Ribagorza

COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

La covid precipitó su vuelta y con 25 años es ganadera en Torres del Obispo

Julia Trillo estudió Educación Social en Lérida, pero desde hace tres tiene su propia granja de terneros de cebo y, más reciente una de vacas

Julia Torres trabaja como ganadera en Torres del Obispo.
Julia Torres trabaja como ganadera en Torres del Obispo.
E. F.

La joven ganadera de Torres del Obispo Julia Trillo estudió Educación Social en la Universidad de Lérida. Sin embargo, desde la puesta en marcha su explotación de terneros de cebo hace tres años -que ahora compagina con otra de vacas en extensiva- se dedica exclusivamente al ganado. Julia cuenta con el apoyo de su familia, también del sector. “De momento, no me he arrepentido nunca”, confiesa. Lo que más le gusta es “poder vivir en Torres” y lo que menos: el pastor eléctrico, la dependencia de las subvenciones, algunas normativas relativas a la reintroducción de especies como el oso o el lobo, que “no son compatibles con la ganadería”; y que no se revaloricen las hectáreas forestales y de pasto arbustivo para el ganado extensivo, con lo que ello supondría en ahorro y prevención de incendios.

A sus 25 años, Julia Trillo lleva tres trabajando como ganadera en el núcleo grausino de Torres del Obispo. “Estudié en Lérida y viví allí los cuatro años de carrera. Estuve de Erasmus en Chile, hice un voluntariado en Brasil y, después, estuve trabajando en Benabarre de Educadora Social”. La covid precipitó su regreso a casa y el negocio familiar la atrapó. “Con la pandemia, volví. Siempre había pensado acabar aquí, pero igual no tan rápido. Tenía 22 años cuando volví, aunque siempre había estado vinculada con lo que mis padres tenían aquí. Todos los veranos y los fines de semana, iba a las explotaciones, pero con la Covid, estaba fija”, recuerda.

“Siempre había pensado acabar aquí, pero igual no tan rápido. Tenía 22 años cuando volví”

“Empecé con una granja de terneros propia, de cebo, con unos 150 que están en el engorde. Cuando ya me quedé fija aquí empecé con otra de vacas. Es más trabajo, aunque me gusta más porque es más entretenido. Estas están aquí sobre todo en invierno cuando no hay pasto fuera y, de cara a primavera, salen a comer la hierba que hemos sembrado en los pastos próximos que tenemos que arrendar. Por la noche, si no hay barrancos cerca o no les hemos llevado la cuba, vuelven a beber a la cuadra”, relata. “En verano, suben a los pastos de montaña. Vamos a Formigal o Tramacastilla de Tena. También tenemos en Aneto, en el municipio de Montanuy. Yo esta parte de subirlas a la montaña la disfruto mucho, subes a vigilarlas”, explica.

Las estaciones y el ciclo vital de los animales marcan un trabajo que, sin embargo, no es nada monótono. “Cada día es diferente. Por los animales, por el tiempo, hay días de oficina, hay plazos de entrega que cumplir”, enumera ilusionada y contenta con su decisión.

“En la ganadería empezar de cero sin el apoyo de tus padres es casi imposible”

“Lo que más me gusta es poder vivir en Torres. Estamos pocos, de 20 a 30, pero con los de 30 y 40 tenemos un grupo multiedad muy dinámico”. Además, un grupo bastante numeroso de su quinta se han quedado en Graus. También está contenta con “el buen equipo de trabajo” de las explotaciones de la casa. “Trabajamos muy bien” en un negocio en el que la exportación roza casi el 90 % de lo que producen. “Hay un chico que trabaja conmigo con las granjas, desde que empecé con el cebo y me fui de Erasmus, y todo el equipo de la explotación familiar son de la zona y jóvenes”.

En la primera fase de instalación, maquinaria, referencias de mercado, arriendo de campos, etcétera, destaca el apoyo de sus padres. “En la ganadería, empezar de cero sin el apoyo de tus padres es casi imposible, requiere una gran inversión inicial”. Lamenta también que “sin subvenciones, el sector no es rentable”. En este sentido, critica que se subvenciona sólo el ganado en los pastos de montaña. “Si me subvencionaran que me quedara más cerca de casa, que sería lo lógico, creo que la ganadería extensiva podría ayudar a hacer frente a incendios como el que tuvimos aquí hace un par de años. Ojalá se revalorizaran las hectáreas forestales y de pasto arbustivo y las pudiéramos utilizar también”.