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Alfredo Lachos: "No me guardo nunca un as en la manga"

Ha formado y liderado a personal de hoteles de importantes cadenas en Europa, el Caribe y Centroamérica

Alfredo Lachos Laplaceta
Alfredo Lachos Laplaceta
M.M.

La vida de Alfredo Lachos Laplaceta (Grañén, 1960) gira entorno a la formación -aprender y enseñar-, siempre en ámbitos de responsabilidad en hoteles de importantes cadenas en Europa, el Caribe y Centroamérica. Es un experto en liderazgo, que se rodea de personas con talento y al que le motiva evolucionar, aportar e innovar. En su amplia trayectoria destaca el Premio Iberoamericano a la Calidad, que recibió en Madrid en 2019, el haber sido reconocido influencer en recursos humanos y entre los 150 influencer del Caribe, a lo que suma orgulloso haber obtenido el título de director artístico de Espectáculos Musicales “en el país de la música, Cuba”.

Su padre trabajaba en la lactaria Ram, en Grañén, y su madre se dedicaba al cuidado de los seis hermanos. El ambiente en el que creció Alfredo fue el de la hostelería, restauración y trato con el público a través del negocio familiar, el bar-restaurante Avenida, que regentaba su tío Pedro, y donde pasaba muchas horas con su abuela y sus tías. Entonces no le gustaba el negocio y no imaginaba que sería la base de su futuro. Cuando dejó de estudiar entró en el restaurante Navas de Huesca, “toda una escuela”, que le aportó prestigio y le permitió saltar al mundo internacional de las cadenas hoteleras.

Su primera parada, en 1987, fue el grupo Princess, donde se involucró en la puesta en marcha de hoteles en los departamentos de alimentación y bebidas (F&B) en Salou, Cambrils, Lanzarote, Tenerife y Las Palmas. Empezó a meterse a fondo en formarse en idiomas, atención al cliente y control-gestión al tiempo que impartía cursos.

Su siguiente destino fue el Iruña Park, del grupo Husa, en Pamplona, como director de F&B -el 65 % de la facturación- y adjunto a la Dirección General. Al mismo tiempo, daba y recibía clases en la Escuela Superior de Hostelería de Bilbao, donde se certificó como experto colaborador y profesor adjunto.

Le esperaba un nuevo destino en Europa, el hotel Principado de Andorra, del grupo francés Accor, donde recaló en 1996 para encargarse del F&B de todos sus hoteles. “Enseñar y formarme es mi vida”, constata, así que en ese tiempo impartió y recibió clases en el Instituto Tecnológico de Hostelería y, en Barcelona, en la Escuela de Alta Dirección y Administración, se diplomó en Control y Gestión, y formó parte de la primera promoción de la escuela española de Sommelier. Desde ese puesto en Andorra, pasó temporadas en Laos, Camboya y Hanoi abriendo hoteles de Sofitel y Novotel.

Su perfil de persona “que tiene carácter de enseñar”, le llevó a Cuba, en 1999, con la puesta en marcha del Meliá Habana. “Los cubanos empleados en turismo tenían que ser licenciado en otra carrera”, recuerda y constata que “trabajar con talento es distinto; el que más aprendí fui yo”. También puso en práctica toda su capacidad para guiar. “Más que ser una persona buena en recursos humanos hay que ser un humano con recursos; más que un director hay que ser un líder”, explica.

Se tituló como profesor de la Facultad de Turismo y como director artístico de Espectáculos Musicales. “No he visto músicos y bailarines tan buenos como los cubanos, pero hay que saber dirigirlos”, cuenta. Y eso también lo hizo, no deja ni un cabo suelto. “Me gusta escuchar, hacer una dirección participativa, pero también ver y saber para decidir”, comparte.

Creó en ese tiempo su primera marca, el Habana Café del Meliá Cohiba, un cabaré donde “cada noche acudían unas mil personas y había 200 artistas en el escenario entre las 20:30 y las 4:00 horas”, rememora. Esa marca la franquició por distintos países.

“El cuerpo me pide cambio. Estando dos o tres años en una empresa, creces y puedes aportar. No soy para nada un profesional de zona de confort”, dice y lo demuestra con un nuevo traslado para abrir un hotel en el parque Xcaret, en Cancún, donde contrató orquestas y organizó espectáculos, a parte de la más de una docena de restaurantes que tenía. Tras volver a Cuba con Meliá, le llamaron de Accor para un nuevo hotel en la isla y fue más tarde requerido por Globalia y su cadena hotelera Be Live para ocupar la dirección general de dos hoteles en el Cayo, y después para la dirección general de su hotel urbano en la Habana y ser director de operaciones de ocho hoteles en el país. “Dirigir un hotel grande es más fácil porque tienes estructura. En uno pequeño tienes que lanzar el corner y rematar de cabeza”, dice.

En 2011, entró en el grupo Iberostar con el que se hizo cargo de la dirección general de hoteles en Cayo, Varadero y, finalmente, la Habana, antes de volver a escuchar a su cuerpo y participar con Be Live en un proyecto en la República Dominicana y otro en México, donde creó otra marca: el hotel con encanto relacionado con la música Melody Maker.

Volvió a Cuba en 2018 de la mano de Iberostar, con varios proyectos entre los que resalta su labor de formación, capacitación y marcar estándares en el “impresionante” hotel urbano Packard y en el más importante vacacional de Cuba, el Selection Varadero, que recibió en 2019 el Premio Iberoamericano de la Calidad.

Pero llegó la covid, el cierre de hoteles, “y yo con mi edad y los años que llevo en Cuba he decidido volver y esperar un destino que pueda encajar conmigo en Europa”, explica. Desde diciembre está en Huesca y sigue formando a alumnos de hostelería, turismo y empresariales, mientras continúa activo en las redes sociales. “No me guardo nunca un as en la manga, lo que sé lo enseño. Cuanto más sepan tus colaboradores y a quién diriges, mejor estarás”, sentencia.