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Los vecinos de Caneto insisten en que “el pueblo depende de la escuela”

Padres y madres de alumnos de O Chinebro mantienen la docencia tras el cierre y en la localidad hay indignación por la clausura de las dos aulas 

Alumnos de Primaria en la escuela de Caneto con una madre que realiza la labor de docente.
Alumnos de Primaria en la escuela de Caneto con una madre que realiza la labor de docente.
Laura Ayerbe

Los padres y madres de los 21 niños escolarizados en Caneto, en el municipio de La Fueva, se hallan volcados en su actividad como docentes accidentales, ayudados por familiares, tras la clausura de las dos aulas de Infantil y Primaria a principios de este mes, tras la decisión del Departamento aragonés de Educación de decretar el cierre del colegio al encontrar irregularidades e impedir que los maestros de la enseñanza pública puedan seguir impartiendo las clases. La oferta de Educación de costear el transporte y el comedor para escolarizarlos en Tierrantona no convence a las familias, que han decidido ponerse al frente de la educación de los alumnos.

En una de las aulas de Primaria, mientras uno de los niños aprendía tablas de multiplicar con formas geométricas para favorecer su aprendizaje, otros dos de ellos realizaban prácticas con internet en diversos rincones educativos del espacio. “Se trata de una forma de fomentar el aprendizaje de la autogestión de su tiempo a través de diversos retos, deberes y materias”, explica Eduard Jubert, portavoz del Ampa de la Escuela O Chinebro que integra a las 14 familias afectadas por la clausura de la escuela, quien expresa la preocupación por que sus hijos puedan seguir su proceso de escolarización.

Ante el estado de shock vecinal que ha supuesto el decreto de cierre de la escuela, donde dos estufas de leña perfectamente aisladas llenaban de calor los espacios docentes en horario de 9 a 14 horas, niños y padres se esforzaban en tratar de recuperar la normalidad.

El inicio del pueblo de Caneto comenzó en la década de los 80, cuando dos familias arrancaron el proyecto de repoblación. “Eran terrenos de la población que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) cedía a la Asociación Cultural La Senda como propietaria del pueblo de Caneto”, recuerda Eduard Jubert. Un documento de este organismo dependiente del Gobierno central que, defienden desde el colectivo, respalda la construcción de la escuela mientras el Ayuntamiento de La Fueva trabaja en la recalificación de los suelos rústicos a urbanos en toda la población de Caneto. “La CHE se hace responsable de conceder el permiso para construir la escuela”, detalla Eduard Jubert.

Desde los inicios, el objetivo de la asociación “reside en la repoblación, la reconstrucción de las casas y de algunos terrenos que forman parte del municipio”. Unos inicios, recuerda Jubert, en los que Caneto “eran ruinas, pajares y establos”.

Con esta premisa, en la década de los 90 comenzó la primera reestructuración del pueblo, que contaba con 12 niños, algunos de ellos de algún pueblo vecino con el que se reabrió la primera escuela en la ermita de la localidad, gracias al impulso de cuatro familias. Una vez que los niños se van a estudiar fuera, “el pueblo se vuelve a quedar vacío”.

Algunos de esos pequeños, que pasaron sus primeros años de etapa escolar en Caneto, regresaron a la localidad en 2015. En ese momento, ya como padres con niños, y decidieron vivir de nuevo en la localidad “tras una experiencia que para ellos les había marcado la vida” y afrontar esta etapa junto a algunos amigos, como es el caso de Jubert.

Fue entonces cuando la población vivió algunos de los hitos más importantes, como el asfaltado de la pista forestal de acceso, que era de tierra, con la ayuda del Ayuntamiento de La Fueva, al ver que se estaba generando un movimiento de población en la localidad.

Con la necesidad de realizar una escuela en el pueblo, nació la Asociación Educativa O Chinebro, impulsada por los padres de los niños y que partió con la necesidad de ayudarse mutuamente entre todos. “Tratamos de compaginar un oficio nuevo con nuestro trabajo”, comenta. Desde un primer momento, “la clave para venir aquí es organizarte tu vida laboral porque sino no tiene sentido”, explica Jubert.

