Sobrarbe

ECOS / ¿qUIÉN SOY?

Diego Sampietro Bardají, compromiso y amor por su tierra

Recuerda una infancia feliz en Broto, con la bicicleta, los Playmobil y muchas horas en la calle jugando a fútbol y la ganadería ha sido su pasión

Diego Sampietro Bardají en sendas imágenes de niño y en la actualidad.
Diego Sampietro Bardají en sendas imágenes de niño y en la actualidad.
S.E.

La ganadería moldea buena parte del paisaje de Sobrarbe. Las pequeñas explotaciones de vacas, ovejas y cabras forman parte de la esencia de una comarca en la que los ganaderos son uno de sus principales valedores. Personas que, como Diego Sampietro Bardají (Broto, 1987), desarrollan una labor callada, humilde y esencial para el territorio.

Presidente de la Asociación de Ganaderos del Valle de Broto y de la ADS de ovino del Valle de Broto, vicepresidente de la Mancomunidad forestal del Valle de Broto, presidente del Club Deportivo Alto Ara y concejal en el Ayuntamiento de Broto, Diego Sampietro está comprometido con su tierra y trabaja en su defensa desde distintos ámbitos.

Cuando terminó el instituto se fue a estudiar a la ciudad, pero nunca llegó a romper sus lazos con su hogar en el valle de Broto. Decidió seguir la tradición familiar y dedicarse a la ganadería porque es lo que le hace feliz.

“Me dedico a la ganadería al cien por cien y me quedé a vivir en Broto porque estoy a gusto. Me fui a estudiar Empresariales pero no me gustan ese tipo de trabajos, prefiero trabajar en casa, haciendo lo que he visto desde pequeño”, señala.

Sus recuerdos de la infancia le llevan a pensar en bicicletas, en Playmobil y en fútbol. “Nos pegábamos el día en la calle con cuatro o cinco amigos de la misma edad. Jugábamos mucho con los Playmobil, que yo tenía en casa un montón, también jugábamos a fútbol y en verano nos flipábamos viendo el tour, cogíamos la bicicleta y subíamos puertos, íbamos a todas partes con ella”, recuerda.

La montaña no solo es parte del paisaje de su infancia, también ha sido lugar de ocio y de trabajo desde niño. “Con mi padre y con mi abuelo iba de bien crío al monte con las vacas o las ovejas y me lo pasaba en grande”.

Eran divertimentos -y obligaciones a la vez- que hoy se han convertido en su forma de vida. Un trabajo que disfruta, aunque despotrica de vez en cuando de algunas faenas, como la de ir a recoger hierba en verano.

Diego, sin saberlo y seguramente sin pretenderlo, ha encontrado la fórmula de la felicidad. La prueba está en que asegura que no necesita ni quiere tiempo libre, no le apetece irse a ningún lugar para ser un turista ni comprar nada que satisfaga un deseo que no tiene.

Le gustan las cosas sencillas, subir al monte, vigilar las ovejas... Son entretenimientos que disfruta cada día y que no difieren mucho de los que tenía cuando era niño. “Me gusta hacer deporte, jugar al fútbol, ir en bicicleta o correr por el monte”, cuenta.

La vida en el valle de Broto ha cambiado mucho, pero, por suerte, hay cosas que se mantienen intactas y otras por las que Diego Sampietro lucha para que mejoren. A través de las asociaciones de las que forma parte, trabaja por defender los derechos del sector de la ganadería, de las pequeñas explotaciones que hacen territorio en una comarca dispersa y despoblada que, afortunadamente, cuenta con personas como él, que están enamoradas de su tierra.