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Flores El Cisne: "Detrás del negocio hubo sacrificio y también una enorme satisfacción"

Las hermanas María Pilar y Rosa María Pardo Callizo cerraron su célebre floristería el 5 de abril, después de 40 años

María Pilar y Rosa María, en la puerta de Flores El Cisne.
María Pilar y Rosa María, en la puerta de Flores El Cisne.
Ricardo Grasa

"Ha llegado el momento de decir adiós. Hace más de 40 años comenzamos esta aventura, que con vuestra ayuda fue creciendo poco a poco. Detrás de este pequeño negocio, hay mucho sudor y mucho sacrificio, pero también una enorme satisfacción. Ha sido muy gratificante recibir vuestro reconocimiento a nuestro trabajo, tanto en los eventos especiales como en el día a día”. “Nos despedimos el día 5 de abril. Las despedidas no son fáciles y ésta está llena de sentimientos encontrados: la tristeza de cerrar la floristería y la necesidad de comenzar una nueva etapa. Así que, a todos nuestros clientes y ahora amigos queremos deciros ‘gracias, gracias y mil gracias’, por todo lo que hemos vivido estos años juntos, por vuestro cariño y vuestra confianza en nosotras”.

Con estas palabras colgadas en la puerta de la tienda y sus redes sociales, María Pilar Pardo Callizo y Rosa María Pardo Callizo se despiden de una clientela que correspondió con “muchas muestras de cariño y agradecimiento” hacia las responsables de Flores El Cisne, que reconocen que “se han creado vínculos afectivos”. “Nos han llegado muchos mensajes a través de Facebook y mucha gente ha venido a decirnos adiós”, destacan, abrumadas al recibir tanto afecto.

Flores El Cisne abrió en 1984 y se despide desde el local de la avenida de la Jacetania, número 8, que ocupó durante los últimos 20 años. “Iniciamos el negocio con mi marido -Rafael Puyuelo- en la plaza de San Pedro, donde estaba la tienda de los animales y las plantas”.

Al cabo de unos años, “empezó a aumentar el negocio y trabajábamos coronas para hoteles, bodas… Mi suegra me cedió un trozo del almacén del bary allí estuve unos cinco años. El negocio siguió creciendo, necesitábamos más espacio y cogimos el local de enfrente. Allí, instalamos la tienda hasta que se quemó el edificio y compramos el bar de mi cuñado”, explican.

El balance de estos 40 años “es muy positivo” para las jaquesas, que se muestran “satisfechas”. “Hemos ido creciendo poco a poco y hemos dedicado nuestra vida a la familia y luego al negocio”, continuó la dueña de la floristería, María Pilar, que concluye su etapa laboral, como ya hizo su marido, que hace unos seis años echó el cierre a la cercana tienda de animales.

La decisión de cerrar obedece a motivos cotidianos. “Llegó la hora de jubilarme. Y mi hermana, que es cinco años más joven, está delicada de salud y no podía hacerse cargo del negocio”, apuntó María Pilar, que siempre tuvo en cuenta el interés general de Jaca. De hecho, en lugar de echar el cierre el 30 de marzo, lo hizo el 5 de abril con el propósito de “atender a las cofradías y las hermandades de Semana Santa”.

Durante la mayor parte de la historia de esta floristería llegaron a trabajar “entre 3 y 4 personas”. Como en otros negocios, “hubo momentos de tensión y agobio”, pero “se trató de atender bien a todo el mundo”, según indican las hermanas, a cuya tienda acudía “gente de Jaca o de los pueblos y también muchos clientes de fuera, de Zaragoza, Madrid, vascos y hasta andaluces”.

A lo largo del año, “había muchos días señalados y con bastante faena”. “Empezábamos en Navidad y Reyes; luego, venían San Valentín, el día del padre y el de la madre, Semana Santa…”, enumeran las jaquesas, que también ponían su granito de arena al embellecer el festejo del Primer Viernes de Mayo o la procesión de Santa Orosia en el marco de las fiestas patronales de Jaca.

Flores El Cisne estuvo presente en momentos especiales de la vida de varias generaciones de jaqueses como “las comuniones o las bodas”, para primavera y verano, un periodo en el que “había bastante afluencia”, dejando paso a “un pequeño parón, cuando se iba el turismo”. El negocio también abarcó el ámbito funerario, en especial para Todos los Santos. Cuatro décadas de trabajo dan para muchas curiosidades. “Lo más diferente fue una señora que nos encargó un funeral en vida. Decoramos la iglesia mucho, incluso más que para una boda”, destacó Rosa María.

Estaban acostumbradas a “atender todo tipo de demanda”, tanto de flores naturales como “en artificial”. “Muchas veces nos han venido clientes con nombres de plantas o flores que hemos encargado de propio, como una flor especial para un ramo de novia. Si hemos podido, lo hemos conseguido”, explicaron.

“Los eventos de mayor trabajo han sido las bodas actuales, que llevan bastante faena y el compromiso de tener que hacerlo todo en el día”, como reconocen las hermanas, para las que “ha habido momentos duros y de mucho trabajo en poco tiempo, pero difíciles no, porque nos hemos preparado mucho, haciendo varios cursos cada año”.

Además, “hemos salido al extranjero y hemos formado parte de un grupo de floristas a nivel europeo”, agregan las jaquesas, que llevan idea de alquilar el local y disfrutar de un merecido descanso, habiéndose ganado el cariño de sus vecinos.