La Hoya

OJO AVIZOR

El secreto mejor guardado está en el “mar de Huesca”

El embalse de La Sotonera, en periodo estival con menor volumen de agua, es una opción muy demandada por los turistas, llegados de toda Europa

El embalse de La Sotonera, en la actualidad con un bajo nivel de caudal, es hogar de numerosas especies.
El embalse de La Sotonera, en la actualidad con un bajo nivel de caudal, es hogar de numerosas especies.
Pablo Segura

Al poner la vista en el embalse de La Sotonera se hace uno a la idea del sueño en la mente de Joaquín Costa. La extensión abarca más allá de donde alcanza la vista, a pesar de que la conclusión de la temporada estival deja ver parte de la superficie.

Con una capacidad total de 189,38 hm3, el agua ha caído hasta los 108,006 hm³, es decir, un 57,14 por ciento. Solo El Grado, a un 65,70 % de capacidad, le supera, ya que Mediano (12,59 %) y Yesa (23,72 %) han debilitado notablemente sus reservas.

Este hecho ofrece una estampa reveladora del pantano. Saca a la luz los esqueletos de embarcaciones y construcciones que parecen guardar el vigor de antes. Donde antes se encontraba la orilla, ahora ha proliferado la fauna de insectos, amplia y algo impertinente a la vez.

No parece molestar a los turistas que, caída la tarde, continúan con sus interminables baños en “el mar de Huesca”. La mayoría no conocían el paraje. Normal, teniendo en cuenta que han llegado de Rusia y Francia. La primera familia, asentada en Sariñena, tiene unos rasgos eslavos claramente marcados. Desde la abuela hasta el nieto, pasan la tarde dedicados a su hobby preferido: pescar. Sobre todo en busca de “Catfish”, dice el padre, comúnmente conocido en Aragón como siluros. Antes de irnos, pica uno. Lo muestran orgullosos, pero parcos en palabras, siguen con su labor.

Turistas francesas disfrutan de la tarde en el embalse.
Turistas francesas disfrutan de la tarde en el embalse.
Pablo Segura

Unos metros más atrás, abierta de par en par y sin recoger, una autocaravana que parece llevar miles de kilómetros encima. Es propiedad de Clarisse, Noemí y Aurélien, con la que recorren la provincia y han decidido parar en La Sotonera. “Es precioso, no esperábamos encontrar este sitio en mitad de la nada”, apunta Clarisse. En su periplo por Aragón, antes de volver a Toulouse, recorrerán Los Monegros, Alquézar y Sariñena. Las dejamos encendiendo el campingaz.

En el otro extremo, Néstor Martín y Silvia Royo vienen de Zaragoza con toda la familia y sus animales de compañía. “Los perros tienen libertad aquí, por eso nos gusta traerlos”, señala la madre. Nos avisan que son muy protectores. Antes de dar un paso, ya oímos el gruñido, pero en la distancia nos aseguran que han venido muchas veces este verano y que no hay mejor lugar para pasar el día.

Bañistas aprovechan los últimos días de verano a remojo.
Bañistas aprovechan los últimos días de verano a remojo.
Pablo Segura

Detrás se encuentra el restaurante-bar del Club Náutico, regentado ahora por Cayetano Hernández. Este verano ha tenido mucho trabajo, pero a partir del 15 de septiembre, se acaba la temporada y los turistas “llegan las veces contadas”. El servicio es completo, incluyendo terraza, menú y cocktails, lo que ocurre que “si no hay camareros, no se puede atender a todo el mundo”, lamenta Hernández. Tampoco escapa de La Sotonera la escasez de profesionales en el sector de la hostelería.

Seña de identidad

Para Jesús Alfaro, presidente de la Comarca de la Hoya, La Sotonera es una “seña de identidad del territorio”. “Las personas se sorprenden cuando vienen y estamos convencidos de que es un entorno con muchas posibilidades”, sostiene Alfaro, que presentó hace unos años un estudio y plan turístico para la rehabilitación e impulso de toda la región.

Abarcaba tanto la construcción de una presa como el espacio de Montmesa, que contiene el Centro de Interpretación de Aves. También se encontraban las múltiples actividades llevadas a cabo en Alcalá de Gurrea, los servicios que ofrece el camping y la recuperación de la zona de la alberca de Alboré. Recientemente recibieron el visto bueno de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) para actuar en los espacios y Alfaro cree que “solo faltan esas actuaciones para potenciarlo y promocionarlo al máximo”.

Sería sin duda uno de los grandes pasos adelante que daría la comarca, ganando en biodiversidad y actividades de ocio y deportivas, con el objetivo de darlas a conocer.

Lo reafirman en el Hotel Mirador Las Grullas, cuyo hospedaje ha estado al 98 por ciento durante todo el verano. “La temporada no ha terminado todavía, así que aún se pueden animar”, dice Alicia López, que regenta desde hace cuatro años el parador junto a su pareja, María Díez.

Cruzaron el charco hace cuatro años llegadas de Argentina. Trabajaban en Mendoza, cerca del Aconcagua, ya muy próximo a Chile. Tras una crisis “terrible” en latinoamérica, vieron posibilidades en Huesca y se lanzaron. “El hotel estaba en funcionamiento, pero muy dejado, así que reforzamos todo su encanto y pusimos nuestro trabajo, con más de 25 años de experiencia en el sector turístico. La lástima es que mucha gente ni sabe que estamos aquí”, cuenta Alicia López.

En los últimos tiempos el tipo de cliente ha variado sustancialmente, del turismo familiar al visitante extranjero, llegado de Francia o Países Bajos. “Parece que la covid ha podido cambiar esto o quizás los cambios en El Mirador”, sugiere López.

Remarca este aspecto tras potenciar el turismo ornitológico en la temporada de grullas en colaboración con el Centro de Interpretación, que “ha calado en el turismo internacional”, incide. También han incrementado el número de clientes que solicitan información sobre Loarre, Riglos, Huesca o las pasarelas de Alquézar.

La tormenta que ha provocado incendios estos días nos despacha del lugar. El embalse no parece ni inmutarse y las aves siguen surcando sus aguas en busca de una buena cena. Con todo, este atractivo turístico envidiable volverá a amanecer mañana.