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MEDIO AMBIENTE

Las lluvias de junio salvaron a Huesca del peor año hidrológico registrado

La reserva del Noguera-Ribagorzana es la segunda más baja desde la sequía de 2005

La escasez de agua de los últimos meses todavía queda patente en Vadiello.
Estado que presentaba el embalse de Vadiello en el mes de junio, antes de las lluvias.
Pablo Segura

La sequía que sufrió la provincia de Huesca en el año 2005 fue la peor desde mediados del siglo XIX. Los medios de comunicación se hiceron eco entonces del anuncio del Ministerio de Medio Ambiente que, tras procesar y analizar todos los datos, publicó el balance del último año hidrológico (del 1 de octubre de 2004 a 30 de septiembre de 2005), corroborando que pasaba a la historia como el año más seco desde que se comenzaron a tomar registros en 1947.

Al mismo tiempo, la Administración advirtió que Huesca no vivía (desde que en 1860 comenzaron a registrarse datos pluviométricos) un año hidrológico menos lluvioso que el finalizado el 30 de septiembre de 2005.

Hoy en día, a pocas semanas de que concluya este intervalo anual, los datos arrojan una verdad incómoda. Divididos por unidades, los embalses de las cuencas de los ríos Cinca, Gállego y Noguera Ribagorzana marcan niveles similares a aquella sequía.

Especialmente los últimos, con el pantano de Canelles gravemente afectado, albergando 82,1 hectómetros cúbicos de los 679,3 de su capacidad total, según los datos aportados por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) a fecha 5 de septiembre. Esta cifra solo se ve superada por la registrada en 2005 (64,1 hectómetros cúbicos), siendo el promedio de los últimos 25 años 359 hectómetros cúbicos.

Más al norte, frontera con Cataluña, el embalse de Escales calca las estadísticas. Actualmente contiene 41,6 hectómetros cúbicos, la segunda posición inferior de la serie histórica. El volumen más bajo registrado fue en 2005, 39,7 hectómetros cúbicos.

El pantano de Santa Ana está más próximo a los regadíos y se regula con Canelles. En el año 2022 ya marcó el segundo mínimo histórico y este 2023, con la intervención de la CHE, ha conseguido incrementar sus valores por encima del promedio los últimos 25 años (119,6 hectómetros cúbicos) llegando a 136,6.

En lo que respecta a la unidad del río Cinca son dos los grandes embalses: El Grado y Mediano. El primero de ellos arrojo 243,5 hectómetros cúbicos, el cuarto mínimo histórico. Solo por delante están los años 2006, 2012 y 2005. En segundo lugar, en Mediano afloran 78,9 hectómetros cúbicos, el noveno mínimo histórico, aunque cabe resaltar que el promedio de los últimos 25 años marca 126,7.

Algo de luz

Los pantanos de Lanuza, Búbal y La Sotonera corresponden a la unidad del río Gállego y sus cifras ofrecen algo de luz. Acogen ahora mismo 13,1, 13,7 y 93,7 hectómetros cúbicos, respectivamente. En la serie histórica superan con creces la mitad de la tabla, pese a que su capacidad de almacenamiento es menor.

En lo que respecta a la comunidad, Aragón salió de la situación de sequía prolongada en agosto, salvo la unidad del Bajo Ebro, donde está Mequinenza.

En Huesca, las unidades del Gállego-Cinca salieron esta semana del estado excepcional por sequía extrema, pero siguen estando en alerta por escasez. También hay que citar la unidad territorial del río Aragón y los Arbas, que en julio estaba en pre-alerta y ha pasado a alerta.

“La medida más severa y a la vez la que más ha ayudado a que la sequía no fuera más crítica son las restricciones en el regadío”, indican desde la CHE, dado que en el caso del Gállego Cinca está el sistema de Riegos de Alto Aragón y en el de la Noguera-Ribagorzana el Canal de Aragón y Cataluña. Ambas comunidades de regantes aplicaron ajustes en el riego de sus cosechas en un 50% ya desde el inicio de la campaña en primavera, cuando las perspectivas eran las peores, pero la situación dio un giro radical.

Mayo asfixiante

Aemet comunicaba en su avance climatológico del año agrícola en mayo que estábamos ante el 2º más seco desde 1961 (detrás del 2004-05, con un 64 % a estas alturas del curso). Marzo y abril habían sido calificados anteriormente como “muy secos”.

Caídas del cielo, las precipitaciones empezaron a llegar a la provincia en forma de tormentas en el mes de junio. Aemet lo definió como “extremadamente húmedo”. El porcentaje de precipitación promedió un 236 % con respecto a las normales referencias y se colocó 2º en el ranking de los más húmedos, siendo 1988 el 1º con un 301%. Julio registró también algunas tormentas y el año hidrológico pasó a ser el 7º en el ranking de más secos.

“A raíz de ello, algunos cupos o restricciones mejoraron, pero en cualquier caso, el regadío de la margen izquierda de la cuenca va a llegar al final de la campaña con ajustes”, apuntan desde la Confederación.

En el Informe Mensual Estado de Indicadores, la CHE apunta la probabilidad de que los próximos tres meses sean más cálidos de lo normal (60 %), incrementando la evapotranspiración y las necesidades hídricas de los cultivos. Además, la sequía sigue generando impactos en la población como el aporte de agua para garantizar abastecimientos (menor este año por el buenhacer de los ayuntamientos) o la reducción de la producción de energía hidráulica un 39,7 %.