“La idea de vivir en un pueblo es estar en él”

Entre los padres existen personas que teletrabajan en Caneto, otros son dueños de una herboristería, hay fisioterapeutas, autónomos, un ingeniero o una trabajadora social, trabajos que desarrollan en la misma localidad o en otras próximas. “La idea de vivir en un pueblo es estar en él”, recalca el portavoz del Ampa.

Antes de empezar las construcción de la escuela, los padres construyeron un octógono, que forma parte de este espacio situado junto a un bosque. El objetivo, explica, “es ayudarnos entre los padres a cuidar de los niños y que ellos convivan”, además de fomentar un espacio en el que los 15 o 16 niños de entonces tuvieran la oportunidad de conocer las letras y matemáticas de 0 a 6 años. Actualmente, este espacio es utilizado por los niños de 0 a 3 años gracias a un programa de conciliación familiar de la Comarca de Sobrarbe, donde disponen de juguetes y piezas para fomentar la creatividad.

Con la necesidad de ofrecer una escolarización a los niños, los padres se pusieron en contacto con el alcalde de La Fueva, y éste, con la Dirección Provincial de Educación para analizar la situación y apoyar la creación de una escuela en Caneto en 2017.

Al año siguiente, la escuela recibió a sus primeros profesores de la enseñanza pública, que impartieron clases hasta el pasado 3 de noviembre. Para la construcción y apertura de la escuela, explica Jubert, parte del dinero fue puesto por el Ayuntamiento de La Fueva y por los padres. Fue en 2018 cuando comenzaron las clases impartidas por el profesorado a través de la Dirección Provincial de Educación.

Tras ello, la construcción de las dos casas para la escuela de Caneto se realizó con la financiación del Ayuntamiento de La Fueva y la Diputación Provincial de Huesca (DPH). Ambos inmuebles están equipados con red de saneamiento, agua, calefacción con una estufa de leña, luz, en este último caso con energía fotovoltaica, además de conexión a internet con la compañía Embou. Y la instalación del mobiliario del interior, recalca Jubert, se logró gracias a la financiación del Gobierno de Aragón. “Si tiene que venir una empresa y aislarlo todo y poner un sistema ignífugo, nosotros no ponemos ningún problema. El lugar es seguro. Otra cosa es que si no cumple una normativa hará falta hacer una inversión”, subraya. “Si hay deficiencias, que venga la administración y lo arregle”, reivindica Jubert.

54 habitantes y 21 escolares

En la actualidad la localidad de Caneto cuenta con unos 54 habitantes que representan a 14 familias, de las cuales hay 21 niños, 14 de ellos en Educación Primaria y los 7 restantes en Infantil.

De forma temporal, los padres y madres de los 21 escolares de Caneto se están volcando estos días en dar clases a sus hijos. “Por suerte, la mayor parte de los padres hemos realizado estudios superiores e incluso uno de ellos recibió enseñanza superior”, subraya Jubert. De estos escolares uno, alumno de Sexto de Primaria, pasará el año próximo al instituto y dejará la localidad.

Tilopa Planas tiene 43 años y es padre de 3 niños en Caneto. “Estábamos muy orgullosos de todo lo que habíamos conseguido hasta que nos cerraron la escuela. Creemos que no se ha tenido en cuenta a los niños. En tres días no se puede cerrar un colegio y dejar la situación así en el aire”, explica.

Por su parte, Elisabeth Gavaldá, de 44 años y madre de 3 niños, muestra su tristeza ante lo acontecido. “Vemos que nos han puesto del revés y nos hemos tenido que reorganizar a nivel laboral. Se nos ha ninguneado”. A su juicio, “si es un tema burocrático o administrativo, se puede solucionar con la escuela en marcha”.

También los niños defienden su centro. “Estas semanas estamos un poco peor y preferiríamos que volvieran los maestros”, asegura Lorien Planas, de 11 años y en 6º de Primaria. A él, le encanta su colegio “porque está cerca de casa y por el bosque”. Su prima Eiren Planas, de 8 años y en 3º de Primaria, también destaca la cercanía. “Si estuviera en Tierrantona tendría que ir en autobús”, casi a una hora por carretera de montaña. “Aquí tengo muchos amigos”, añade. También Lila Font, de 10 años, de 5º de Primaria, defiende su colegio. “Hemos cambiado un poco el horario, pero estamos bien”, indica en un momento del descanso del recreo mientras almuerza y añade: “En la escuela aprendemos de muchas formas diferentes, es muy divertido”.