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MEDIO AMBIENTE

La mayoría de glaciares del Pirineo no llegarán a 2030

Nacho López, geógrafo del IPE-CSIC, cree que su desaparición es “inminente”

El glaciar de Monte Perdido, ya dividido definitivamente en el cuerpo occidental y el oriental.
El glaciar de Monte Perdido, ya dividido definitivamente en el cuerpo occidental y el oriental.
Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido

“Creo que en los próximos cinco años van a desaparecer la práctica totalidad de los glaciares del Pirineo. Muchos ya están en el límite de poderse considerar glaciares, metidos en su última fase. Y la desaparición total podría llegar en una década o década y media”.

Es el contundente pronóstico de Nacho López, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología-CSIC, especializado en efectos de la nieve y glaciares.

Para él, la desaparición de los glaciares significaría “la pérdida de un patrimonio paisajístico único, de los últimos glaciares del sur de Europa”. Pero, principalmente, es “una muestra de que el clima de nuestras montañas ha cambiado hasta el punto de que desaparezcan los que llevaban miles de años”.

Se debe a un calentamiento global que, según comenta, también tiene que ver con que el planeta está saliendo de una etapa más fría, la ‘Pequeña edad del hielo’. Sin embargo, “está siendo mucho más rápido que en otros momentos históricos ya que buena parte se debe al factor humano”.

En concreto, ha señalado la emisión de gases de efecto invernadero, algo que “no tiene precedentes y está acelerando el proceso”. López advierte de que o se suaviza esta tendencia o “podemos llegar a niveles absolutamente nunca vistos”.

Cambios en los glaciares

Un momento climático como este puede conllevar la transformación de algunos glaciares en glaciares negros, es decir, masas de hielo cubiertas por piedras porque han perdido la capacidad de expulsar los cuerpos que les caen.

En el Pirineo aragonés, un ejemplo es el de Los Infiernos, pero también el cuerpo occidental del de Monte Perdido -cuya partición se corroboró hace unos días-. “Se llaman glaciares negros, pero serán neveros negros”, ya que “no tendrán movimiento”, una característica de cualquier cuerpo glaciar.

En cambio, sí que puede considerarse un glaciar como tal el cuerpo oriental del de Monte Perdido, al que sí se le identifica una zona de acumulación, grietas y movimiento. Aunque, advierte López, “en franco retroceso y con problemas”.

Retroceso por décadas del Glaciar de la Maladeta.
Retroceso por décadas del Glaciar de la Maladeta.
Ministerio de Transición Ecológica.

Desgraciadamente, no hay una solución para este proceso que los expertos ven “como una cosa inminente”. De hecho, López ha aclarado que “aunque las emisiones de efecto invernadero se redujeran a cero, la inercia del sistema climático no haría que las temperaturas se estabilizaran, y a los glaciares no les daría tiempo a recuperarse”.

Aunque, avisa, “esto no quiere decir que no haya que hacerlo. Las administraciones y la sociedad tienen que tomar las medidas para que a medio plazo se estabilice el sistema climático”.

Una muerte anunciado, pero no tan temprana

“Cuando nos preguntaban cuánto durarían los glaciares, siempre les dábamos unos 30 o 50 años de vida”, ha declarado Nacho López. Sin embargo, los últimos dos años han resultado catastróficos: “estamos teniendo tasas de pérdida de hielo tres veces superiores a lo que venía ocurriendo los últimos diez años, que ya eran cifras muy elevadas”.

Estado del glaciar del Aneto en agosto de 2023.
Estado del glaciar del Aneto en agosto de 2023.
Eñaut Izagirre

Así, ahora mismo el pronóstico es mucho peor. Para López, dentro de 15 años solo quedarán “pequeños trozos de hielo sin movimiento, o hielo bajo las rocas en forma de permafrost”.

Aún así, seguirá habiendo nieve en el Pirineo durante años “porque los meses fríos del invierno son suficientemente fríos como para que a cotas relativamente altas nieve”.

Con respecto al esquí, el investigador expone que “la nieve seguirá siendo una opción y un beneficio durante unos años”, pero que su duración podría ser menor por el incremento de las temperaturas. De esta manera, “no hay que tener una dependencia de este recurso porque ya se alternan temporadas muy justas de nieve”.

Un diagnóstico de un experto a todas luces complicado del desarrollo climático de la región, que llama a replantearse el presente y el futuro de todos.