Ribagorza

RIBAGORZA - SEQUÍA

“No había visto un verano tan caluroso y seco en el monte”

Ángel es uno de los pastores más veteranos de la Ribagorza

En su vida como pastor, Ángel ha recorrido muchos parajes de Pirineo.
En su vida como pastor, Ángel ha recorrido muchos parajes de Pirineo.
Á.H.

“Nunca había visto un verano tan caluroso y seco por el monte como este año”, cuenta Ángel, uno de los pastores ribagorzanos más veteranos en el oficio que reside en la aldea de Beleder (Belvedé) cerca de Campo. Más de media vida lleva trabajando con la familia de José Laencuentra, más conocido como Pepe Costa, uno de los empresarios del sector con mayor cabaña que, también, lleva toda su vida en la zona. Ángel es natural de Bisaurri, aunque su madre nació en Abella. Allí vivió “en el ambiente propio de una familia de ganaderos, soy pastor desde joven, he aprendido el oficio por mi cuenta. Claro, te crías en un ambiente de trabajo propio de la montaña y como éramos varios hermanos, pues ya me entiendes”…

En su labor ha recorrido muchos parajes del Pirineo, siempre al cuidado de las ovejas, “ahora llevo 200 cabezas por los alrededores de Campo. Hoy subimos por las laderas del Castell de Sin, esta tarde cambiaremos de zona y en julio fuimos por las proximidades de San Bllascut y de camino a Peralta donde hay un comedero de sal para las ovejas”. En julio buscaron el fresco y el agua, “y en agosto vamos por este monte cerca de Beleder”.

Los parajes son más próximos al núcleo. “La mayor parte del rebaño de 2000 ovejas están en la zona alta, a la vista del Aneto, donde pasan el verano. He estado muchos años allí, subíamos alto, a la vista de los lagos y del territorio francés. Ahora, a mis años me quedo por aquí abajo, llevo media vida con esta familia, el trato es muy bueno, soy uno más”.

Ángel cuida un rebaño de 200 ovejas y cabras por lugares cercanos a Campo.
Ángel cuida un rebaño de 200 ovejas y cabras por lugares cercanos a Campo.
Á.H.

Es un pastor de oficio, moderado, con ganas de hablar. “Hace 30 años que no pruebo el alcohol, bebo agua del manantial de San Miguel (Campo), que es muy sana. Además, conozco otras fuentes cuando salgo por el monte. En mi zurrón llevo tomates, agua, pan y alguna cosa más, soy de comida sencilla y sana. Mi vida cotidiana es muy tranquila, de casa al monte y regreso, al día siguiente lo mismo”.

En su larga vida de pastor, nunca ha perdido ovejas, “las conozco bien y sé que las parturientas nunca suben, la tendencia es a bajar y si alguna se queda la encuentro salvo que aparezca alguna zorra. El oficio requiere conocer bien a las huellas (ovejas) y manejar los perros con soltura”. En la misma línea, “nunca he visto al oso por aquí, aunque sé que ha merodeado”. El ganadero ha sufrido bajas en muchas ocasiones. “La verdad es que me daría miedo ver un oso en mi ruta”.

Ángel cree que “los rebaños de ovejas son una garantía para salvaguardar el monte y los campos, ha sido así siempre, al menos desde que soy pastor y he recorrido mucho. Este oficio requiere de experiencia y en esta zona quedamos pocos pastores. De momento, aguanto bien, soy feliz con las ovejas y repetiría de nuevo, no lo cambio. Además, no tengo vicios”. Se conoce todos los itinerarios, “claro, es normal, hay muchos por los alrededores de Campo y en la montaña alta, también, se viven momentos cotidianos que son desconocidos, entre ellos cuando bajan a comer la sal a los comederos de piedra. A las ovejas hay que cuidarlas bien. De precios no entiendo, eso es cosa de Costa. Mi trabajo es cuidarle el rebaño cada día, desde que salimos del establo”.

Con buen criterio dice que quedan “pocos pastores de los que hubo por aquí, he conocido a varios y siempre hubo buen ambiente. Recuerdo, por ejemplo, a Elías que fue alcalde de Campo y falleció no hace mucho”. “Ahora, me encuentro con Manolo de Casa Catalina que se entretiene con las ovejas”.

De los ganaderos de intensivo que hubo en Campo, entre vacas y corderos, según el listado elaborado por José Mur y Miguel Fillat en septiembre de 1880, con 85 ganaderos censados en la Junta de Ganaderos, entre ganado lanar y cabrío, que eran abundantes, vacuno, algunos tenían mulos y ninguno un caballo, han desaparecido todos. De momento, Ángel sale a diario con las 200 ovejas desde los establos desde Beleder y es feliz “hasta que Dios quiera y el cuerpo aguante”.