El pastor, una figura clave para mantener el medio rural

El papel de la ganadería en el medio rural y su valor estratégico como vertebrador del territorio y que contribuye a fijar población, supone una de las actividades que serán reconocidas este año en la 25 edición de la entrega de los galardones Félix de Azara. 

La dedicación del pastor como figura clave en el medio rural es descrita por algunos de sus protagonistas como un trabajo dedicado al cuidado de los animales, en muchos casos, en un entorno natural privilegiado y que conlleva muchas horas como el pastoreo y el cuidado de cada uno de los animales, mientras las reses contribuyen a la sostenibilidad del medio natural, ejerciendo una labor importante para prevenir los incendios forestales. 

En estos fríos meses de invierno, buena parte de los animales se encuentran estabulados, en especial los que se encuentran en altura en el Pirineo, para protegerse del frío y dentro de unos meses podrán salir al campo mientras los pastores vigilan a sus reses, contemplan sus evoluciones y en especial, de los animales gestantes y que en pocos meses ampliarán la cabaña actual. 

Una actividad imprescindible para el mantenimiento de la actividad de la que bajo estas líneas han dado como ejemplos de relevo generacional los jóvenes pastores Javier Yebra, de Apiés, o Lorena Palacio, de Viu de Linás, cuyo sacrificio y dedicación a su labor se ven compensados por su amor a los animales, al aire libre y alejados del bullicio del entorno urbano, con la tranquilidad y la satisfacción diaria de estar con su ganado y seguir una tradición familiar. Con casi 90 años y jubilado, Hilario Morcate, de Buñales, y casi 30 de pastor, todavía recuerda su antiguo oficio con 1.000 reses y también César Ramón, en Castillo de Guarga, que trabaja con 1.400 animales en la actualidad.

Hilario Morcate: “Sueño con las ovejas toda la vida y estaba muy a gusto con ellas”

Con toda una vida dedicada al ganado ovino y con 89 años, Hilario Morcate fue el último pastor oficial de la Diputación Provincial de Huesca (DPH), que se jubiló entre 1997 y 1998.

Recuerda que tuvo un rebaño de 1.000 ovejas de Rasa Aragonesa con dos pastores que llevaba por el municipio de Monflorite-Lascasas. Un actividad que ejerció durante unos 30 años. “Estaba muy contento y a gusto porque me gustaban mucho las ovejas”, resume el pastor.

Como pastor de vocación, estaba pendiente de sus ovejas durante todo el año. “Tenía un montón de corderos y había que atenderlos en casa y darles de comer, lo que daba mucho trabajo”, explica.

Durante los últimos años de su actividad, Hilario no disponía de pastores por lo que tenía que realizar solo todo el cuidado y pastoreo de sus animales. “Las dejaba en el corral donde arreglaba los corderos y luego las sacaba a pastar”, subraya el ganadero. “Como todas las noches, sueño con las ovejas toda la vida. Estaba muy a gusto con ellas cuando estaban en la paridera como en el campo y era muy feliz”, explica.

Tras dejar la actividad, Hilario Morcate recuerda que tardó muy poco en vender sus animales al tratarse de ejemplares seleccionados de Rasa Aragonesa. Su rebaño fue a parar a la antigua Escuela de Capacitación Agraria (ECA) y después pasó a la Asociación Nacional de criadores de Ganado ovino selecto de raza Rasa Aragonesa (Angra). 

S. E.

Lorena Palacio: “Hay muchas mujeres ganaderas pero no se les ha dado visibilidad”

Compaginar su trabajo como pastora de ovino en Viu de Linás, en el municipio de Torla, desde hace seis años y cuidar de su familia, en especial, de sus dos hijos - un niño de 4 años y una niña de 8 meses- es uno de los retos que ejerce en la actualidad.

