La Hoya

COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

Nuevos vecinos reabren la tienda, el bar y garantizan la escuela en Sesa

CONTRALADESPOBLACIÓN

Esther Pérez y Abel Domínguez, junto a sus dos hijos, forman la nueva familia de Sesa.
Esther Pérez y Abel Domínguez, junto a sus dos hijos, forman la nueva familia de Sesa.
Roger Navarro

De un día para otro, el colegio de Sesa ha pasado de 4 a 6 alumnos: de correr riesgo de desaparición a respirar con alivio. Y de la noche a la mañana, Esther Pérez, Abel Domínguez y sus dos hijos han dejado de escuchar los ruidos de una capital para disfrutar de los cantos de los pájaros. Las de la escuela no son las únicas puertas que se abren cada día en una localidad que lucha por mantener la población -ahora, en torno a los 150 vecinos- y los servicios. Hace ya meses lanzó una llamada para que acudiera una familia con hijos para reabrir la tienda y llevar el bar y ha surtido efecto: 67 solicitudes y, como resultado, la llegada de nuevos vecinos. El colegio tiene garantizado el futuro más inmediato, y los establecimientos están en marcha y con proyectos ilusionantes.

No son los únicos nuevos vecinos que se han instalado en Sesa en las últimas semanas. Juan Carlos Herreras acaba de cumplir un mes en el pueblo y ya está realizando los trámites para traer a sus dos hijos pequeños desde Bolivia, que también serán alumnos de la escuela. Después de vivir más de 20 años en Barcelona, ha apostado por esta zona, ya que su hermana se casó con un oscense y vive en Albero Alto. “Conocí Sesa y me dije: me gustaría vivir en este pueblo”, asegura, y se encuentra muy contento con la gente.

La alcaldesa de Sesa, Sonia Blanco, se muestra ilusionada por la llegada de nuevos vecinos consciente de que “es difícil mantener la población y, cuanta más gente haya, más servicios puedes tener”. Con todo, hay un problema añadido y es la falta de vivienda, por lo que ha recurrido a diversas fórmulas para alojar a los nuevos vecinos.

La cordobesa Esther Pérez ya celebró el día de Andalucía, el 28 de febrero, en Sesa, con bocados típicos como los flamenquines que ofreció en el local social, en el que no solo sirve cafés sino que ofrece tapas y organiza actividades para dinamizar la localidad. Además, también lleva la tienda, que Sesa creó con una subvención de Adesho. Apenas lleva un mes instalada con su familia, pero su cabeza ya está ideando fórmulas para ofrecer ocio, quizá por deformación profesional, ya que es actriz, dramaturga, titiritera, directora, autora y profesora de teatro. De hecho, mantendrá sus compromisos profesionales y continuará dando clases en la Escuela de Teatro de Zaragoza.

En la capital aragonesa nacieron los dos hijos de la pareja, de 8 y 4 años, mientras maduraban la idea se irse a vivir a un pueblo y la pandemia ya fue el detonante para tomárselo en serio y buscar el lugar. “Queríamos un poco de todo, sobre todo que hubiera trabajo”, indica. “Buscamos en Frago, en La Fueva... pero no coincidía el poder tener tierra, colegio para nuestros hijos y que yo pudiera seguir con el teatro”, detalla, ya que se desplaza a Zaragoza tres días a la semana para dar las clases. Sesa ha sido el elegido.

Los vecinos de Sesa vuelven a disfrutar de un local social con vida.
Los vecinos de Sesa vuelven a disfrutar de un local social con vida.
Roger Navarro

Aunque Esther nació en Córdoba ha vivido gran parte de su vida en Zaragoza, donde conoció a Abel, de Ferrol (La Coruña). Él es diseñador gráfico pero, con la crisis de 2008 “se reinventó”, explica Esther, y comenzó a realizar cursos de agricultura ecológica hasta montar su propia empresa, Milhojas, con la que vende su producto cada sábado en el Mercado Agroecológico de Zaragoza. Ahora, con el traslado, está en un momento de impás, de acabar de recoger lo sembrado allí y de comenzar a trabajar las tierras en Sesa.

