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Enrique Ripoll: "Tenemos la obligación moral de intentar equilibrar las diferencias”

El óptico-optometrista sobrarbense (Torla, 1956) admite que descubrió su profesión por casualidad: “para pagarme mis estudios de Química,

Enrique Ripoll realiza labores humanitarias.
Enrique Ripoll realiza labores humanitarias.
S. E.

¿Cuál es el emoticono que define su personalidad?

—El de la perseverancia.

¿Le damos a los ojos la importancia que merecen?

—Poco a poco la sociedad del primer mundo va tomando conciencia de la importancia de ir cuidando uno de los sentidos más importantes que poseemos. Tenemos el inmenso privilegio de poder, en muchos casos, anticiparnos a las manifestaciones de las patologías oculares. En otros casos, las técnicas quirúrgicas actuales hacen milagros que décadas atrás eran impensables. Los próximos años pueden ver la luz avances extraordinarios en la curación de ciertas dolencias que actualmente no tiene solución. Desgraciadamente todo esto es un sueño para los países del tercer mundo. De ello se desprende nuestra obligación moral de intentar equilibrar un poco estas enormes diferencias.

Genio y figura. ¿Se identifica?

—En mi perseverancia. Mi padre me decía cariñosamente que era “un cabezón”. Efectivamente, cuando tengo una idea clara es difícil que reble en el camino trazado.

¿El negocio es la negación del ocio o usted se divierte currando?

—Yo soy un privilegiado porque me encanta mi profesión. Disfruto trabajando, aunque también disfruto en otros muchos aspectos que la vida me ofrece. En realidad, soy un enamorado de la vida.

“En Los próximos años pueden ver la luz avances extraordinarios en la curación de ciertas dolencias que actualmente no tiene solución”

¿Eso es lo que hizo que se decantase por ir más allá de la salud visual de los oscenses y que aterrizase en África con la Fundación Ilumináfrica?

—Efectivamente. Como ya he dicho la inquietud estaba desde la adolescencia, como le pasa a muchas personas. Cuando se creó la Fundación Iluminafrica por oftalmólogos en su mayoría de Zaragoza, se dieron cuenta que para mejorar la atención visual de aquella gente, necesitaban ópticos. Presentaron dicha demanda al colegio de Ópticos. Yo entonces era delegado por la provincia de Huesca. En seguida me di cuenta que esa era mi oportunidad que el destino me presentaba para tranquilizar mi “espíritu inquieto”. Y hasta hoy, que ya llevo 15 viajes solidarios.

¿Cada cuánto tiempo va y por cuántos días?

—Normalmente vamos una vez al año y la expedición dura unos 15 días. En alguna ocasión he ido en dos ocasiones, a zonas diferentes, como ocurrió en 2021.

¿Qué puede hacer en 15 días?

—Mi finalidad en el Hospital de Dono Manga, que así se llama la pequeña población de la República del Chad donde voy normalmente, es atender las necesidades optométricas de los pacientes y formar personal local para que puedan regentar la Óptica aunque sea de manera básica. Como también soy miembro de la Asociación Kemkar, creada por personas de Huesca, y que tiene como finalidad pagar los estudios de las niñas que así lo deseen y no tengan medios, aprovecho la estancia para coordinar la ayuda que altruístamente nos donan los socios.

¿Poderoso caballero es don dinero?

—Sin duda es menester para poder aportar ayuda humanitaria a esa pobre gente. Cada operación que realiza la Fundación Iluminafrica, le cuesta dinero, porque aunque cobramos un precio simbólico para que valoren la labor, ni mucho menos cubre el coste de todo el proceso. Además, el dinero obtenido en esas intervenciones, se le dona al Hospital para cubrir algo sus múltiples necesidades.

¿Cómo ayudar?

—Tan sencillo como hacerse socio de la Fundación Iluminafrica y si lo permite la economía y el altruismo, porque no también de la Asociación Kemkar. En las páginas web de cada organismo tienen los sencillos paso para hacerlo. Además, en nuestro establecimiento de Óptica de la capital, recogemos gafas ya usadas y en buen estado, que previamente seleccionadas, se llevan para cubrir las muchísimas carencias de aquella pobre gente.

¿Cuál es la excitación que más le irrita?

—La irracionalidad. Y no puedo soportar ni la corrupción ni los nacionalismos.

¿Por qué vestimos tan gris los hombres occidentales?

—Posiblemente porque nos falta la alegría interna. Una de las cosas que mas te sorprende la primera vez que vas a África, es el colorido casi lujuriante de su vestimenta y su elegancia, sobre todo en las mujeres.

¿También somos grises a la hora de elegir una montura de gafas?

—No necesariamente. La gafa además ser ser una herramienta para compensar defectos visuales, es un elemento muy importante en la imagen de la persona. La moda en el primer mundo, tiende cada vez más a monturas de colores vivos y variados. A lo mejor es también para equilibrar un poco la falta de luz interior que algunos podemos sufrir.

¿Digital o analógico?

—Yo por mi edad soy más bien de cultura analógica, más de tocar, de sentir la proximidad.

Ojo avizor. ¿Se precia de ver las intenciones a la distancia?

—Es una de las pocas cualidades que creo poseer.

¿Qué es lo que le gusta exprimir hasta la saciedad?

—La ilusión, que es el motor de la vida.