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David Badía: "Nos hemos vuelto urbanitas y conviene recordar que el supermercado no genera alimentos"

Nacido en Fraga en 1962, es biólogo de formación y profesor de Ciencias del Suelo en la Escuela Politécnica Superior de Huesca

David Badía.
David Badía.
Laura Ayerbe

Hace tres décadas, una generación entera de estudiantes llegó al Campus de Huesca de la Universidad de Zaragoza. Juntos levantaron una comunidad científica desde cero. David Badía fue uno de esos jóvenes que han dedicado su vida al estudio y mejora del territorio del Alto Aragón.

¿Cómo recuerda las tierras de Fraga cuando era niño?

—El primer contacto llegó por mis abuelos, los paternos tenían una huerta a las afueras de Fraga donde pasé largas horas y los maternos, una masía en Mont-Ral que fueron las vacaciones de mi infancia. Tengo grabado el recuerdo de ver trabajar la tierra.

¿Cómo ha cambiado?

—Antes era mayor la población dedicada al sector primario, el fraccionamiento se dividía en superficies pequeñas en las que podías salir adelante con media hectárea. Hoy en día eso es imposible, la agricultura ha dado paso a las grandes corporaciones y las familias optan por otras opciones.

¿Le preocupa la desertificación en el Alto Aragón?

—En 2023, la temperatura de la provincia subió 1,45 grados. Una mayor evapotranspiración implica más déficit hídrico, lo que supone estrés en el paisaje y que, definitivamente, la cubierta vegetal cambie. En el centro del valle del Ebro o en los llanos monegrinos el cambio ya se ha producido.

¿Cuantas cosechas le quedan al territorio a este ritmo?

—Hay una clara correlación entre la pluviometría anual y la producción. En secano, si sigue lloviendo menos, puede que no sea rentable invertir en semilla, maquinaría o fertilizantes para producir menos cantidad. Pero en regadío dependerá del agua disponible. El maíz vive ahora un retroceso y vemos como los agricultores se adaptan a cultivos menos exigentes, regulando su producción y reduciendo sus costes.

¿Qué puede hacer el agricultor de a pie?

—Su opción es conservar al máximo la humedad del suelo manteniendo las cubiertas verdes. Cada año se cosecha y después se labra, dejando siempre el suelo desnudo. Con esta tendencia a mayor torrencialidad, la lluvia impacta en el suelo, pero no penetra. Los ecorregímenes de la PAC defienden “sombrear” el suelo para equilibrar el carbono y técnicas ahora boyantes como la “agricultura regenerativa” son los métodos que se hacían en el pasado.

Entonces, ¿es imprescindible también el uso de ganadería extensiva?

—Sin ella, el paisaje mosaico desaparece, combustible para los incendios. Las quemas de alta montaña no son suficientes para mantener el medio y el pastoreo está en peligro de extinción.

Los incendios acontecidos en Canadá, ¿podrían verse en el Pirineo?

—Los bosques están cada vez en peores condiciones. Desbrozar o hacer quemas controladas mejora la situación, pero si no hay ganado de forma sostenida, el matorral se recupera. Además, ya no hay hervíboros y hace más calor, aunque, la tecnología y la comunicación pueden ayudarnos.

¿Qué es la Alianza de Suelos de los Pirineos?

—Nace con la idea de adquirir conocimiento porque nuestros vecinos van aventajados. Navarra tiene una herramienta pública con el 50 % del territorio cartografiado y Cataluña, alrededor del 40 %. Cada suelo tiene su clasificación y facilita la planificación de instalación de energías renovables. En Aragón todo esto es un desierto y debe haber un compromiso institucional.

¿Qué papel cumplen los medios de comunicación en su vida?

—Son fundamentales, el Suplemento Agroalimentario, Tempero o Puertas al Campo acercan el sector primario a los habitantes de la ciudad. Nos hemos vuelto un poco urbanitas y conviene recordar que el supermercado no genera los alimentos, que son los agricultores y los ganaderos quienes nos los proporcionan.

¿Qué mejoraría en el territorio?

—El asentamiento de población, si la gente no se queda, el territorio no consigue avanzar. Tenemos talento y conocimiento, ahora necesitamos recursos para seguir creciendo.