“Le hemos buscado tierras de vecinos y les hemos facilitado vivienda”, explica la alcaldesa Sonia Blanco, quien recalca que esto último es lo más complicado. En este caso, residen en la vivienda que han rehabilitado con subvenciones de la Diputación Provincial (45.000 euros), de la DGA (10.000) y de Adesho, esta última para instalar la calefacción. Además, se está adecuando otra casa, con otra subvención, que han recibido de una herencia; y, por esta misma vía, les llegó otra en la que han tenido que invertir para su derribo, por lo que ahora tienen un solar. “Vemos que tenemos que hacer esto o mediar para que venga gente a vivir”, comenta.

En busca de tranquilidad

De hecho, con su mediación, ha conseguido que se pudiera instalar Juan Carlos Herrera, en una vivienda de alquiler de un particular. “Vine a ver otra vivienda por una inmobiliaria, pero no me gustó, y gracias a Dios que la alcaldesa me puso en contacto con el dueño de esta”, señala Juan Carlos, que ha encontrado trabajo como gruista en una empresa oscense.

Juan Carlos Herreras lleva un mes en Sesa y va a traer a sus hijos pequeños de Bolivia, que irán al colegio.
Juan Carlos Herreras lleva un mes en Sesa y va a traer a sus hijos pequeños de Bolivia, que irán al colegio.
Roger Navarro

Ahora, “a ver cuándo puedo traer a mis hijos, de 4 y 10 años, que irán aquí al colegio”, comenta. Además, tiene otro que está acabando el bachillerato y va a empezar allí los estudios de Agroveterinaria en Bolivia. “El mayor me dijo: ‘compadre, yo también quiero ir a España’. Y en Barcelona no hay mucha tranquilidad, por eso busqué en Huesca, para traer a mis hijos a un lugar con menos peligro”, comenta.

En los dos meses que Abel y Esther llevan viviendo en Sesa, su experiencia también es muy buena. “La verdad es que estamos muy contentos, porque la gente se ha volcado, vienen al local social, a comprar a la tienda... La alcaldesa nos puso muchas facilidades y nos sigue ayudando. Los vecinos se ponen en contacto con nosotros para alquilarnos la tierra... “, cuenta Esther.

“Por ahora estamos todavía intentando adaptarnos, la primera semana abrimos todos los días, para ver cómo iba y, ahora, descansamos los jueves para estar un día con nuestros hijos”, indica. Esta experiencia ya les orientó sobre el horario y abren cuando entren los niños al colegio, cierran al mediodía porque no les llega nadie, y vuelven desde las 17:30 hasta las 20:00 o 20:30. En cuanto a la tienda, “la gente nos está respondiendo muy bien, nos están apoyando y estamos agradecidos. Me dicen lo que consumen y que si lo traigo, me lo compran. Así que aprendo mucho de la gente, la verdad”, resalta Esther Pérez, quien destaca la importancia para ellos -también en la huerta- del aprendizaje de los vecinos.

Creo que tenemos oportunidades aquí, a parte de lo que nosotros también podamos aportar porque soy actriz, camarera -que suele ser la segunda profesión de una actriz-, he sido carnicera... Siempre he trabajado de muchas cosas para complementar”, indica.

Ahora, quiere contribuir al dinamismo local y se plantea poner películas “para que las mujeres salgan más de casa” o bingo algún domingo en el local social. Con todo, en la localidad ya hay actividades como la gerontogimnasia, acondicionamiento físicos, música como extraescolar... Por ahora, “solemos hacer tapas y, si alguien nos lo pide, algún bocadillo o plato combinado”, apunta Esther.

Para el futuro, la alcaldesa de Sesa valora adaptar la cocina, a través del dinero que les llega del Plan de Obras de la Diputación Provincial de Huesca, y que puedan hacer comidas para la gente mayor del pueblo que viven solos.

Por el momento, el colegio ha crecido -y el próximo curso entrará otro del pueblo-, el local social tiene más vida, la tienda se ha reabierto, Juan Carlos ha encontrado la tranquilidad que buscaba y la familia de Esther todo con lo que soñaba.