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MONTAÑA

El Pirineo gana un nuevo ‘tresmil’ con el Gías Inferior pero pierde otro

El grupo de topógrafos Sostremetries le otorga una cota de 3.000,59 metros

El equipo de Sostremetries tras realizar una medición en una cima.
El equipo de Sostremetries tras realizar una medición en una cima.
@THE.ADVENTURE.BAKERY

Cinco topógrafos catalanes, armados con aparatos de medición de una precisión milimétrica, se dedican a revisar aquellos ‘tresmiles’ con una altitud dudosa. Sostremetries, cuyas mediciones avala el Colegio de Ingenieros de Topografía de Catalunya, ha certificado que el pico Gías Inferior debe ser considerado ‘tresmil’.

Para ello deben cumplirse dos requisitos: que supere la mágica cota (lo hace por poco más de medio metro) y que tenga una prominencia mayor de 10 metros (la del Gías inferior es de 13,5). No es que se hayan inventado los criterios ellos, sino que siguen los que se fijaron en los noventa por la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo.

La otra cara de las mediciones se la lleva el Clarabide Occidental (3.007 metros), que, según Sostremetries, debería dejar de incluirse por no alcanzar los 10 metros de prominencia. Esto significa que simplemente es parte de la cresta del Clarabide, ya que para ir a un pico de altura superior estando en el Clarabide Occidental solo se pierden algo más de nueve metros, y los requisitos marcan que esta prominencia debería ser de 10 metros.

Precisiones de alta cota

David Segura, uno de los miembros de Sostremetries, explica que todos los ingenieros topográficos que conforman el grupo son también unos apasionados de la montaña. Así, para ellos resulta “volver a los orígenes de aquellos antiguos topógrafos que medían cordilleras enteras”.

El proceso para ver qué mediciones revisar empieza en invierno. Se juntan, estudian cuáles podrían ser ‘tresmiles’ de dudosa altura y, una vez hablado con sus patrocinadores, queda esperar al verano. Ya en la cima, un camino que no es nada fácil en ocasiones, colocan sus aparatos de medición precisa: “Un gps de montaña tiene un margen de error de 10 metros, mientras que nuestros aparatos solo de 2 o 3 centímetros”, explica Segura.

Poco importa tener que esperar una hora en lo más alto de un pico, como ocurre a veces porque la falta de cobertura retrasa la llegada de datos fiables. Y es que tienen un objetivo claro: dar a conocer la importancia de la topografía, para ellos “la gran desconocida”. “Nos ven con los aparatos y aún hay quien piensa que vamos a hacer fotos”, cuenta Segura.

En estos meses, otra de las tareas que tienen es preguntar al Instituto Geográfico Nacional o al aragonés por qué no han recogido sus cotas: “vamos a hablar con ellos para ver qué necesitarían para validarlas”. Pero, sentecian que “eso no quita que nuestra cotas tengan un valor certificado. Como Ingenieros en Topografía certificamos mediciones a diario con el mismo criterio y rigor que hemos trasladado a las medidas de las cimas”.