Alto Gállego

MEMORIA

Próxima entrega de los restos de los exhumados a sus familias

Identificados tres de los nueve vecinos de Biescas que estaban en una fosa

Trabajos de exhumación de los vecinos de Biescas en una fosa común del cementerio de Jaca.
Trabajos de exhumación de los vecinos de Biescas en una fosa común del cementerio de Jaca.
S. E.

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) entregará el próximo mes de mayo a sus familiares, los restos de nueve vecinos de Biescas asesinados el 3 de septiembre de 1937 cuyos cuerpos fueron exhumados en mayo del año pasado, a petición de los familiares, de una fosa común en el cementerio de Jaca donde se encontraban. De ellos, siete eran naturales de Biescas: Maximino Bergua Lalaguna, Antonio Fanlo Maza, Nicasio Isabal Cajal, Esteban Aínsa Aso, Joaquín Gracia Claver, Ramón Cajal López, y Benito Lalaguna Callavé. Y dos, Agustín Villanúa Batalla y Juan Artigas Martínez, eran nacidos en Igriés y Agüero, respectivamente, pero en el momento de la detención estaban en Biescas.

Sus restos se llevaron al laboratorio que la ARMH tiene en Ponferrada (León). Allí se les ha hecho un estudio antropológico, se les ha tomado ADN para cotejarlo con el de las familias y poderlos identificar.

El nieto de uno de los vecinos de Biescas, Toño Lalaguna, comenta a este diario que de los nueve ya se han identificado a tres de ellos: Máximo Bergua Lalaguna, Antonio Fanlo Maza y Agustín Villanúa Batalla, “por tener descendientes directos vivos, y la de los otros seis está siendo más lenta, pero nos han dicho del laboratorio que en mayo estarán todos identificados. Los que ya están, nos los entregaban a los familiares, pero hemos querido esperar a que estén todos. Todos salieron juntos de Biescas, pues que vuelvan juntos”.

Toño Lalaguna dice que no quieren politizar este tema. “Los familiares, y esto lo hemos hablado entre todos, lo que queremos es cerrar una herida. Es muy triste pensar que estaban tirados en una fosa de cualquier manera, de hecho, cuando los sacaron salieron así, se veía que el trato que les habían dado incluso después de muertos fue cruel. Nosotros hemos querido recuperar sus restos para darles un entierro digno y cerrar una herida, y como digo, no se trata de politizar nada”. Todos los familiares, en el momento en “que ya sacamos a esta pobre gente de la fosa, nos hemos quedado muy aliviados. Sabíamos dónde estaban, pero hasta que no abres y ves lo que tienes delante no sabes que te vas a encontrar, tenías mucha incertidumbre”.

Lalaguna recuerda que el día que cerraron la fosa “arreglamos la tierra y recogimos la herramienta, yo fui el último en salir de allí, volví la vista atrás y di un suspiro de alivio. Por eso creo que las familias que se ven en esta situación deberían tener el derecho a recuperar a sus seres queridos. Mi conciencia me decía que había que recuperarlos, no podía ignorar lo que había pasado”.

Los nueve fueron detenidos en Biescas entre octubre y noviembre de 1936 por Falange. “Estuvieron presos en el Fuerte de Rapitán y en el Seminario de Jaca, según las informaciones encontradas, hasta el 2 de septiembre de 1937 cuando los falangistas los llevaron a la ermita de La Victoria para asesinarlos al día siguiente en la tapia del cementerio”, explica Malena García, voluntaria de ARMH que participó en las exhumaciones.

Al comienzo de la Guerra Civil, según la información encontrada, fueron destruidas unas pilonas que transportaban electricidad a Biescas y los pueblos de alrededor. Y esto fue utilizado como excusa de sabotaje para detener a nueve vecinos de Biescas como represalia, que fueron encarcelados y asesinados. Se les enterró en una fosa común en Jaca y fueron inscritos en el libro de enterramiento como “Los nueve sin nombre”.