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La Traschinepro o la fuerza del deporte para impulsar un territorio: Caldearenas

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Ambiente que se genera el día de la celebración de la trail Traschinepro
Ambiente que se genera el día de la celebración de la trail Traschinepro
S. E.

Unos 150 corredores toman la salida: empieza la IV Traschinepro en Caldearenas. Será el próximo 3 de octubre, en la cara norte del puerto de Monrepós, una de las poblaciones donde hace parada el Canfranero y que, sorprendentemente, cuenta con más alumnos en su escuela que vecinos. El olor del cocido de María José Eneri, que regenta el bar restaurante, llama cada jueves a muchos comensales y, cualquier día, también hay más clientes en sus mesas que habitantes. Pero si hay un momento en el que las cifras se revolucionan, es el día de la prueba, que nació como “una fórmula para poner en valor el territorio”. Y se ha conseguido.

“Dibujamos la carrera en Wikiloc y esta herramienta nos cuenta la gente que va. El goteo es continuo, especialmente los meses de otoño y primavera. Es lo que siempre habíamos defendido. Van 150 personas el día de la carrera, pero muchas más después. El objetivo no es la carrera, sino que es la excusa para dar a conocer el territorio”, explica Nacho Viscasillas, director de la carrera, organizada por Sportevento.

El trailrunner Juan Carlos Apilluelo quedó sorprendido de la organización de una prueba que podía estar al nivel de las nacionales por el recorrido, o Dani Cremades, ganador de la edición de 2017, asegura que hay que hacerla. Pero no hay que asustarse, que hay tres recorridos para todos los niveles: una andada y una 10K, con un desnivel positivo de 119 metros y que sigue la senda de Izarbe; y la 21K, con más 1.000 de desnivel, que regala una imagen muy poco habitual del Pirineo y alcanza los 1.464 metros de altitud. A partir de allí, empieza la bajada bastante técnica, deja a la izquierda la cascada de Estozagabachos y la ermita de la Virgen de los Ríos. “Es un recorrido que los expertos lo tienen catalogado como ‘durillo’ y que gusta mucho. Atletas importantes del panorama nacional como Marta Vidal o Luis Alberto Hernando estuvieron hace poco entrenando y disfrutándolo”, recordó Primitivo Grasa, alcalde de Caldearenas, en la presentación.

La Traschinepro es única superviviente del circuito de carreras populares de la comarca del Alto Gállego tras la pandemia. “Más que una carrera para ‘pros’ es popular. Pero vienen participantes desde fuera de la comunidad de Aragón, por lo que el impacto económico que dejan en la zona también es destacable”, comenta Viscasillas.

Este año la covid no permitirá ofrecer la caldereta final y obligará a evitar aglomeraciones, pero nada impedirá el disfrute del deporte en la naturaleza. A cambio, se reparten bocadillos, que patrocina el bar restaurante Caldearenas, que María José Eneri lleva desde hace cuatro años, cuando vio la oportunidad de volver a su pueblo tras vivir en Jaca durante años y no se arrepiente. “La verdad es que este evento lo noto, porque siempre llega gente, los acompañantes… Y, en general, me funciona muy bien. Los fines de semana me llegan muchas cuadrillas de Huesca”, explica esta hostelera que además del cocido de los jueves, ofrece chuletas de vaca, arroz con bogavante, paella, manitas… “La senda de Izarbe atrae a mucha gente. En febrero, parecía agosto”, comenta, y algo habrá influido la carrera.

El recorrido lleva a Javierrelatre, el núcleo más habitado de un municipio que cuenta con 226 empadronados, según los datos del INE. Con unos 80 vecinos, algunos descubren la panadería y, de repente, sus rosquillas se convierten en imprescindibles. Volverán.

Ni siquiera se acercan a esa cifra en el resto de poblaciones del municipio: Latre, Anzánigo, San Vicente, Aquilué, Sesué y Estallo. De hecho, en la mayoría no llegan ni a 10 vecinos, pero entre ellos hay jóvenes que apuestan por revitalizar el territorio. En esta última, vive Idoia Eneri con su hijo David, uno de los que alumnos de la escuela unitaria de Caldearenas.

“Este año hay 16 escolares, pero hace 15 o 16 años, solo había siete. Sin duda, ha ido al alza. Es una escuela que puede tener futuro”, comenta Rosana Lascorz, la directora del colegio de Caldearenas, que después de unos años fuera ha regresado este curso. De hecho, el colegio Virgen de los Ríos estuvo amenazado de cierre. Ahora, asiste incluso más alumnado del que les correspondería, porque hay familias que han apostado por este tipo de enseñanza más cercana y más en contacto con la naturaleza. En sus aulas, se juntan seis escolares de Infantil y 10 de Primaria, que llegan desde Estallo, Sieso de Jaca, Ara, Anzánigo, Osia e Ibort.

“Se utilizan metodologías activas que se aplican a cada centro, porque no en todos los sitios funciona lo mismo. Además, es un colegio, muy bien dotado con tres pizarras digitales, tablets y portátiles”, resalta Rosana Lascorz. Además de ella, hay otra maestra con especialidades de Infantil y Audición y Lenguaje y una tercera de Primaria y Pedagogía Terapéutica, sin contar con los especialistas que comparten con los colegios Montecorona y Puente Sardas, entre ellos, el de Aragonés.

Y ahí va David, el nieto de María José Eneri. “Me he comprado una casa porque siempre he querido vivir aquí y así me he independizado”, comenta Idoia Eneri, la hija de María José que, a sus 30 años, ha apostado por el territorio. “Me dedicaba a la hostelería en Sabiñánigo y Jaca, y ahora ayudo a mi madre los fines de semana, pero trabajo con mi tío en Caldearenas en las granjas de cerdos, que es lo que me gusta”, indica. “Vendría más gente a vivir aquí, pero tampoco hay muchas casas. Viene gente, pero de segunda residencia”, comenta. “Cuando mi hijo sea más mayor ya veremos el futuro, pero mi hermano va al instituto a Sabiñánigo desde Caldearenas. Desde luego, no echo de menos Jaca , me gusta más la tranquilidad y la vida en el pueblo. Mi hijo tiene a sus abuelos y a sus tíos en Sabiñánigo y si no… está el tren”, comenta.

Mientras corredoras como Marta Vidal desafían a las piedras y muchas familias aprovechan la cita para disfrutar de la Senda de Izarbe, otros con niños viven la fiesta del deporte en Caldearenas, donde se organizan juegos tradicionales como otra fórmula de dar a conocer también el patrimonio. “Muchas veces corre uno de la pareja y el otro se queda en el pueblo y organizamos actividades para ellos”, detalla el director. Si bien este año hay limitaciones por la covid, confían en que la próxima edición pueda celebrarse mejor, aunque ya es una gran fiesta. Al final, “el deporte es una ventana abierta el territorio”, comenta Nacho Viscasillas.