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DÍA DE ARAGÓN

Miguel Lloro: "La medicina rural es más cercana, se consulta en el bar y por Whatsapp"

El médico nacido en Lupiñén, que lleva casi treinta años en el centro de salud de Broto, urge soluciones para evitar el cierre de consultas  

El médico Miguel Lloro en su consulta del centro de salud de Broto.
El médico Miguel Lloro en su consulta del centro de salud de Broto.
S.E.

La gesta de San Jorge al matar el dragón fue una proeza que, llevada a nuestros días, bien podría compararse con el trabajo esencial que desempeñan los médicos rurales en los pequeños pueblos de la provincia.

Miguel Lloro Lloro es uno de esos héroes anónimos que se viste cada mañana con la bata blanca de “superhéroe” para salvar vidas, al estilo de Batman pero sin batmóvil y en el centro de salud de Broto, donde trabaja desde hace casi treinta años.

Hoy más que nunca la figura de estos profesionales está de actualidad, y no precisamente por el motivo que nos gustaría. Según el primer estudio realizado sobre médicos rurales en nuestro país por la Organización Médica Colegial, en cuatro años se jubila un tercio de los actuales facultativos rurales (el 28 %) para los que no hay sustitutos.

“Hay un déficit de médicos tremendo en España, ha habido una mala planificación durante muchos años”, señala Lloro, quien advierte de que la problemática no solo afecta al ámbito rural, “hay carencia de personal en todas partes, también en ciudades como Huesca, Zaragoza o Madrid”.

Afortunadamente, en el centro de salud de Broto viven “un momento dulce”. La plantilla está “al completo”, aunque “puede cambiar en cualquier momento”, reconoce.

Ejercer la medicina de familia en un entorno rural fue su deseo desde que terminó la carrera. “Me gusta el trato con la gente, además vivo en Broto así que los pacientes son vecinos, amigos... Aquí se practica otro tipo de medicina, más personalizada y cercana. Siempre hay una consulta detrás de una cerveza en el bar y muchas por Whatsapp, pero está bien, es un sistema que tenemos establecido. Prácticamente todo el mundo del valle tiene mi teléfono, si me llaman siempre contesto, si no es a la primera a la segunda, y si no que me dejen un mensaje”.

Miguel Lloro nació en Lupiñén allá por el año 1961 en una familia de seis hermanos, tres varones y tres mujeres, que su madre, Dorita Lloro Gallego, alumbró en casa, “con la ayuda de una señora mayor que hacía de comadrona”.

De pequeño soñó con ser veterinario, pero una pediatra que frecuentaba el hogar de los Lloro le convenció para estudiar Medicina, así que después de pasar por San Viator empezó a formarse para médico, los tres primeros años en Huesca y los tres siguientes en Zaragoza.

Cuando terminó tenía claro que quería ejercer medicina en el medio rural, pero en aquella época “sobraban médicos por todos los sitios, justo lo contrario que ahora”.

Trabajó en Psiquiatría en el Hospital Provincial, también ejerció la profesión en una residencia, en los reconocimientos médicos para el carné de conducir y en un centro de medicina estética. La llamada que le cambió la vida le llegó en 1995, cuando estaba de médico de refuerzo en Huesca. “Me dijeron que si me interesaba una interinidad en Broto y les dije: ‘sí, ¿por dónde se va?”.

“Llegué el 30 de octubre de 1995 y aquí sigo, sin idea de marchar”, afirma.

En el valle ha creado su hogar, tiene un hijo con el que tiene una relación estupenda, aunque no seguirá sus pasos porque “se marea si le sacan sangre”.

Para consuelo de sus pacientes, todavía no piensa en la jubilación. Está contento en su trabajo, pero considera que podría haber mejoras. “El centro de salud está un poco encajonado y se ha quedado viejo, había previsto hacer uno nuevo pero llegó la crisis y ahora ya no es prioritario”, lamenta.

No obstante, al echar la vista atrás reconoce que se han logrado pequeñas y grandes conquistas. “Cuando llegué no había ni centro de salud, las guardias las hacíamos por semanas enteras, una el médico de Torla, otra el de Broto y otra el de Fiscal, eran guardias localizadas en casa, te tenían que llamar y estar localizado”, recuerda.

“Luego se abrió el centro de salud de Broto y nos cambió totalmente la vida”, tanto a los profesionales como a los pacientes, asegura.

En este tiempo han sumado efectivos y más materiales y suministros, pero “aún hay margen de mejora, por supuesto”.

Para concluir reclama una mejor planificación en el sector sanitario. “Se cierran consultas en los pueblos porque no hay personal. Es un problema que nos atañe a todos y hay que poner soluciones”.