Sobrarbe

COLABORAN: DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA Y CAJA RURAL DE ARAGÓN

Tres pequeños “milagros” salvan un año más la escuela de Paúles de Sarsa

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Laura, José y Jorge tienen por delante un curso lleno de aprendizaje y diversión en la escuela de Paúles de Sarsa.
Laura, José y Jorge tienen por delante un curso lleno de aprendizaje y diversión en la escuela de Paúles de Sarsa.
S. E.

JORGE, Jose y Einar, con 5, 3 y 1 año, respectivamente, son los niños que han obrado el “pequeño gran milagro” de salvar, un curso más, la escuela de Paúles de Sarsa. La llegada de estos tres pequeños al Biello Sobrarbe, una de las áreas más despobladas de la comarca, permite mantener abiertas las puertas de un colegio, cuya continuidad pende de un hilo desde hace años.

En 2021 fueron otros dos niños, Ángel y Yago, los que, sumados a Kelian -que ya estaba matriculado- y Laura -que empezó ese año en el aula- permitieron que siguiera abierta. Pero, el curso pasado Ángel y Yago se fueron y, de nuevo, el colegio estuvo a punto de cerrar al quedarse con dos alumnos, por debajo del mínimo de tres necesario. El Departamento de Educación, excepcionalmente, permitió que siguiera abierta con esos dos niños, Kelian, de 10 años, vecino de Mondot, y Laura, de 3, de Paúles de Sarsa. Gracias a la lucha del Ayuntamiento de Aínsa-Sobrarbe contra la despoblación, poco después de comenzar el curso, llegó desde Andalucía la familia de Denali Joaquín, un niño de 2 años, que se instaló en una vivienda municipal en la localidad de Arcusa, garantizando in extremis la continuidad del colegio.

Laura Martín y Juan Luis Broto con sus tres niños.
Laura Martín y Juan Luis Broto con sus tres niños.
S. E.

Este año, la marcha de Kelian al IES Sobrarbe de Aínsa para hacer Secundaria volvió a poner el peligro la escuela rural. En esta ocasión, el “milagro” para salvarla llegó desde Galicia, donde una familia con tres pequeños se cruzó España para instalarse en el Biello Sobrarbe, concretamente en una casa rehabilitada en Santa María de la Nuez (Bárcabo), a poco más de un kilómetro de Paúles de Sarsa.

Los nuevos pobladores ya conocían la zona, el padre de familia, Juan Luis Broto, desciende de Lecina y durante muchos años ha ido a cazar a esta parte de Sobrarbe. Él y su mujer Laura Martín vivían en una urbanización en Barcelona, hasta que una serie de circunstancias ocurridas en la pandemia les hizo cambiar su forma de vida.

Daneli Joaquín, con su padre, mirando unas ovejas desde la terraza de su casa en Arcusa.
Daneli Joaquín, con su padre, mirando unas ovejas desde la terraza de su casa en Arcusa.
S. E.

Apostaron por dejarlo todo e irse al medio rural, entre sus preferencias, por supuesto Sobrarbe, “pero en esa época estaba intratable el tema de la compra o el alquiler”, comenta Juan Luis Broto, así que acabaron marchándose a una aldea de Orense.

Este verano fueron a una boda en Arcusa y decidieron alargar la estancia para hacer unas vacaciones en familia. Fue entonces cuando escucharon la urgente necesidad de encontrar niños para que no cerrara la escuela de Paúles de Sarsa.

Milagros García-Calvo, directora del colegio de Paúles de Sarsa.
Milagros García-Calvo, directora del colegio de Paúles de Sarsa.
S. E.

“Nos lo dijeron varias personas y la verdad es que la gente estaba muy afectada”, recuerda. Regresaron a Galicia con ese “runrún” en la cabeza. “Llamé a un amigo que está viviendo aquí contándole que nos estábamos replanteando la situación y casi nada más colgar el teléfono ya me había mandado fotos de la casa que se había rehabilitado en Santa María de la Nuez”. Les gustó y, de nuevo, se pusieron a hacer maletas.

