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El glaciar del Infierno se resiste a sucumbir al cambio climático

Afronta una transformación a un “glaciar negro”, otorgándole más años de vida 

Estado que presenta el glaciar del Infierno a 9 de septiembre de 2023.
Estado que presenta el glaciar del Infierno a 9 de septiembre de 2023.
C. Martín.

26 años son los que lleva José Antonio Cuchí, geólogo y antiguo docente en la Escuela Politécnica Superior de Huesca, estudiando el glaciar del Infierno. Una lesión le impidió hacer cima a principios de septiembre, “los achaques”, lamenta, pero sus compañeros pudieron confirmarle lo que ya sospechaba.

La masa de hielo está sufriendo una transformación desde un glaciar blanco a uno negro, con motivo del progresivo deshielo del permafrost y por estar cubierto por desprendimientos rocosos desde las paredes del circo que lo rodean. Esto está favoreciendo la ralentización de la fusión del hielo.

“Contamos con algún glaciar rocoso en el Pirineo, pero ninguno negro, sería algo único”, valora Cuchí, que hace hincapié en su lucha por la supervivencia. “A pesar de su modestia, parece resistir los efectos del calentamiento climático con mejor fortuna que otros aparatos glaciares pirenaicos españoles debido a la forma de triángulo invertido, similar a la de un embudo, lo que reduce su exposición”, advierte.

Según los análisis realizados los científicos y profesores de la Universidad de Zaragoza en el último cuarto de siglo y que se publicarán próximamente en la revista Lucas Mallada del Instituto de Estudios Altoaragoneses, los años de mayor retroceso fueron 2006, 2012, 2015, 2017, 2019, 2021 y 2022. 

Catastrófico

Este último ha sido especialmente “catastrófico”, califican, para los glaciares en el Pirineo, provocando en mayo y agosto la temprana fusión de la cubierta nival y la fuerte ablación del hielo glaciar. Entonces, la longitud del glaciar del Infierno era de 477 metros, con una anchura máxima de 231 metros, perdiendo hasta su “lengua” y quedando la masa de hielo en la “cubeta”. El pasado fin de semana, las medidas lo redujeron siete metros más en un año.

Por el contrario, en 2013 y 2014, la cobertura de nieve sobrepasó con creces los límites del cuerpo glaciar. “Este septiembre, en su momento más desfavorable, lo vemos con algo de nieve. Esta 'manta protectora' puede haberle ayudado a reducir el retroceso”, espera el geólogo.

Con todo, el glaciar se suma al resto de compañeros de generación a una desintegración paulatina. “Si continuamos así, en menos de una década, habrá desaparecido todo el hielo”, lamenta José Antonio Cuchí.

Así pues, el hermano menor de los glaciares del Aneto y Monte Perdido, parece ser el protegido ante los años venideros.

Enmarcado en un profundo circo de la vertiente nortenoreste, entre los picos Central (3.082 metros) y Occidental (3.075 m.) del Infierno, y parcialmente flanqueado por dos aristas, de dirección general sur-norte que lo separan de otros dos circos glaciares, está alimentado por las precipitaciones de nieve, el transporte nival por los vientos -predominantemente de componente oeste- y las avalanchas de circo.

Su composición y transformación ha sido y será objeto de estudio para los científicos altoaragoneses, que siguen la senda de Louis Ramond de Carbonnières, el conde Russell, Franz Schrader y el ilustre Lucas Mallada.