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OJO AVIZOR

Estos son los lugares más mágicos de la provincia de Huesca

Eduardo Viñuales redescubre el Alto Aragón dando voz a culturas, gentes y naturaleza que antaño lo habitaron

Muralla China de Finestras, en Viacamp y Litera, Comarca de Ribagorza
Muralla China de Finestras, en Viacamp y Litera, Comarca de Ribagorza
Eduardo Viñuales

No pecará este artículo de contar a las gentes del Alto Aragón, -que bien saben lo que tienen entre manos-, cuáles son los lugares más mágicos de su territorio. No es esa su intención, sino todo lo contrario. Su pretensión es animar, como lo haría “El Abuelo”, a cargarse a la espalda la mochila y recorrer los rincones más recónditos de este país, poseedor de una inmensa tradición de culturas, civilizaciones y naturalezas que antaño lo habitaron.

Este fue el punto de partida que tomó Eduardo Viñuales, naturalista y escritor, para comenzar a escribir “101 lugares de Aragón sorprendentes”. La publicación de Anaya Touring arranca con la popular estrofa de Labordeta: Polvo, niebla, viento y sol... “que tan bien describe nuestro territorio”, subraya el autor, antes de dar paso a 101 capítulos que reparan en joyas patrimoniales repartidas por Huesca, Zaragoza y Teruel y se distribuyen entre el mundo de lo natural y de lo cultural o histórico-artístico.

Visitantes en los Baños de Tiermas, en Sigüés, zona norte de la provincia de Zaragoza y pertenece a la Comarca de La Jacetania.
Visitantes en los Baños de Tiermas, en Sigüés, zona norte de la provincia de Zaragoza y pertenece a la Comarca de La Jacetania.
Eduardo Viñuales

“Es una invitación a explorar”, remarca en el prólogo el geógrafo Severino Pallaruelo, pirineísta y amigo, que ha recorrido junto al escritor multitud de estos lugares, “y he sido testigo de cómo la naturaleza lo ama, porque en sus páginas, se percibe el amor que él le profesa”, sostiene. “Lector”, sugiere en la introducción, “quizá para ver los paisajes como el autor los ve, haya que poner la curiosidad, el amor y la constancia que él ha puesto”.

Tejos de Crapera, en Torla-Ordesa, Comarca de Sobrarbe.
Tejos de Crapera, en Torla-Ordesa, Comarca de Sobrarbe.
Eduardo Viñuales

Del conjunto, 34 de estos 101 “mágicos” lugares se encuentran en la provincia de Huesca. La publicación se adentra en el territorio desde su punto más occidental en Aguas Tuertas (Ansó) a los primeros rayos del sol altoaragonés en Ballobar. Desde las iniciales edades geológicas del Pirineo a la arquitectura moderna de la capital oscense, pasando por las herencias de la época romana, musulmana y medieval. De los centenarios Tejos de Crapera (Ordesa) a los legendarios sarrios del macizo de Cotiella (Laspuña). Del prefecto Poncio Pilato al artista Ramón Acín.

“Se trata de invitar a extranjeros y nativos a redescubrir estos rincones, que quizás no son los más conocidos por el gran público, pero que son igualmente sorprendentes, así que el lector puede llevarse una grata sorpresa”, destaca Eduardo Viñuales.

Escondites

Uno de estos escondites está en Sigüés (Jacetania). Los Baños de Tiermas se remontan a la época romana. Ahí se ubicaba un antiguo balneario llamado “Los baños de Pilato” “Los baños de Pilato. “Desaparecieron con la construcción del pantano de Yesa, sin embargo, cuando bajan las aguas del embalse, reaparecen los edificios y el manantial de agua caliente sigue brotando del suelo. No son pocos los que se dan algunos baños terapéuticos”, apunta el autor.

