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INFRAESTRUCTURAS

Canfranc, un exitoso campo de pruebas para la ingeniería

Las históricas defensas de sus montes van a ser objeto de un proyecto de consolidación entre 2023 y 2026

Un buen número de defensas anti-aludes pueblan los montes del entorno del municipio.
Un buen número de defensas anti-aludes pueblan los montes del entorno del municipio.
S. E.

Con apenas 600 habitantes, Canfranc Estación es digno de estudio dentro de España e incluso a nivel europeo por ejecutar en el último siglo una serie de complejas obras de ingeniería estrechamente vinculadas con la ubicación geográfica del núcleo y su célebre espíritu ferroviario.

El bosque protector de Los Arañones defiende el núcleo y la estación internacional ante los aludes, una amenaza que ya estaba presente cuando se creó la gran infraestructura ferroviaria (inaugurada en 1928) y que persiste mucho tiempo después, habiendo dejado episodios imborrables, como el vivido en 1986, cuando la iglesia se vio cubierta de nieve tras una gran avalancha.

Desde 1910, Canfranc Estación fue objeto de varias actuaciones modélicas que dieron como resultado un bosque mixto de más de un siglo, que posee una variedad de especies forestales realmente singular. Aquellos trabajos estaban encaminados a proteger el fondo del valle ante la caída de bloques, las avenidas torrenciales y el propio riesgo de erosión.

Para realizar esas actuaciones, se crearon más de 90 kilómetros de caminos, viveros, refugios, fuentes, canteras y otros espacios auxiliares repartidos por todo el monte de Los Arañones. De forma manual y con el uso de caballerías, hubo que movilizar más de 400.000 toneladas de piedras para hacer muros, muretes, diques vacíos o protecciones de caminos. Y se emplearon más de 10 millones de árboles, en lo que fue una de las mayores y más exitosas repoblaciones forestales en alta montaña en España.

Como esos recursos sufren un considerable desgaste, el Ayuntamiento de Canfranc solicitó un proyecto de consolidación y reconstrucción de las obras de defensa, logrando el apoyo del Gobierno de Aragón, que el pasado mes de mayo aprobó destinar 4,1 millones de euros a los distintos trabajos, que serán ejecutados por la empresa pública Tragsa entre los años 2023 y 2026.

Canfranc no sería lo que es sin el ingeniero Benito Ayerbe (1872-1917), promotor de la primera repoblación de sus montes. Hoy en día, se puede conocer el gran legado del ingeniero -oriundo de Sesa- a través de una visita teatralizada que ofrece el guía turístico Manu Bueno.

El guía Manu Bueno, como Benito Ayerbe, junto a la estación internacional.
El guía Manu Bueno, como Benito Ayerbe, junto a la estación internacional.
S. E.

Otro de los hitos del municipio es la estación internacional, que refleja la voluntad de Francia y España de fomentar el transporte de pasajeros y mercancías por el Somport. En 1923, se iniciaron las obras, siguiendo el proyecto del ingeniero Fernando Ramírez de Lampierre. Tras cinco años, se inauguró en presencia del rey Alfonso XIII y el presidente de la República francesa, Gastón Doumergue.

Sus enormes dimensiones (241 metros de largo, con 365 ventanas y 75 puertas a cada lado) se deben a las necesidades de un paso internacional de la época, en el que cada país disponía de taquillas, oficinas, puestos de cambio de moneda, aduana, comisaría, correo, enfermería o garajes. Todas las dependencias -incluidas un hotel o un restaurante- contaban con carteles bilingües. Medio complejo era francés y la otra mitad, español, funcionando como frontera de facto entre ambos países.

Desde el pasado enero, en el edificio principal se levanta el Royal Hideaway, un hotel de cinco estrellas que gestiona la cadena Barceló, aunque el vestíbulo sigue siendo público. El lujoso alojamiento cuenta con 104 habitaciones distribuidas en dos plantas.

La ingeniería también dejó su huella en el túnel del Somport, inaugurado en 2003. Es el túnel carretero más largo de España con 8,6 kilómetros (5,8 situados en territorio nacional). En lo que va del año 2023, circularon una media diaria de 1.700 vehículos, un 25% pesados.

Junto al túnel, se encuentra el Laboratorio Subterráneo de Canfranc, que es el segundo laboratorio a gran profundidad más grande de Europa. Se ubica a 800 metros bajo la montaña del Tobazo, que filtra la radiación, creando el silencio cósmico necesario para investigar sucesos naturales como la colisión con un átomo de neutrinos provenientes del Cosmos o con partículas de la materia oscura. Una buena muestra de que se puede hacer ciencia de primera desde un pueblo del Pirineo oscense.