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ALTO ARAGÓN

Temperaturas extremas marcan la “irregular” temporada de caza

La sequía ha afectado a la fauna, provocando que las capturas hayan ido a menos

Batida de cazadores.
Batida de cazadores.
EFE

Si los humanos se han visto afectados por el clima, los animales no han sido menos. La temporada de caza, que arrancó a finales de verano y concluyó a finales de febrero, a excepción de la posposición un mes más de las batidas del jabalí debido a la superpoblación, ha registrado un balance irregular marcado por la sequía, que afectó a la fauna y ha provocado que las capturas hayan ido a menos.

“El verano fue horrible e interrumpió sus tiempos de cría”, lamenta Miguel Ángel Girón, presidente de la Federación Aragonesa de Caza (Farcaza). A pesar de ello, desde la Federación se muestran “satisfechos” por mantener el número de licencias, que suben levemente y se sitúan por encima de las 28.000. En gran medida se debe a las campañas de Farcaza para la inclusión de jóvenes y mujeres en la cinegética. “Despacio, pero se van sumando y cada vez más “perreros”, como llamamos a los muchachos aquí”, sostiene Girón.

En cuanto al turismo cinegético, Huesca presume de ser una de las regiones más cotizadas para la caza mayor y atrae a numerosos cazadores llegados de todo el país, especialmente desde el País Vasco.

En la provincia, el jabalí sigue siendo el rey, seguido del corzo y el sarrio. Los últimos datos disponibles hablan de 33.000 ejemplares de jabalí abatidos esta temporada. Con todo, las monterías se postergarán un mes más, motivo por el cual Farcaza pide “control” para “no matar a la gallina de los huevos de oro”.

En cuanto a la caza menor, la libre sigue en decadencia. La escasez de lluvias y la falta de insectos afectaron enormemente a la cría de la perdiz. Y con respecto al conejo, se estima que las capturas también han ido a menos. Con respecto a otros años, el zorro ha causado menos estragos.

“Llevamos unos años en que la caza mayor está yendo a más y la caza menor a menos. El jabalí no deja títere con cabeza”, informan desde Farcaza.

“Para los cazadores de verdad aquí no termina la temporada. Ahora es cuando hay que estar en el monte poniendo bebederos, haciendo siembras y conteos y trabajando para la fauna, y así, el año que viene, recogeremos los frutos”, concluye Girón.

Las leyes

Con respecto a la ley de Bienestar Animal, la Federación coincide con el Gobierno en la exclusión de los perros de caza de la legislación puesto que “sin estos animales es imposible la actividad cinegética”, apunta Girón. No así con la reforma del Código Penal, que Girón califica de “desorbitada” y cuyas sanciones podrían acabar con la actividad cinegética.

“Sientes miedo, pero sabes que está hecho para ti”

Andrea Huete.
Andrea Huete.
S.E.

Desde pequeña, le gustaba andar siempre por el monte. Los Huete son cazadores. El bisabuelo, el abuelo, el padre y ahora la hija, Andrea, viven la cinegética con pasión en los campos de Cofita y Fonz.

Empezó con su padre en el puesto, pero ella quería ser rehalera, como su hermano. “Vivir los agarres de los jabalís y la adrenalina de verlos salir”, confiesa, así que se entrenó hasta que llegó su hora.

“Recuerdo el panizo y el campo árido. Muy cerrado, agobiante y resonaba el eco. Sentí miedo, pero sabía que estaba hecho para mí”, relata la joven altoaragonesa.

Hoy, la historia ha cambiado. Más experimentada, es consciente de la responsabilidad que conlleva portar un arma, “para la que se necesita mucha sangre fría”, dice. “Cazar te hace vivir el momento”, completa.

Sin sus perros, cree que no sería posible. “Ellos son nuestros guerreros. Dedicamos mucho tiempo a cuidarles, alimentarles y son parte de la familia”, valora.

A su alrededor no hay muchas mujeres, por ello las anima a probar. “Creo que muchas no nos damos a conocer por el miedo al qué dirán, hay que quitarse eso de encima”, apunta.

Huete ha vivido una gran temporada, que no acaba aquí. Los daños a los agricultores prosiguen y ellos acuden a salvar las cosechas con los permisos pertinentes.

“Se genera un gran compañerismo”

Jorge Sánchez.
Jorge Sánchez.
S.E.

La temporada de caza de 2015 arrancó con un joven aprendiz. Jorge Sánchez que hasta entonces era solo un chaval aficionado a la fotografía. “Fue ver a los perros correr a campo abierto y me quedé alucinado”, recuerda.

Desde entonces son ocho años dedicados a la cinegética. “La caza no es solo las batidas. Se genera un gran compañerismo entre los cazadores”, remarca a sus 18 años el joven altoaragonés de Tamarite de Litera.

Su temporada ha sido “muy buena”, aunque “no todos los días la puntería ha acompañado”, subraya.

Acostumbra a ir acompañado de su padre, para juntarse después con varios amigos del pueblo. Siempre en su monte. No obstante han sido invitados esta temporada a moverse por el territorio.

En el último mes han dado con muchas jabalinas embarazadas, por lo que no alargarán mucho más la temporada. “Solo si algún agricultor nos pide ayuda”, incide el altoaragonés.

Su padre le enseñó a estar en el punto. Conforme creció aprendió al lado de su mejor amigo, recientemente fallecido, a levantar el animal. “Si no cambian mis planes de futuro, me quedan días de caza. El campo es lo mejor que tenemos”, concluye Sánchez.