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Rocío Sanz Redrado: Un alma y un espíritu muy libre

Recuerda una infancia feliz, jugando en las calles de San Juan del Flumen, en la actualidad gestiona el Museo de Oficios Antiguos Monegros 

Rocío Sanz Redrado en una imagen de niña y en la actualidad.
Rocío Sanz Redrado en una imagen de niña y en la actualidad.
S.E.

Rocío Sanz Redrado nació en Boquiñeni y a los dos años llegó a San Juan del Flumen, donde residía hasta hace 25 años que se trasladó a Sena para formar una familia y un proyecto de vida que todos los monegrinos admiran y respetan con mucho cariño.

Ha sido alcaldesa de Sena durante 12 años, si bien, como ella confiesa, “soy un alma libre”; un alma y un espíritu que la define, siempre ayudando a los demás, reivindicando sus ideales, los valores que le inculcaron sus padres, “humildad, trabajar y ser buena persona”, añadiendo: “Me gustaría ver Los Monegros tal y cómo son ahora de vírgenes, sin molinos eólicos que ahora nos quieren imponer bajo la ley del silencio”. Si bien no echa de menos su mandato como edil, si añora a su equipo, “un conjunto de personas que generaba ilusión. Me fui dejando a una persona muy trabajadora, Esther Soler, que ha demostrado de sobras su valía al frente de la consejería de deportes comarcal”.

Además, gestiona junto a su marido, Alejandro Campoy, el Museo de Oficios Antiguos Monegros. “Con mi marido y mis dos hijas seguimos ampliando el Museo, recuperando oficios y utensilios de la zona para que no caigan en el olvido, pero reconozco que los museos rurales deberían valorarse más, sobre todo por parte de las instituciones, que deberían promocionar más estos espacios, llenos de historia de nuestros antepasados, y difundir la huella que dejaron nuestros abuelos para que los niños y niñas sepan de dónde venimos”, reclama.

De pequeña ya era un culo inquieto. Ahora, es una mujer que no se le pone nada por delante y siempre defenderá al más débil. “Mi infancia fue la de una niña feliz, siempre decía lo que pensaba”, explica la monegrina que recuerda sus juegos por las calles de San Juan del Flumen. “Hacíamos casetas en el corral, jugábamos a las canicas, a la comba, cantábamos como si fuéramos grandes artistas, nos juntábamos en cada casa para ser maestros o médicos, nuestra imaginación no tenía fin, pero lo que más me gustaba era disfrazarme y jugar con mi abuelo a las cartas, siempre me dejaba ganar”.

También tiene un especial cariño por los que fueron sus maestros, “Mari Carmen y Julio. En clase teníamos un espacio para disecar y poner en formol animales que recogíamos por el campo”, detalla rememorando una de sus trastadas más sonadas: “Con mi hermano hicimos un agujero al orinal del abuelo, y ya os podéis imaginar el resultado”.

En referencia a sus gustos por las series televisivas, relata que le apasionaba la Abeja Maya “y las películas de Pipi Calzaslargas, las vi todas y después las compré para que mis hijas las vieran, pero en realidad me quedaba poco tiempo para ver la televisión. Los que sí me gustaban eran Los Pecos, pero mi afición era fotografiar a los animales que había en casa, mis perros, gatos, gallinas…”.

En la actualidad, Rocío tiene una vida tan activa como cuando era alcaldesa, trabajando en contacto con la naturaleza. “Es lo que más me gusta, apreciar los amaneceres de Los Monegros, observar sus aves, las plantas, todo ello me da vida”, concluye esta mujer enamorada de su familia, de su trabajo y de su vida en Los Monegros.