicadores ambientales cada vez más utilizados. El término huella se refiere a algo inherente a un entorno o producto u organización, como nuestra huella dactilar. En el caso de la huella hídrica hace referencia al agua necesaria para producir un bien o servicio, incluyendo el agua utilizada para mitigar la contaminación que ésta genera. Si hablamos de producción de alimentos, serían los litros de agua necesarios para producir un kilo de almendra o una manzana, por ejemplo. En el caso de la huella de carbono se refiere al balance neto de emisiones de gases de efecto invernadero generado en la producción de un bien o servicio. La huella de carbono hace referencia, por ejemplo a los kilos de CO2 eq/kg de almendra o de un viaje, kg de CO2 eq/viaje a Madrid en AVE.

“Los objetivos de la UE afectan a todos”

¿Por qué son tan importantes en el contexto actual estos términos?

—Son tan importantes porque nos dan una idea de eficiencia. El agua es un bien escaso y con el aumento de la población mundial, cada vez más, por lo que hay que optimizar su uso. Y en el caso de la huella de carbono, los gases de efecto invernadero son los causantes del cambio climático y estamos viendo los efectos, cada vez más creciente del mismo, en el planeta, en nuestras vidas y en las producciones agrarias, sobre todo. Por tanto, mediante el uso de estos indicadores, podemos primero identificar nuestro grado de eficiencia, comparándolas con otras huellas y podemos buscar cómo mejorarlas y reducirlas hasta llegar al máximo de esa eficiencia.

¿Cómo van a influir en un agricultor de la provincia de Huesca?

—Bueno, de la provincia de Huesca y de cualquier otra. Los objetivos de la Unión Europea nos afectan a todos y los agricultores deben de cumplirlos. La agenda europea se plantea con “Green deal” una reducción del 50 y hasta un 60% de emisiones en 2030 y en 2050, la neutralidad climática. El cómo se vaya a pedir a los productores esas reducciones y cómo se va a controlar está aún pendiente de saberse, pero lo que sí que sabemos es que estamos frente a una nueva revolución que no es voluntaria y que nos va a hacer ser más eficientes y competitivos; quien antes comience, antes podrá justificar sus balances cuando se empiecen a solicitar. Creo que al igual que otras iniciativas en el sector alimentario, serán los consumidores y las normas de calidad las que hagan de efecto tractor y las exijan a los productores.

“Consumidores y normas de calidad harán de efecto tractor ”

¿Realmente un agricultor va a percibir una compensación económica por ahorrar agua y reducir su balance de carbono?. ¿Qué puede hacer un agricultor para aumentar en este sentido su remuneración económica?

—La reducción en los consumos de agua en sí mismo ya implica una compensación económica, en el ahorro de ese agua y en el de su impulsión. En cuanto a la reducción de la huella de carbono, también se verá reducida al reducir el consumo de agua, así como de nutrientes y más aún con el uso de energías renovables, todos ellos aspectos que llevan implícito una reducción de costes de cultivo.

Si hablamos de los pagos por carbono secuestrado en suelo y planta, tema del que se está hablando mucho últimamente, debemos de pensar que sí. En la actualidad existe una compensación económica en otros países de Europa por aumento de secuestro de carbono y reducción de emisiones, en España se están empezando a desarrollar estas iniciativas, pero por desgracia coincide con el desarrollo regulatorio del mercado por la UE, por lo que tendremos que esperar aún unos meses para ver cuáles serán los nuevos términos de los mercados de carbono, para así poder adherirnos a ellos con total seguridad jurídica. Mientras tanto, cualquier iniciativa que prepare nuestros suelos para incrementar el secuestro de carbono y reduzca consumos de agua y emisiones de gases mejorará nuestra eficiencia y desprenderemos mejores resultados.

“La eficiencia pasa por un plan concreto en cada explotación ”

En el Alto Aragón está incrementándose ostensiblemente la superficie dedicada a cultivos leñosos como el almendro, entiendo que estos cultivos tienen mayor oportunidad a la hora de fijar carbono que un cereal. ¿Es así?

—La fijación no es tan generalista, blanco o negro, depende de las características de la explotación, de los valores iniciales de partida, del tipo de agricultura que se haya desarrollado, de si ha habido un buen asesoramiento y se ha definido un buen plan de secuestro y de cómo se haga el manejo de ese plan. En cuanto al almendro, sí, podemos decir que, si contamos con el secuestro de la planta, en su madera, sería mayor, por supuesto, pero los mercados aún no están pagando por este secuestro, es necesario modelizarlo y que sea aceptado. Son entornos complejos y mercados muy cambiantes.

¿Qué prácticas deberían llevarse a cabo para aumentar la tasa de fijación de carbono?

—En general las prácticas de agricultura de conservación aumentan el secuestro de carbono en los suelos, siendo las más fáciles y eficientes el uso de materia orgánica, de cubiertas vegetales y el no laboreo. Pero, tal y como he comentado, la eficiencia pasa por un plan concreto para la explotación, no todas las prácticas tienen la misma eficiencia en todos sitios, ni la misma velocidad ni viabilidad en el manejo. Los condicionantes de cada explotación y sus datos de partida van a definir también la eficiencia. Por eso siempre recomendamos a los agricultores asesorarse bien y a los técnicos formarse en este tipo de manejo, que reporta muchos más beneficios, no solo los referidos al secuestro de carbono.

El Alto Aragón es pionero en el cultivo en seto del almendro. Una solución que se plantea como una forma más eficiente de cultivo, tanto en el uso de mano de obra como de gasto energético. ¿Es así o simplemente es teoría?

—Es así, si por algo se caracterizan estos sistemas es por su eficiencia. En los sistemas en seto nos encontramos que, gracias a la industria viverística, se produce sobre patrones de bajo vigor que posibilitan un crecimiento controlado. Con ello tenemos unas paredes de vegetación productiva, en las que se reducen los insumos destinados a la producción de madera y se optimiza el uso de los mismos, como por ejemplo, los tratamientos foliares. Todas estas ventajas unidas a casi la total mecanización y por tanto baja dependencia de mano de obra, junto a la precoz entrada en producción, le confieren una gran eficiencia. Nos encontramos, por tanto, ante los sistemas de cultivo de la agricultura moderna y del futuro en la que en menor superficie, factor cada vez más determinante, y optimizando los recursos, generan las mayores producciones por hectárea.

¿Qué margen de mejora ves en la provincia con la modernización de regadíos y la necesidad hídrica de los cultivos?

—Cualquier iniciativa que se destine al aumento de la eficiencia en el uso de un recurso es una buena iniciativa. El uso de tecnologías de riego, como por ejemplo riego subterráneo, que localizan agua y nutrientes en la zona de raíces efectivas y evita evaporación superficial es una medida fácil de adoptar y eficiente. El uso de estrategias de riego deficitario o el manejo de cubiertas vegetales son medidas no muy extendidas que reducen, incluso en un 30% y a veces más, los consumos hídricos.

En definitiva, podemos decir que el cuantificar las huellas de nuestra explotación, para saber cómo de eficiente es nuestra producción, así como la adopción de estrategias de agricultura de conservación y de minimización de emisiones hídricas va a hacer que nuestras explotaciones de almendro en seto sean aún más eficientes, minimizando sus emisiones y aumentando su secuestro de carbono, que en su caso podría generar un ingreso extra a los agricultores por su venta en el mercado de carbono voluntario.