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El albergue de peregrinos de Jaca mejora sus datos este verano

Recibió a 530 visitantes entre julio y agosto frente a los 450 del año pasado 

Un grupo de peregrinos en Artieda, durante la recta final del tramo aragonés.
Un grupo de peregrinos en Artieda, durante la recta final del tramo aragonés.
S. E.

Unos 530 peregrinos (250 en julio y 280 en agosto) pasaron por el albergue municipal de Jaca, según las cifras facilitadas este martes por el centro. Alrededor de la mitad fueron españoles y el 25 %, franceses, mientras que el resto tuvo una procedencia muy diversa, debido a que predominaron los visitantes europeos, pero también hubo personas llegadas desde destinos más exóticos y lejanos, como Brasil, China o Nueva Zelanda.

Los datos del albergue jaqués permiten concluir que “se van recuperando cifras” previas a la pandemia, sin llegar a batir el récord de afluencia de peregrinos.

Este verano arroja datos superiores al de 2022, cuando por Jaca pasaron unos 450 peregrinos entre ambos meses (200 en julio y 250 en agosto). No obstante, desde el albergue explican que “el del año pasado no fue un verano normal, porque, aunque ya no había limitaciones de aforo, seguíamos con coletazos de la pandemia y había gente que tenía miedo”.

A pesar del incremento registrado de 2022 a 2023, la impresión es que “el verano ha estado más flojo de lo esperado”. Una vez consultados expertos en el Camino de Santiago, se cree que “el calor ha sido la causa principal” de que el albergue no alcanzase cifras superiores.

El tramo aragonés (desde el puerto del Somport a Undués de Lerda) se suele hacer en 5 o 6 etapas. “Con calor se hace duro” y de hecho, algunos peregrinos “habían reservado y llamaron para anular”, como explican desde el albergue de Jaca, que “está animado” este mes de septiembre, con menos calor y con una afluencia más reducida.

Hoy en día, el albergue de Jaca cuenta con 30 plazas (durante la pandemia, se redujo el aforo al 50 %). “Prácticamente, no se llena nunca”, por lo que acoge a todos los peregrinos que necesitan alojamiento. El albergue suele cerrar entre diciembre y febrero, cuando el frío y la nieve más dificultan el paso por el Somport. Sin embargo, “en esas fechas, hay otros posibles alojamientos”, de modo que “los peregrinos no se quedan desatendidos”.