La Hoya

COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

Los ‘guerreros’ de San Jorge inician sus fiestas con la unión que levantó el pueblo

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Vecinos de la localidad de San Jorge.
Vecinos de la localidad de San Jorge.
Pablo Segura

El disparo del cohete ha marcado en la tarde de este viernes el inicio de las fiestas en la localidad de San Jorge, del municipio de Almudévar, en el que se mantiene el fuerte espíritu de comunidad con el que trabajaron las primeras siete familias que comenzaron en 1956 a levantar este pueblo creado por el Instituto de Colonización. Hoy, 66 años después de esos inicios de trabajos penosos en un paraje inhóspito para construir sus vidas, alguna de aquellas primeras colonas se sentará, como ayer, a compartir la cena popular con varias generaciones de colonos y nuevos vecinos que en las últimas décadas han elegido San Jorge para vivir.

La fiesta es hoy la expresión más evidente de la unión del pueblo para construir su hogar, donde la tercera o cuarta generación hunde sus raíces. Aunque inicialmente iba a llamarse Violada, finalmente tomó el nombre del patrón de Aragón y ahí se forjaron vecinos valerosos para crecer ante la adversidad. Con una vivienda, un mulo para labrar, una vaca para leche y 8 hectáreas de tierra para cultivar, que fueron los lotes iniciales, comenzaron un trabajo penoso para convertir en vergeles las tierras áridas, su modo de vida, pero también en su hipoteca, porque frente a la creencia popular nadie les regaló nada.

“Lo pagaron todo con creces”, comenta José María Alagón, de 34 años, doctor en Historia del Arte y profesor de la Universidad de Zaragoza que ha investigado la historia de los pueblos de colonización. Es, además, el concejal de Barrios y tercera generación por parte de padre en San Jorge, donde nació y ha vivido siempre, y cuarta por parte de madre en El Temple, el primero de los pueblos de colonización que se creó, a partir del primer asentamiento en 1945 en Paridera Baja, y que el propio Caudillo inauguró en 1953.

Aquellos inicios entre el polvo de las calles sin asfaltar y la carencia de luz en las casas quedan solo en el recuerdo de Beatriz Barrios, ‘Brigi’, de 97 años, y de otras vecinas mayores como Mártires Visús, de 87 años, que llegó al año siguiente con su marido desde Almudévar, en 1957. Ahora, el pueblo goza de servicios con médico y farmacia dos días a la semana, el panadero de Tardienta que llega cada día, piscinas de verano, diversas actividades semanales para entretenerse cada día como el club de lectura, actividades físicas o el taller de memoria.

Un servicio de taxi desde los núcleos a Almudévar

Desde el verano, además, el Ayuntamiento ha implantado un servicio de taxi para llevar a los vecinos de los núcleos de Artasona del Llano, Valsalada y San Jorge hasta Almudévar, la cabecera del municipio. Todos son pueblos de colonización donde ya se han hecho mayores los primeros pobladores. “El principal problema que tienen para continuar en los pueblos y en su casa es el del transporte y de esta forma se ha solucionado”, comenta el concejal de Barrios, José María Alagón, desde cuya área se puso en marcha.

“No sé si ha sido José Mari o quién lo ha solicitado, pero es lo mejor que han podido hacer”, comenta Teresa Andrés, que ya está cerca de cumplir los 90 años y este servicio le ha dado “la independencia”. “Antes siempre tenías que estar preguntando a ver si bajaba alguien, diciéndole a mis hijas, que tres viven en Almudévar... y ahora subo todos los miércoles”, indica. “Es un servicio que está muy bien, porque tienes dos horas de tiempo y para ir al banco o a la cooperativa... Si quiero ver a mis hijas ya no me da tanto tiempo y ellas me traen después”, comenta. Este transporte gratuito pretende hacer más accesibles los servicios a todos los vecinos de Almudévar, según indican desde el Ayuntamiento.

Teresa Andrés también llegó al pueblo poco tiempo después de su creación, con 27 años. Natural de Zaragoza, como su marido ya fallecido, trabajaban en una finca de Alcañiz cuando el sobrino del dueño, ingeniero del Instituto de Colonización, les ofreció distintos lugares, pero querían uno próximo a la capital aragonesa y se decidieron por San Jorge.

“Nosotros fuimos con el lote piloto, con 7,5 u 8 hectáreas, una vaca y una yegua, y nos daban un jornal de 75 pesetas diarias. La cosecha se la llevaba el Instituto y a nosotros nos pagaba, mientras a otros vecinos les costaba poder sacar algo en esos primeros años”, indica. El lote piloto servía de alguna forma para testar la rentabilidad y, a los dos años, se lo ofrecieron y se lo quedaron. “La verdad es que he vivido muy bien y estoy muy contenta”, resalta.

Llegaron con dos hijas y allí tuvieron dos chicas y un chico más. La pasada noche uno de sus nietos, el monologista zaragozano David Aso, ofreció una sesión dentro del programa de fiestas de la localidad. Comenzaron colgando las banderas y con el disparo del cohete, tras el que actuó la orquesta Octava. Después, compartieron una cena popular, igual que hoy.

San Jorge cuenta, según el Instituto Aragonés de Estadística (INE), con 123 vecinos empadronados en 2021, frente a los 108 del año anterior. Todo parece indicar que la pandemia animó a empadronarse a personas vinculadas al pueblo, aunque en realidad cuenta con una población más o menos estable, indica José María Alagón.

Entre ellos, también hay niños que acuden al colegio de Almudévar, porque el del pueblo cerró en el curso 1996-97 y el propio Alagón ya tuvo que acabar 6º en Almudévar. “Programamos actividades infantiles y van niños de todos los núcleos porque hacen más vida todos juntos. Hay mucha animación, porque se conocen todas las familias al ir todos juntos al colegio”, indica, por lo que también tiene su parte buena que ya no haya escuela.

La agricultura sigue siendo la principal actividad económica de San Jorge, aunque ya quedan pocos y han tenido que ir cogiendo otros lotes en arriendo o como sea para hacer mayores extensiones.

Falta vivienda para que el pueblo crezca

El resto de los vecinos trabajan fuera pero “estamos muy bien comunicados con la autovía”, asegura Alagón. La mayoría de los vecinos son descendientes de los primeros colonos, pero también hay varias familias sin vínculos que se han instalado en los últimos años. “El problema para que el pueblo crezca es la vivienda, porque no hay, ni tampoco hay previsiones”, indica Alagón, que recuerda que en el año 2007 iban a construir viviendas pero la promotora quebró y ahí se quedó.