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Sara Ibarz, de arcoíris infantiles a incorporarse al sector agrario

Con 31 años, esta emprendedora ve más ventajas que desventajas a vivir en Zaidín

Sara Ibarz está acondicionando el terreno que ha comprado para dedicarlo a plantar melocotones y paraguayos.
Sara Ibarz está acondicionando el terreno que ha comprado para dedicarlo a plantar melocotones y paraguayos.
S.E.

Sara Ibarz se acaba de incorporar al sector agrario porque con su marido, que es agricultor, querían “crecer”, y por ello decidió comprar unos terrenos para plantar árboles frutales. “Ya hace unos años me planteé incorporarme y en 2016 empecé a formarme porque yo no he estudiado para ser agricultora”, explica, aunque no ha sido hasta este 2023 cuando ha dado el salto.

Sara estudió en Navarra un grado relacionado con administración y dirección de empresas, y tras hacer unas prácticas en Barcelona, en 2015 volvió a Zaidín para trabajar en la empresa de su familia, Frutas Casillé; una opción por la que se decidió frente a otra propuesta que tenía para trabajar en la ciudad Condal “por la calidad de vida” que pensaba y sigue pensando le ofrece una localidad pequeña frente a una gran ciudad.

En este tiempo, se ha casado con su pareja, también de Zaidín, y han tenido tres hijos, lo que “ha sido bastante definitivo” para que decidiera quedarse. El carácter emprendedor de Sara le llevó a hacerse autónoma en 2018 para poner en marcha ‘Peach&Apricot’, la firma de decoración infantil que vende a través de internet y que tiene en sus arcoíris de tela su producto estrella, hasta el punto de que han llegado a medio mundo. Compaginaba su trabajo en la empresa familiar con su marca de artesanía textil, hasta que el año pasado le surgió la oportunidad de comprar unas tierras. “Le empecé a dar vueltas otra vez y, al final, hicimos el proyecto y me he incorporado”, afirma, y aclara que “su marido es agricultor por su cuenta, su familia tiene la empresa frutícola” y ahora ella se ha incorporado al sector también por su cuenta. Su idea es plantar melocotón y paraguayo.

A sus 31 años está contenta con la decisión que ha tomado de establecerse en Zaidín, donde tiene cerca a su familia y puede desarrollar un proyecto profesional. Y aunque reconoce que también hay “alguna desventaja” en el capítulo de servicios y que vivir en un pueblo “no es perfecto”, apunta que “las ventajas ganan a esas desventajas” y en futuro -concluye- se ve viviendo allí.