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ENTREVISTA

Joaquín Cazcarra: “Me decanté por el turismo, pero no tengo mal recuerdo de ganadero”

Durante años compaginó la ganadería con el refugio de Viadós

Joaquín Cazcarra en la zona de Viadós.
Joaquín Cazcarra en la zona de Viadós.
S.E.

Después años y años de fines de semana de primavera y veranos completos en el refugio de Viadós, a algo más de 1.700 metros de altitud en el valle de Chistau, Joaquín Cazcarra (Gistaín, 1945) cerró el año pasado un ciclo vital del que tiene excelentes recuerdos. Tras “casi 60 años” participando en este proyecto familiar a las faldas del pico Posets, dice: “Estoy muy agradecido a toda la clientela que hemos tenido”.

Su padre comenzó a construir este refugio en 1953 y en 1959 lo abrió al público, siendo su primera gran prueba en 1961: la celebración del Campamento Internacional de Alta Montaña de la Federación Española de Montañismo, organizado por el Club Peña Guara, de Huesca. El refugio -recuerda Joaquín- “comenzó con cinco habitaciones y luego se habilitó una borda contigua para dormitorios y en estos momentos ofrece cerca de 60 plazas”.

Al principio, “fue sobre todo mi madre la que se encargaba del refugio y yo, directa o indirectamente, ya estaba allí llevando suministro, acompañándola… Alternábamos lo del refugio con la ganadería, vacas y generalmente ovejas trashumantes. Se abría el refugio de principios de julio a finales de agosto, que entonces había muy poca afluencia de gente, pero fue aumentando y desde hace bastantes años abrimos en Semana Santa, los fines de semana de la primavera y de mediados de junio hasta el Pilar”.

“Me quedaría otros 60 años en Viadós, si pudiera”

Ha gestionado este refugio Joaquín junto a su mujer, Cristina Zueras, en los últimos 42 años, aunque los más recientes. “Ella estaba allí más bien fija y mi hija, y yo les llevaba el suministro y poco más. El año pasado fue el último que estuve allí y me quedé alucinado viendo las ganas de colaborar y el respeto de la gente, con lo de la covid la gente se portó de maravilla, no hubo ningún problema”, indica. Ahora dirige el negocio su hija Elena, y trabajan en el refugio Celia, una vecina de Gistaín, y su compañero Andrés.

“Me quedaría otros 60 años en Viadós, si pudiera”, afirma Joaquín, para quien “la naturaleza es un medio muy agradecido”. Además, “la gente que pasa por el refugio no son turistas, son más bien deportistas y saben dónde están y a qué han venido”. Eso sí, afirma que “no tiene nada que ver la forma de hacer montaña de cuando empezamos a aquí. Ahora la montaña es un estrés, la gente va con el cronómetro todo el día, desde que salen del refugio hasta que llegan a él, parece todo una competición. Creo que esto desvirtúa un poco el disfrute de la montaña. Desde el punto de vista de los viejos montañeros, eso es no enterarse de nada, aunque si lo hacen así es porque les gusta”.

Él, a los 30 años, “ya tenía todas las cimas del entorno hechas, pero tampoco me he podido extender mucho porque la época en que podías hacer montaña tenía que estar trabajando”. Y con el paso de los años ha llegado a la conclusión de que ”las grandes cimas tampoco son lo que más me motiva, a veces una cima de mil metros es más agradecida que las que sobrepasan los 3.000 metros. La montaña es la fauna, la flora…, un montón de cosas que llaman tu atención si te fijas”.

“El día que falte la ganadería, esto va a ser un desastre”

Compaginó el refugio y la ganadería (ovejas) hasta hace unos 20 años. “Pero llegó un momento que no podía alternar las dos cosas y tuve que dejar la ganadería. Empecé viviendo de lo buenas que eran las montañas y terminé viviendo de lo bonitas que son las montañas”. La ganadería -explica Cazcarra- “es muy agradecida, si la tratas bien te trata bien. Yo nunca he renegado de la ganadería, al contrario, por circunstancias tuve que elegir una de las dos cosas y me decanté por el turismo, pero de ninguna forma tengo mal recuerdo de mi época de ganadero”.

También subraya “la evolución espectacular en los accidentes de montaña. En los primeros accidentes que yo vi en la montaña venía la guardia civil del puesto de la zona con el mauser y el tricornio. Comparado con los equipos de rescate que tenemos ahora...”.

Y qué decir del avance que suponen las telecomunicaciones. “Con internet -explica- el pedido a los proveedores se ha arreglado bastante. Nosotros pasamos de mandar una nota con los pastores, al gran avance que supusieron los walquis y la radio; después llegó el teléfono, que era lo más, y ahora internet, que ya lo supera todo”.

¿Qué es lo más complicado de un refugio de montaña? “Una de las cosas más complicadas quizás es el mantenimiento de las instalaciones, que tienes que saber de electricista, fontanero, camarero, cocinero..., de todo”.

“Ahora la montaña es un estrés, van con el cronómetro todo el día”

Sobre la presencia del oso y el lobo en algunos puntos del Pirineo, Cazcarra opina que “estas especies no creo que favorezcan en absoluto que se siga manteniendo el sistema ganadero y, por lo tanto, la vida en los pueblos. Esto no es progreso, es cargarnos los sistemas tradicionales de vida. La ganadería está bastante castigada ya y vivir solo del turismo no puede ser, aquí habrá que vivir del turismo y de la ganadería. El día que falte la ganadería, esto va a ser un desastre en todos los sentidos”.

Por cierto, ¿Viadós o Biadós? “Cuando apareció el tema de la fabla dijeron que no existía la ‘v’ en la fabla y empezaron a escribirlo con ‘b’, pero yo siempre lo he escrito con ‘v’. Afortunadamente, ahora han reconocido que sí, que efectivamente se escribe con ‘v”.