Ribagorza

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Alejandro Romeo: “La agroindustria está descompensada respecto al sector primario”

Alejandro Romeo.
Alejandro Romeo.
E. F.

Es el responsable de producto y ventas en Embutidos Artesanos Melsa S.L., la empresa familiar grausina donde recaló tras formarse como Ingeniero Técnico Agrícola; Máster en gestión e innovación en la industria agroalimentaria y Grado de ingeniero agrícola, todo ello en la Universidad de Lleida; y después de trabajar como responsable de producto en Argal S.L. Actual presidente de la Asociación de Empresarios Agroalimentarios de Ribagorza, integra la junta del Cedesor, desde donde espera impulsar la agroindustria, un sector “descompensado” en Ribagorza, considera.

¿Cuál es el peso de la agroalimentación en Ribagorza?

—Pues es bastante poco porque hay un sector primario descomunal y un sector secundario, de transformación, muy pequeño. Por lo tanto, está descompensado y la transformación sigue siendo el reto. Por ejemplo, parece lógico que podría haber una conservera de trufa, parece algo evidente, pero hay que hacerlo. En el sector secundario estamos cojísimos y por eso mismo hay una capacidad de crecimiento abismal. Hay mucho producto, pero se va de aquí sin transformar.

¿Qué está haciendo la Asociación de Empresarios Agroalimentarios de Ribagorza para impulsar el sector?

—En principio, somos uno de los representantes de la junta del Cedesor (Centro de Desarrollo de Sobrarbe y Ribagorza), que es quien gestiona los fondos europeos en nuestra comarca. También intentamos divulgar los productos que tenemos en esta tierra, los que elaboramos aquí.

¿Qué acciones está desarrollando el Cedesor directamente ligadas a la agroalimentación?

—El Cedesor ahora compensa la agroindustria porque no está equilibrado. En su día fue el turismo rural y ahora sería la agroalimentación. Hace algunos meses, se hicieron unas sesiones formativas sobre dónde sería importante invertir y a raíz de ahí se le ha dado más importancia a la agroindustria en la zona. Hay otros criterios de valoración, como la población o la altitud que también valoran. Hay que ir de la mano y conseguir ayudas para potenciar el sector.

¿Qué es la Asociación de Empresarios Agroalimentarios de Ribagorza?

—Es una asociación formada por cinco empresas, los tres fabricantes de Longaniza de Graus (Aventín, Melsa y Maella), Quesos Benabarre y Pastelería Puyet, y está abierta a captar nuevos socios que representen a las empresas agroalimentarias de este territorio. De lo que es Ribagorza serían bienvenidos todos, no somos muchos así que cuantos más estuviéramos, mejor representados estaríamos.

¿Qué acciones conjuntas realiza la Asociación para visibilizaros?

—Pensamos mucho los unos en los otros. En nuestras tiendas tenemos presencia del resto de productos y cuando salimos fuera, tratamos de llevar nuestros productos y los del resto. Es una colaboración mutua en la que todo se hace por el bien común.

Entre los socios, destacan los tres miembros de la Asociación de Fabricantes de Longaniza de Graus, con peso específico dentro y fuera de Ribagorza.

—Los tres sabores de la Longaniza de Graus, gracias a la Fiesta de la Longaniza, suenan y nos asocian al final a un nombre común que abraza al pueblo, a Ribagorza y a Aragón. Vas a hablar en otras comunidades y lo que más conocen de Graus es la longaniza, en un claro ejemplo de promoción del territorio a través del producto.

Además de la longaniza, el queso y la repostería casera, ¿qué otros productos crees que podrían estar en la Asociación?

—En su día hubo miel, chocolate, etcétera. Podrían estar todos porque los fondos para estos próximos cinco años del Cedesor son casi 5 millones de euros y el que proponga y esté en disposición de hacer proyectos subvencionables es una manera de captarlos, de estar en vanguardia en lo que se hace en nuestro territorio. La unión es importante para tener más fuerza.

¿A qué problemas se enfrenta la agroindustria en Ribagorza?

—Es complicado porque somos pocos y cuesta encontrar gente para trabajar, pero tenemos la materia prima al alcance de la mano, tenemos un microclima, en nuestro caso, para secar los embutidos, que no se puede tener en las ciudades. Los clientes están lejos, pero compensa la cercanía al producto, que es básica. Por lo demás, las necesidades son que tienes que invertir constantemente para estar en vanguardia en este mercado tan exigente que ya es de escala, alcanzar cierto volumen y tener financiación.