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ECOS/¿QUIÉN SOY?

Miguel Yzuel, un enamorado de los animales

De pequeño ya disfrutaba con las mascotas, y en la actualidad el sariñenense es director veterinario de la guardería canina Las Jaras 

Miguel Yzuel en sendas imágenes, de niño y en la actualidad, acompañado de un perro.
Miguel Yzuel en sendas imágenes, de niño y en la actualidad, acompañado de un perro.
S.E.

Dice Grogan, autor de ‘Marley yo’, que “los amantes de los animales son una raza especial de seres humanos, de espíritus generosos, llenos de empatía, y con un corazón tan grande como un cielo sin nubes”, y así es Miguel Yzuel Sanz, sariñenese y director veterinario de Las Jaras, la guardería canina que colabora con protectoras de animales y con el Ayuntamiento de Zaragoza en el caso de abandono o maltrato, “nos traen perros abandonados, maltratados y en condiciones penosas”, afirma Yzuel.

“Mi amor por los animales, y concretamente por los perros, empieza cuando era muy pequeño, ni lo recuerdo”, narra de sus primeras experiencias con los canes, “eran los tiempos en que en el hotel Yzuel Sanz de Sariñena venían muchos cazadores de Cataluña a cazar por la Sierra de Alcubierre, había un grupo, la Colla de Vich, que traían más de 60 perros y los guardaban en el almacén atados con cadenas y sin comer ni beber durante la tarde y noche anterior a la actividad”, una situación que a Miguel no le gustaba nada, “durante la semana hacía acopio de cartones y latas grandes para ir por la noche a escondidas y darles agua y lo que pillaba por el hotel para que comieran algo”, explica sobre estos canes de caza que supondrían su verdadera vocación para sus estudios de veterinaria y que en la actualidad continua protegiendo y trabajando para evitar el maltrato animal.

Miguel es el hermano número cinco, “tengo cuatro delante y dos detrás, y miles de vivencias con mis hermanos, mi madre y mis amigos de Sariñena, fui el primer Ángel de los danzantes que era un chico, ya que hasta entonces eran las chicas quienes hacían esa representación”, y rememora cuando el Grupo de dance tuvo que ir al teatro Principal de Zaragoza, “representamos la mudanza el ‘degollao’”, la danza de espadas en la que los danzantes evolucionan en círculo en torno a uno de ellos, colocando las espadas sobre sus hombros y alrededor del cuello, para formar una torre a la que ascienden los cuatro volantes y el ángel,” arriba y manteniendo el equilibrio tenía que decir ‘con mucho gusto y placer, señores yo me despido con un viva Sariñena y a San Antolín, “pero me salió a la Virgen del Pilar, por lo que el mayoral, Antonio Susín me miro sorprendido y a la vez satisfecho por los aplausos recibidos”.

Con un espíritu emprendedor, en 1987 decide abrir el famoso hotel para las fiestas, “con un grupo de amigos, pero aquello que fue una idea se convirtió en algo inolvidable, superando todas nuestras expectativas”, explica que fueron diez días en que el efecto del ADN de Marisa, mi madre, volvió a aparecer en Sariñena, pusimos 50 mesas, más de 200 sillas en la terraza y doce personas trabajando sin parar, fue un chute emocional para nosotros y para todo el pueblo, la experiencia más especial que he vivido”, dice emocionado con el recuerdo de las fiestas de hace 35 años.

La realidad es que Sariñena echa de menos a los Yzuel Sanz, a Juan, José Luís, Manolo, Miguel, Enrique, Marisa y Javier, Sariñena necesita a gente como ellos, que no solo cuiden de los hosteleros, de personas con problemas, de inventores del huevo frito, que ya lleva más de 8 años con un éxito enorme, de cuidadores de animales, necesita de personas que respeten la vida de todos los que habitamos en este mundo, Sariñena necesita más personas con el ADN de Marisa Sanz, que se preocupen y ocupen por cuidar de nuestros vecinos, nuestros animales y nuestro bienestar, y los Yzuel Sanz son así.