Monegros

¿QUIÉN SOY?

Manolo Hernández: La familia, los amigos y los caballos

“Formamos la Peña La Juventud y significó mucho para todos porque fuimos un grupo muy unido”

Manolo Herández en su niñez y en la actualidad.
Manolo Herández en su niñez y en la actualidad.
S. E.

Manolo Hernández Bustamante no es familia del popular cantante, ni falta que le hace, porque él es una de las personas más queridas y conocidas de Los Monegros.

Nació, “circunstancialmente”, en Puente de Montañana. “Mis padres eran de Granada y mi padre trabajaba en la empresa Auxini, en la construcción del pantano del Grado. Cuando tenía dos años lo trasladaron a la Puebla de Castro, donde recuerdo estar siempre haciendo arcos de madera para jugar a indios y jugando con las caballerías, siempre me han gustado los caballos, son mi pasión”, explica de aquellos años.

Cuando tenía 12 fueron a vivir a Sariñena. “En La Puebla había sido monaguillo y en Sariñena continué unos años con mosén Vicente”, rememora Manolo, que también fue alumno de Don Gonzalo, Don Ramón o Don Félix. “Era un chaval muy bueno y por lo único que me castigaban al pasillo era por hacer pitos con los dedos, Don Félix no lo soportaba”.

De travesuras destacables solo menciona las idas a Albalatillo para las fiestas patronales con el tractor de un amigo. “Enseguida me hice amigos que pronto formamos la Peña La Juventud, amigos que todavía conservo y que en aquella peña pasábamos horas interminables, significó mucho para todos porque fuimos un grupo muy unido, éramos más de treinta, entre chicos y chicas”, manifiesta nuestro protagonista sobre los años 70 en Sariñena. “Abrieron la discoteca Dragón de Oro, otro punto de encuentro que junto al bar Boris y el Yzuel, llegaron a ser nuestro triángulo preferido; no quedábamos, ni existían los móviles, pero no nos hacían ninguna falta porque pronto nos juntábamos o en la peña o en estos bares para ir al Dragón de Oro”.

La peña La Juventud fue un icono en los 70, “nos gustaba divertirnos y nos divertíamos mucho”, afirma Manolo, que allí conoció a “una mujer maravillosa con la que entablé una relación especialmente preciosa, me casé y tengo unos hijos excepcionales, además de unos estupendos nietos”, dice orgulloso de su familia.

Su vida laboral daba comienzo en el Silo de la Estación de Sariñena, “hasta que fui al Servicio Militar, que me hice profesor de autoescuela, primero en Sabiñánigo y luego en Sariñena. Más tarde fui conductor de transporte escolar hasta que decidí emprender y monté Básculas Costa, donde he estado 32 años, una empresa que es reconocida a nivel nacional, tanto por la calidad de sus productos como por la profesionalidad de sus servicios, y ya llevo casi cuatro jubilados”.

Cuando en los Monegros, y en Sariñena se nombra a Manolo Hernández, se habla de una buena persona, comunicador y trabajador incansable, cariñoso y un fiel amigo.

Con la simpatía que le caracteriza, y una sonrisa en el rostro, demuestra que su personalidad se expresa en forma de alegría, serenidad, confianza, capacidad de entender problemas, porque para Manolo el éxito en la vida es el resultado de conectar con unos valores, “teniendo determinación, compromiso; es decir, luchando, perseverando y confiando en la familia y en la amistad”, por lo que se siente una persona “muy afortunada y querida”.