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José Luis Solano: "El monasterio de San Juan de la Peña siempre me ha acogido"

El último guarda del templo, símbolo de la cuna de Aragón, reivindica la importancia del patrimonio y anima al público a visitarlo y aprender

José Luis Solano al lado de la vara jaquesa.
José Luis Solano al lado de la vara jaquesa.
Ricardo Grasa

"Soy el último guarda del monasterio de San Juan de la Peña. Parece el título de una novela negra de mucho misterio, de esas que ahora están muy de moda”, bromea José Luis Solano, acerca de la que fue su dedicación oficialmente durante 36 años, aunque sus vínculos con este símbolo de la cuna de Aragón se antojan inquebrantables.

En 2024 se cumplirán 40 años de su llegada a San Juan de la Peña. “Aunque me jubilé hace 4 años, continúo subiendo cada dos por tres”, señaló este vecino de Jaca, que ofreció su última visita guiada en las recientes jornadas Reino y Leyenda promovidas por el Consistorio jaqués, retomando por momentos su antiguo puesto, cuyas funciones pasan a depender de Turismo de Aragón.

Nacido en Zaragoza, aunque de padre oscense, José Luis Solano se presentó a las oposiciones a guarda del monasterio viejo “para coger experiencia” y encontró “una segunda casa”, quedándosele grabada una fecha. “El 4 de junio de 1984 aparecí por el monasterio”, recordó. “El anterior guarda, Juan Sarasa, me dio las llaves y se fue”.

El también agente de Protección del Patrimonio Cultural en la Jacetania y el Alto Gállego desarrolló su carrera en San Juan de la Peña. “El monasterio es una parte importante de mi vida”, dijo con orgullo, destacando que prefiere “estar dentro que fuera”. “Me ha tocado estar hasta noches enteras y en ningún momento sentí miedo. El monasterio siempre me ha acogido y muy bien además”.

Tras cuatro décadas de trabajo, tiene claro que “lo que vemos ahora es un monasterio del siglo XXI, el que nos han dejado los monjes, las restauraciones, el abandono...”. “Cuando entré, se estaba con la restauración de Ramón Bescós. El monasterio se encontraba en muy malas condiciones y cambió completamente. Ahora está más limpio y ordenado”, dijo, asegurando que su rincón favorito “es el ábside de la iglesia románica”.

Para Solano, queda mucho por descubrir en San Juan de la Peña, que “es Paisaje Protegido”, por lo que “hay un problema de intereses” si se excava el entorno del monasterio viejo. “La vegetación que vemos estaba ocupada por las construcciones del monasterio”, explicó, aclarando que del proyecto original “faltan la hospedería, el hospital, estancias reales, el receptorio o granjas”, entre otras dependencias.

“A nivel de carretera, en 1987 nos salió una ‘trompa’ de 2,3 metros. Se han bajado 4,5 metros y no se ha encontrado el suelo de esa habitación. Y si hay una ‘trompa’ tiene que haber otras tres y un sistema de escaleras”, explicó, añadiendo que “debajo de la iglesia prerrománica, puede que tengamos algún tipo de construcción”. Durante su trayectoria “se hicieron excavaciones en la necrópolis medieval, en 1985-1986, y se encontraron tres anillos de oro de 24 kilates y el dado de hueso”.

Hoy en día, “hay un mantenimiento constante”, pero “hay que controlar las humedades”, como apuntó el también miembro de la Hermandad de San Juan de la Peña, desde la que se encargan “de ‘dar mal’ a la administración” para que el lugar siga siendo parada obligatoria para visitantes.

“En 1997-1998 llegué a tener 900 autobuses. En esos momentos, había muchísima gente. Se puede hablar de 125.000 personas (al año). Entonces, no se cobraba y era distinto”, apuntó Solano, para el que “hace falta un control exhaustivo de la gente, intentando evitar las pintadas y que se toquen los capiteles, porque es un arte frágil”. “El patrimonio se tiene que proteger más porque puede impulsar la economía y generar empleo”, añadió.

Entre los visitantes ilustres destaca al escritor Antonio Gala, que murió en mayo. “Me causó impacto porque era muy culto. Estuvo dos horas y fue una visita muy agradable”, dijo el antiguo guarda, que guió a Felipe VI y a la reina Letizia por el monasterio en julio de 2020, como hizo tiempo atrás con Juan Carlos I y Sofía. En San Juan de la Peña también conoció a los expresidentes José María Aznar y Mariano Rajoy, así como al que fuera presidente de la República italiana, Sandro Pertini.

La rotura de la mesa del balcón de los Pirineos en 1985 y el hallazgo del cuerpo del conde de Aranda y su reinhumación en 1986 son algunos de los hitos que rememora Solano. Con los años conoció a muchos guías con los que tiene “amistad”, sabiendo que queda en buenas manos el monasterio viejo, que “es un ente vivo y que hay que proteger, estando muy al tanto”, para conservar la magia de un lugar que “impresiona mucho a los que vienen por primera vez”.

“Muchos aragoneses o jacetanos han estado, pero no conocen cuáles son los primeros reyes de Aragón (ahí enterrados) o el panteón de nobles”, señaló el antiguo guarda, agregando que “el ajedrezado jaqués sí que le suena a todo el mundo” y “los crismones llaman mucho la atención cuando hay una explicación en condiciones”, así que invita “a subir a San Juan de la Peña, hacer la visita guiada y aprender” sobre todo lo que allí sucedió.