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Astrid García Graells: “Nuestro desafío diario es trabajar por abrir la montaña a las mujeres”

“El club engloba a un 26 % de varones que están encantados. Por fin, pueden dejar de ser líderes y aprender de nuestra forma de hacer las cosas”

Astrid García Graells
Astrid García Graells
S. E.

Es socia fundadora y presidenta del club Montañeras Adebán, que se fundó en Jaca en 2018, siendo el primero de Aragón dirigido a las aficionadas a los deportes de montaña. Este fin de semana organizan las VII Jornadas de Mujer y Montaña, que abordarán la expedición que harán en enero al Aconcagua y el reciente trabajo para adecuar el refugio de La Mallata, en Gabardito (Villanúa).

Montañeras Adebán nació formalmente en febrero de 2018. Cinco años y medio después, ¿el club cumple las expectativas?

—Cuando lo creamos, pretendíamos construir un lugar donde las mujeres que sintieran afinidad por los deportes de montaña pudieran encontrarse y compartir. Ese reto ha sido conseguido y, superadas todas las expectativas, hoy en día conformamos un grupo de unas 300 personas.

¿Hay igualdad en los deportes de montaña en Aragón?

—Estamos en un 36 % de mujeres federadas en montaña, dato que ha crecido más que la media nacional en 2022. Aun así, hay muchos espacios donde todavía la presencia femenina se mide en unidades.

¿Qué dificultades tiene la mujer que quiere practicar deportes de montaña?

—Aparte de la conciliación familiar por crianza o cuidado de mayores, que sigue recayendo mayoritariamente sobre la mujer y priva del tiempo necesario para formarnos o practicar estos deportes, una ausencia de oferta adaptada a nuestras necesidades. La falta de referentes femeninos también retrae a las mujeres a integrarse en las propuestas de clubes o federaciones.

En su día a día, ¿cuál es la situación que más le irrita?

—Que el día se acabe.

¿Qué es lo que le gusta exprimir hasta la saciedad?

—El tiempo.

Los Reyes Magos les traen una expedición al Aconcagua. ¿Es el mayor desafío del club?

—La ilusión es grandísima. No es un viaje de montaña cualquiera, es un proyecto donde hemos confluido 10 mujeres dispuestas a subir a lo más alto del continente americano en un mensaje de empoderamiento femenino para afrontar nuestros retos y en definitiva, nuestra vida. Se puede decir que es el mayor desafío al que nos hemos enfrentado en materia de montaña, aunque nuestro desafío diario es trabajar por la apertura de estos deportes a la mujer en todos los ámbitos.

¿Cómo fue la experiencia de adecuar el refugio de La Mallata, que inauguran el domingo?

—Hemos vuelto a traer a la montaña la sana afición por cuidar lo que nos rodea y devolverle su valor, algo a lo que también nos dedicamos los amantes de la naturaleza, más allá de la práctica deportiva. Con esta iniciativa, en la que nos hemos sumado a Refugios Libres Dignos, queremos animar a los clubes a implicarse en el territorio y devolverle todo lo bueno que nos da.

¿Guasapear conecta o aísla?

—Nos viene muy bien la tecnología para organizar el club. WhatsApp es el lugar donde informarse de lo que afecta a nuestras aficiones. Ya no hay un día para ir al club, está abierto las 24 horas los 7 días.

A palabras necias, ¿oídos sordos, la otra mejilla o mamporro dialéctico?

—Este club lleva adelante un trabajo importante que transciende lo deportivo. La unión de tantas voluntades lo hace fuerte y firme, por lo que suele recibir felicitaciones, piropos y vítores, pues genera optimismo y la sensación de que algo nuevo avanza.

¿Por quién doblan las campanas? Un recuerdo en positivo.

—El club engloba a un 26 % de varones que están encantados con nuestro sistema. Por fin, pueden dejar de ser líderes y aprender de nuestra forma de hacer las cosas. Doblarían (las campanas) por quienes no nos creían capaces.

En esto del deporte, al margen de la montaña, ¿practica o admira?

—Practico cine como método de evasión. Me gusta encerrarme un par de horas en una sala oscura y que sucedan otras vidas, paisajes o conflictos de los que aprender o sentir empatía. Admiro enormemente a la selección de fútbol española que logró laurearse como campeona del mundo, porque, tras los episodios vividos en torno al machismo en el deporte, por fin todo el mundo ha entendido de qué estamos hablando las mujeres. Con ellas, hemos dado todos un paso de gigante.

Hoy organizan una subida a la peña Oroel. ¿Cuántas veces coronó la mítica cima?

—No las he contado, pero la he subido por cuatro caminos distintos.

En las jornadas va a haber una mesa redonda con Carrodilla Cabestre, Teresa Forn y Natalia Román. ¿Hacen falta más referentes femeninos o dar más visibilidad a las que hay?

—Es otro de nuestros objetivos: visibilizar a mujeres que puedan ser referentes y nos inspiren a afrontar nuestros retos. En el club estamos logrando traer a montañeras, corredoras o escaladoras, que siembran la esperanza en las más jóvenes, que van a tener la oportunidad de correr con Carrodilla, campeona del mundo juvenil en carrera vertical por montaña y skyrunning. Las que somos más mayores hemos contado con el ejemplo de las grandes alpinistas, pero estaban fuera de nuestro alcance y también necesitamos referentes. Además, en este club hay mujeres anónimas que son escuela de vida para otras que han compatibilizado deporte y familia o que son autónomas a la hora de plantear sus retos deportivos y ello infunde confianza a las demás.

¿Orgullo altoaragonés o cosmopolitismo planetario?

—Del orgullo altoaragonés hacemos cosmopolitismo planetario.

Si los Reyes de Aragón levantaran la cabeza y vieran el panorama mundial, ¿retornarían a su eterno reposo a la velocidad del rayo?

—El rey le diría a la reina: “Más tenía que haberte dejado hacer, amada mía”.