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RIBAGORZA - COSAS DE CASA

El sendero a la ermita de San Martín de Capella

Las esculturas creadas por Joaquín “Quinón” Sesé jalonan el último tramo del camino

Rebaño y pastor con el propio Quinón.
Rebaño y pastor con el propio Quinón.
E.F.

El sendero tematizado hacia la ermita de San Martín de Capella resulta tan atractivo en sí mismo que, sobre todo a ojos infantiles, incluso logra eclipsar su espléndido arranque en el puente románico sobre el río Isábena a su paso por la localidad y la llegada a la recoleta ermita románica de San Martín, del siglo XII.

Las esculturas de Joaquín “Quinón” Sesé que jalonan el último tramo de sendero, principalmente zoomórficas, sorprenden y acompañan al visitante perfectamente integradas en la naturaleza que representan, con alguna licencia del artista.

La ruta parte del espectacular puente románico de Capella, de ocho ojos, desde el que hay que seguir a la derecha el sendero GR1 para tomar, en el primer cruce a la izquierda, el PR-HU 124 a Castarlenas.

Ardillas.
Ardillas.
E.F.

En la siguiente bifurcación, se sigue la pista a la derecha, unos 200 metros, hasta encontrar el sendero que asciende al paso de La Canal.

Justo en el punto donde arranca ese sendero, y aprovechando el barranco que atraviesa la zona, nos topamos con las primeras figuras elaboradas por “Quinón”, relacionadas con el medio acuático y entre las que se encuentra una de las licencias del artista.

“Hay una veintena, la mayoría animales. Es lo que más pega aquí por estar en un entorno natural. Estas primeras son peces, una tortuga y un cangrejo, que es el único que no hay en la zona pero me gustó hacerlo”, comenta el autor de estas figuras que, elaboradas solo con piedras y, en ocasiones algún hierro, presentan gran realismo y riqueza artística.

“Son muy rústicas”, confiesa el artista, autodidacta en la escultura, como lo fue con sus cuadros, también elaborados con piedras, entonces de pequeño tamaño.

Un jabalí.
Un jabalí.
E.F.

“Había hecho cuadros con piedras hace años. Y aquí, puse un par de peces al principio y, como a la gente le gustó, decidí seguir”, recuerda “Quinón”, quien sigue un proceso laborioso y costoso por la orografía del sendero.

“Las piedras las cojo del río, de un campo, de un camino, de donde puedo. El problema es subirlas por aquí”, confiesa, señalando la estrecha senda que salva un desnivel de casi 300 metros y por la que ha subido las piedras con carretillo.

El proceso requiere, además, cierta técnica para la que se apoya en su oficio de albañil. “Pienso, voy a hacer una oveja, y luego busco las piedras adecuadas, les hago un agujero con el taladro y lo lleno con un taco químico. El hierro lo empleo para las patas o algún detalle”, detalla, abundando en la temática, principalmente zoomórfica, pero no solo.

“Después de los animales del barranco, está el ‘cagané’ que forma parte del Belén que me apeteció incluir. El Belén -que se encuentra a mitad de recorrido- gusta mucho. Le hice incluso una estrella porque como está dentro de una roca, había gente a la que se le pasaba y así llamo su atención. El ‘cagané’ está al principio y es bastante grande. La temática navideña está pasada de moda en verano, pero los niños lo disfrutan mucho”, apunta divertido “Quinón”.

“Menos el cangrejo, todos son animales de la zona. El búho real, el buitre, el gato... Hay insectos, hormigas, escorpiones -de los que encuentra bajo las piedras que mueve- tábanos, escolopendras. Es una zona con mucha fauna, aunque de día es difícil verla. También he hecho ardillas, una ‘rabosa’ (zorro), ovejas, un oso, conejos y, el último, el jabalí”.

Confiesa que, por el detalle y lo acertado de las piedras escogidas, sus preferidos son los conejos y que, entre los visitantes, las opiniones son variadas y dependen del gusto personal de cada cual.

Lo que sí sabe es que, entretenidos con la ruta y las esculturas, muchos visitantes ni siquiera llegan a la ermita de San Martín, donde realmente empezó todo. “Se dan la vuelta a mitad porque ya lo han pasado bastante bien. Un vecino me ha dicho que pondrá un código QR para que la gente llegue hasta arriba y vea la ermita. No esperaba que tuviera tanto éxito. En Semana Santa pasada incluso hubo demasiada gente”.

La ermita de San Martín, o lo que eran solo unos restos hace una década, marcó el arranque de esta aventura de “Quinón” que ha dado mucha vida a Capella. “Aquí en la ermita empezó todo. Estaba lleno de piedras. Había una carrasca dentro del templo, el ábside lleno de yedra. Tuve que desbrozarlo y quitar las piedras y, desde que se conoce, vienen historiadores a estudiarlo”, explica aludiendo a expertos como Francisco Martí.

Por cuestiones personales y laborales, “Quinón” dispone de menos tiempo últimamente, aunque sigue trabajando para mantener limpio el camino y seguir acondicionando el entorno de la ermita. Respecto a añadir más esculturas enriqueciendo el sendero temático de San Martín, no cierra la puerta. “Ahora tengo menos tiempo libre, pero la gente espera novedades, así que algo que habrá que hacer para que siga habiendo afición a subir”, comenta satisfecho con una respuesta que no esperaba.

Joaquín Sesé recibió el Calibo a la mejor labor de promoción del territorio por parte del Ayuntamiento de Graus en 2019 y también un reconocimiento más reciente del Consistorio de Capella, agradeciéndole este trabajo altruista para la recuperación del patrimonio y su puesta en valor.