Lagos Blancos de Literola, en Benasque, Comarca de Ribagorza.
Lagos Blancos de Literola, en Benasque, Comarca de Ribagorza.
Eduardo Viñuales

Al otro extremo, en otro embalse, en Canelles, se eleva “la Muralla China de Finestres”. Donde calla ya el pueblo abandonado, a orillas del Noguera-Ribagozana, se alzan dos estratos calizos verticales sobre el agua del pantano de la sierra del Montsec. “Si la sequía lo permite, se pueden recorrer navegando. Además, merece la pena subir al cerro de la ermita de San Marcos, pasar por la iglesia de Santa María y ver los caserones”, valora.

Introducidos en las interioridades de la provincia, sobre toda la flora, hay una “arboleda singular” en Ordesa. Unos 200 ejemplares de tejos centenarios llegando al barranco de Crapera se pueden apreciar entrando por el valle de Bujaruelo y siguiendo el camino que va por el puerto de Gavarnie. Asegura el autor que poseen una “simbología especial” porque para el pueblo celta eran árboles “mágicos” y, actualmente, “son venerados en muchos países del norte de Europa”.

Entrada a los Pozos Fuente de Laluenga.
Entrada a los Pozos Fuente de Laluenga.
Eduardo Viñuales

Así, el libro hace mención a numerosos lugares que han sido de culto para las civilizaciones. Sobresale la ermita románica de San Ramón de Castro (Congosto De Olvena) y la sorpresa que habita en su interior. “El aljarfe situado en el coro está datado del año 1400. Es un techo de maderas labradas con vigas maestras. Lo más curioso de todo es su bestiario “fantástico” con ciervos, peces, un elefante que carga con un castillo, serpientes, águilas, lobos... Dicen que algunos personajes están sacados de El libro de las maravillas del mundo, protagonizado por Juan Mandeville.

La Catedral del agua

A lo largo de la historia, el ser humano se las ha ingeniado para conseguir un recurso natural vital: el agua. En el Somontano, los antepasados construyeron excavando en el suelo y la roca una serie de singulares pozos-fuente para acceder a los manantiales subterráneos. “Una magnífica obra de ingenieria de la Edad Media que puede visitarse gracias a la iluminación y las visitas turísticas, además del centro de interpretación que se hizo en Laluenga”, describe Viñuales sobre la llamada “Catedral del agua”.

Retablo de la ermita de San Román de Castro.
Retablo de la ermita de San Román de Castro.
Eduardo Viñuales

En Monzón, uno de los grandes desconocidos es la “Farmacia de la Alegría”. Este talud arenisco recoge más de 200 oquedades talladas a mano con varias interpretaciones. “Sabemos que hubo un yacimiento celtíbero, otro romano cuyos huecos podrían ser columbarios donde dejaban las cenizas de los muertos. Otros dicen que podrían ser ritos funerarios esotéricos donde se posaban velas siguiendo otras religiones del mundo antiguo. Parece que la teoría más aceptada por los historiadores es que se trata de una antigua farmacia árabe donde se posaban plantas medicinales y curativas a secar”, sostiene el autor.

De la ciencia al misticismo, dos lugares destacan por encima de los demás en la provincia: los esconjuraderos de Sobrarbe y el macizo de Cotiella. El primero de ellos, altares que servían para rezar y alejar las tormentas pirenaicas para evitar que afectasen al campo. El segundo, el macizo calcáreo, la montaña donde se reunían las brujas y que cuenta la leyenda de los Pirineos y la tumba de la princesa Pyrene. Tan caliza, tan rocosa, es un desierto a casi 3.000 metros de altura. A través de las páginas se puede ir descubriéndolos.

Pero como paisaje natural sin igual, culminan los ibones blancos de Literola. “Son blancos y no azules como el resto porque hasta hace 40 años había hielo glaciar, igual que en la cara norte de Monte Perdido o en el Aneto. La erosión ha provocado que el agua mantenga las partículas que llamamos “harina de glaciar”, una muestra más del cambio climático”, resalta el escritor. Finalmente, el paseo acaba en el Museo Provincial de Huesca, “un lugar que conserva la colección arqueológica y parte del patrimonio de la provincia, contando así nuestra historia”, concluye.