Jacetania

Ansó luce siglos de historia y presume con orgullo de su riqueza patrimonial

La presentación de los trajes en la plaza fue el culmen de una espléndida jornada de tradición

Los habitantes de Ansó han vestido con orgullo siglos de historia y difundieron el mayor legado de sus antepasados, este domingo, durante la 52ª edición del Día del Traje Tradicional Ansotano, que finalmente se ha librado de las amenazas de la lluvia, pudiendo llevar a cabo el habitual programa organizado con mimo para una fecha tan señalada.

Un año más, la antigüedad de estos trajes de origen medieval y su relación directa con el modo de vida de los ansotanos han conseguido despertar la curiosidad de un amplio número de visitantes, que han acudido fieles a su cita con esta Fiesta de Interés Turístico Nacional, que ha multiplicado por unas horas la actividad en este pueblo de 400 vecinos.

Alrededor de 120 ansotanos -entre hombres y mujeres, desde grandes a pequeños- han convertido por un día en modelos, luciendo la mejor de sus sonrisas ante cientos de móviles y cámaras que se han afanado por capturar esta jornada mágica, en la que el traje ha emergido como el denominador común de Uno de los Pueblos Más Bonitos de España.

“El traje tradicional es un claro signo de identidad y de unión”, ha destacado la alcaldesa, Blanca Alfonso de la Riva, luciendo una de las indumentarias tradicionales, desde el balcón del Consistorio, al dirigirse a los presentes, animándoles a disfrutar de “la belleza, la singularidad y el colorido” de las vestimentas, y emplazándoles a “darlas a conocer a futuras generaciones”.

Precisamente, el galardón de agradecimiento que concede de forma anual el Ayuntamiento de Ansó y que se entrega en el marco de esta fiesta ha recaído sobre los propios estudiantes de la escuela ansotana, siendo recogido por dos niñas -de distintas edades- vestidas con el traje típico, ante el aplauso de los vecinos y los visitantes que han llenado la plaza Domingo Miral.

Como ha explicado la regidora, “el galardón es un reconocimiento a los niños de Ansó, que se visten cada año con ilusión, alegría y gracia”. “Son los custodios de esta riqueza patrimonial” y están llamados a jugar un papel esencial, “transmitiéndola con cariño a los que vienen por detrás”.

“Este día es importante para mantener nuestras tradiciones, pero sobre todo para proyectarlas al futuro como algo vivo”, ha continuado el subdelegado del Gobierno en Huesca, Carlos Campo, recordando que “esta indumentaria, orgullo del Alto Aragón, logró enamorar a escritores como Benito Pérez Galdós y a pintores como Joaquín Sorolla”. Entre las autoridades presentes, también se ha dado cita la presidenta de la Comarca de la Jacetania, Olvido Moratinos, que ha portado uno de los trajes tradicionales.

Una quincena de variedades

En esta edición, el encargado de guiar la presentación de los trajes realizada sobre la pasarela instalada en la plaza Domingo Miral ha sido  Fermín Castillo, profesor de la escuela de diseño de Zaragoza y coordinador del proyecto europeo Stitch, en cuyo marco se ha elaborado una línea de moda actual basada en el traje ansotano y sus diferentes variedades.

Durante su intervención, Fermín Castillo ha dicho que “el traje de Ansó es reflejo de la historia, la cultura y las tradiciones” de sus habitantes, que “disponían de una variedad para cada momento de su vida”. A este respecto, cree que “es de valorar tanto la potente antigüedad de este traje, uno de los más antiguos de Europa, como su variedad, siendo un patrimonio muy rico e importante”.

El traje de Ansó cayó en desuso en los años 70, siendo los últimos en llevarlo María Mendiara, que falleció en 1986, y Jorge Puyó, que murió en 1992. A lo largo de su vida, ninguno de ellos empleó otros trajes que no fueran los tradicionales, cuyas variedades están vinculadas con la vida cotidiana de los ansotanos y los actos litúrgicos, como se explicó en el desfile por la pasarela.

Por un lado, están los trajes de trabajo, para niños y adultos, que se utilizaban tanto a diario como para las labores. La base de estos trajes son el calzón y el sombrero en el caso del hombre, mientras que entre las mujeres sobresalen la basquilla y el pañuelo sobre el tocado de churros (rulos donde se enrollaba el pelo para colocarlo como una diadema).

En el caso de los trajes de fiesta, el hombre llevaba calzón y la mujer, basquiña verde con tocado de churros forrado con cinta roja, que casadas y mayores cubrían con un pañuelo. Para acudir a la misa, se empleaba el saigüelo con mantilla blanca por encima de los churros.

Los trajes de los niños no distinguían el sexo hasta la Primera Comunión. Cronológicamente, están el de Cristianar (bautizo); el de diario, con faxadero verde; el de Periquillo (para la Confirmación), que se caracteriza por el gorro del mismo nombre; y el de saigüelo colorao, utilizado como traje de fiesta hasta la Primera Comunión. A partir de este momento, los jóvenes de Ansó empezaban a vestir como adultos: el niño, de calzón; y la niña, de saigüelo colorao o basquiña verde.

Otro de los momentos de la vida de los ansotanos en los que el traje está muy presente es el de la boda, distinguiéndose dos momentos: la ceremonia y la fiesta posterior. En la iglesia, la novia lleva la saya y la mantilla; y bajo éstas, saigüelo negro y basquiña, llegando a pesar todo ello en torno a unos 45 kilos. El novio porta calzón con adornos y anguarina. En la celebración, el novio se quita la anguarina, quedando visibles el calzón y los adornos, mientras que la mujer mantiene la basquiña, adornada con la escarapela (joyas del pecho) y los churros rojos a la vista.

El abanico de variedades del Traje de Ansó también incluye el de cofradía con saigüelo negro, utilizado por las mujeres para presidir ceremonias y actos populares; y el de alcalde, caracterizado por la capa propia de este cargo, la montera y el bastón de mando.

Los visitantes han tenido la oportunidad de contemplar diferentes trajes en las escenificaciones de costumbres típicas organizadas en el núcleo urbano, cuyas calles y plazas se han convertido en escenarios al aire libre, donde se ha mostrado cómo se preparaba la novia para la boda, cómo los niños asistían a clase y cómo los ansotanos organizaban las comidas o el interior de sus hogares.

Todas las variedades se pueden observar en el Museo del Traje de Ansó, que se levanta en la antigua ermita de Santa Bárbara, situada en la calle del mismo nombre, dentro del casco histórico. Inaugurado en 2011, dispone además de una vitrina dedicada a trajes invitados de otras zonas. Este año, se expone el que la mujer serrablesa empleaba para ir a la iglesia a finales del siglo XIX.