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Avistan patos en el ibón de Paderna, a más de 2.200 metros de altitud

El guarda del refugio de La Renclusa relata algunos fenómenos observados

Ibón de Paderna, a 2.267 metros, donde se han visto patos en los últimos años.
Ibón de Paderna, a 2.267 metros, donde se han visto patos en los últimos años.
S. E.

Que los glaciares del Pirineo están en extinción no es ninguna novedad, hace tiempo que los expertos advierten de su progresiva desaparición. Lo que resulta más llamativo es ver cómo, además de la aniquilación de los últimos hielos perpetuos, está cambiando la vegetación, fauna y flora en altitudes que superan los 2.000 metros.

David Lafón, guarda del refugio de La Renclusa, asegura que “las temperaturas son cada vez más altas, la vegetación sube más arriba y la fauna es distinta”. El ejemplo más sorprendente: “He llegado a ver patos anidando en ibones, cerca del refugio”.

Lo dice una voz autorizada en la montaña de Benasque. Un testigo, como pocos, de la evolución del paisaje de la parte oriental del Pirineo aragonés, gracias a su condición de guarda y de hijo de Antonio Lafón, guarda del refugio de La Renclusa de 1974 a 2018 aproximadamente.

“Llevo toda la vida aquí, antes llevaba el refugio mi padre y cuando se jubiló me quedé yo”, señala David. “Esto ha cambiado mucho, ahora las temperaturas son bastante más altas, la vegetación sube más arriba y crece algún pino donde antes no salían”, afirma.

Entre los cambios más significativos, el guarda destaca la presencia de fauna que “antes era impensable”, como los patos que ha visto anidando en el ibón de Paderna, a 2.267 metros de altitud.

Es algo que viene ocurriendo “desde hace diez o quince años”, asegura. Y el ornitólogo Nacho Arizón lo confirma: “Puede resultar extraño pero cada vez es más habitual ver este tipo de aves en balsas o embalses de alta montaña, porque los climas no son tan extremos como lo eran antes y estos animales se mueven buscando comida”.

Además, prosigue el miembro del Grupo Ornitológico Oscense, algunas anátidas (familia a la que pertenecen los patos, los cisnes y los gansos, entre otras aves), proceden del norte de Europa por lo que están acostumbradas a las bajas temperaturas.

Patos asilvestrados

Según Arizón, los animales que se han podido avistar en el ibón de Paderna podrían ser “patos asilvestrados” que se han escapado de alguna granja, proceden de lagos de parques y jardines o vienen del norte de Europa.

En cualquier caso, recuerda que ya se han dado casos similares en la provincia. “En la balsa de Pineta o en el embalse de Eriste se han llegado a ver cisnes y garzas”.

El experto apunta al cambio climático como causa principal de las variaciones que se están produciendo en los comportamientos de estas aves.

Por su parte, Lafón explica que los patos han ido volviendo cada año, desde hace diez o quince, de forma intermitente al ibón de Paderna y, con más frecuencia, al Plan d’Están (1.850 m.), un humedal de alta montaña que, tras la fusión de la nieve, se convierte en una laguna temporal.

Lluvia en febrero

También ha llegado a ver golondrinas cerca del refugio y, un fenómeno igualmente sorprendente, lluvia en invierno. “A una altura como la que nos encontramos en mi vida había visto que lloviera en invierno y, este año, por ejemplo, llovió en febrero”, asegura.

La tendencia, según su experiencia, es que “disminuyen las nevadas, no la precipitación”. De hecho, explica que este invierno pasado, aunque “ha sido malo para la nieve”, ha habido “mucha precipitación, pero le ha faltado temperatura” para que se convirtiera en nieve. Esta situación repercute en un elevado riesgo de avalanchas, en la poca cantidad de nieve y en la falta de protección de los glaciares, apunta.

Con respecto a la evolución del glaciar de la Maladeta, Lafón confirma que su desaparición es progresiva. “Cada vez hay menos glaciar, no sé cuánto durará, depende un poco de los inviernos, pero a la larga, queramos o no, su retroceso está claro”.