Con una tradición ganadera familiar, dedicada a la cría y al pastoreo de vacas y ovejas, Lorena Palacio es propietaria de una explotación de 500 animales de ovino en semiextensivo cuya actividad ejerce después de finalizar sus estudios de Ingeniería de Montes.

“Aquí en invierno y al estar a 1.250 metros, no podemos tener las ovejas fuera, por lo que si hay nieve no hay comida en los campos y tenemos que alimentarlas en la nave y darles de comer tras recoger la hierba de los campos”.

Una vez que suban las temperaturas en primavera y salga la hierbas en los campos, “volveremos a sacarlas a pastar”.

Recuerda que cuando estudiaba en la universidad aprovechaba los fines de semana para estar con los animales. “Ya sabía que a mi me gustaba esto y que quería estar aquí”, dejó claro. “Al final no es ayudar como una obligación sino disfrutar de la actividad y estoy muy a gusto”, destaca. Reconoce que sus ovejas “están contentas porque están bien cuidadas y me gustan mucho”. Y añade que “hay muchas mujeres que se dedican a esto pero no se les ha dado mucha visibilidad porque la explotación ha estado a nombre del marido”. 

S. E.

Javier Yebra: “No me imagino sin estar al lado de mis bichos”

Los Yebra siempre han estado ligados al pastoreo. Primero el abuelo, después el padre, y ahora el hijo, Javier, que a sus 22 años, se dedica en cuerpo y alma a su explotación de Apiés con más de 2.000 cabezas de ganado. Dice que “siempre le ha gustado” y que “no se imagina sin estar al lado de sus bichos”.

“Mira que me intentaron quitar la idea de la cabeza, porque es un oficio muy complicado, pero no tenía otra cosa en mente”, valora el joven oscense.

Bien temprano arregla el corral y la paridera con su padre, después, a media mañana, sueltan el ganado por el monte. No son sus únicas ocupaciones, ya que cultivan el campo y así, dan de comer a la explotación, “ya que ambos mundos se retroalimentan”, sostiene Yebra.

El oficio, “que cada día tiene más trabas y burocracia”, lamenta, no entiende de festivos. “Algún día damos de fiesta, alguna semana, pero es que nos gusta”, asegura.

A pesar de que el futuro cada vez parece “más negro”, “porque las ayudas de la PAC más que ayudarnos son piedras en el camino”, incide, Javier Yebra mantiene la ilusión.

“Sabemos como es este trabajo, y si te gusta, lo haces bien. Ahora si, las trabas que nos ponen, son lo peor”, asegura.

Se muestra feliz de poder continuar con el oficio de su abuelo y su padre y, a su vez, le gustaría que lo que ha conocido, su explotación, siguiese creciendo, concluye.

S. E.

César Ramón: “Sin el sector primario estamos perdidos”

César Ramón es pastor desde que se levanta hasta que se acuesta. Está al cargo de una explotación familiar de 1.400 cabezas de ganado ovino en Castillo de Guarga. A su padre, jubilado ya, le ha echado una mano siempre, y en 2004 dio el paso dándose de alta como autónomo y dedicándose plenamente a este mundo.

“Ilusión sí, porque me gusta, aunque reconozco que es una vida muy sacrificada y es muy difícil apostar por ello. La incertidumbre es grande, así que será el devenir de la economía y los precios quien nos marque el futuro”, advierte el pastor.

Se dedica al sector primario, “y eso significa que somos la base de la pirámide”, incide, además de que son oficios que “han estado olvidados” estas últimas décadas, y a veces “se miraban por encima del hombro”, argumenta.

“La ganadería extensiva mantiene el medio rural, fija población y limpia los montes, sin ellos estamos perdidos”, refuerza.

Durante los últimos años ha visto como las explotaciones han ido desapareciendo y redunda en que los que se quedan no consiguen una vida más digna. Por ello, explica que las subvenciones no solo protegen a los agricultores y ganaderos, sino que también sostienen la política de precios de cara al consumidor. “No venderíamos a estos precios sin ellas”, informa.