La semana pasada, sus hijos mayores, Jorge, de 5 años, y Jose, de 3, empezaron el colegio en Paúles de Sarsa, junto con Laura, que ya ha cumplido 4 años, y Daneli Joaquín, que tiene 3. “Estamos encantados, los niños están muy contentos, es justo lo que queríamos, un sitio pequeño en el que los críos puedan jugar y correr por la calle sin miedo al tráfico”, dice Juan Luis Broto, quien se muestra “feliz” por haber regresado a la tierra de sus antepasados. “Sobrarbe es mi tierra”.

No nació en la comarca de la “cruz de fuego sobre la carrasca” -parafraseando a La Ronda de Boltaña-, pero tanto Lucrecia Bermúdez como su marido y su hijo, Daneli Joaquín, se sintieron “muy bien acogidos” cuando llegaron el año pasado a Arcusa.

“Estamos muy contentos, nos encanta la tranquilidad del pueblo y la naturaleza del entorno”, afirma y, a pesar de las diferencias que puede haber entre los hábitos y costumbres de una mujer de un pueblo de Sevilla (ella) y un hombre de Córdoba capital (él), están felices con su nueva vida y sus vecinos, aseguran.

También llegó de fuera de Aragón otro “milagro”. La que se convertiría en la directora del colegio de Paúles de Sarsa, Milagros García-Calvo, que lleva desde septiembre de 2021 viviendo en Arcusa. Antes, estuvo en Broto tres años y en Tramacastilla de Tena, último destino antes de su llegada a Paúles. Cuenta que la primera vez que escuchó hablar de esa plaza se escapó a ver la zona y sintió “un flechazo”, una especie de “llamada” que le hizo pensar que sería un buen lugar para ir a vivir. No se equivocaba.

Milagros García-Calvo se puso a trabajar en el “emocionante reto” que representan las escuelas rurales, donde se ofrece al alumnado “una enseñanza muy individualizada y de gran calidad”, que te permite desarrollar su creatividad de una forma extraordinaria, afirma la maestra, al tiempo que destaca las ventajas de estar “en un entorno natural tan bonito como este”.

Aunque, no todo es tan idílico, también hay algunas carencias. “Cada vez tenemos menos recursos humanos y es una carga excesiva para una persona sola, que tiene que hacer labores de dirección, todas las horas lectivas, cuando los niños requieren toda mi atención”.

El último “milagro” que ha permitido a Paúles de Sarsa mantener abierto durante los últimos años su colegio pertenece a una familia nacida en la localidad, la de Milagros Solanilla, cuyos hijos, primero Miguel y ahora Laura, estudian en la escuela del pueblo, como lo hiciera su madre y, antes que ella, su abuela, de nombre también Milagros.

Huesca mantiene abiertas once aulas rurales con menos de diez escolares

La provincia de Huesca mantiene once aulas rurales abiertas con menos de diez escolares en el curso 2023/2024, tres de ellas se localizan en Los Monegros, mientras que Cinca Medio y Sobrarbe cuentan con dos cada comarca, y en la Hoya de Huesca, Somontano, La Litera y Bajo Cinca tienen una en cada territorio. Tan solo Ribagorza y Jacetania carecen de escuelas con menos de 10 estudiantes, según los datos del Departamento de Educación del Gobierno de Aragón.

En conjunto, las 11 aulas rurales de la provincia albergan 62 escolares, lo que arroja una media de 5,6 alumnos por centro. El colegio de Paúles de Sarsa, en Sobrarbe, y el de Alcalá de Gurrea, en la Hoya, registran el número más bajo de estudiantes, con cuatro cada uno.

En el Alto Aragón este año no se ha cerrado ningún aula rural, informan desde el Ejecutivo autonómico, pero no ha ocurrido lo mismo en el resto de Aragón.

En la provincia de Zaragoza ha cerrado sus puertas la escuela de Gotor, en la comarca de Aranda. Afortunadamente, también han abierto otras escuelas rurales, en concreto, lo han hecho en Jaulín y en Santa Cruz del Grío, aunque “de momento los alumnos están en Tobed a la espera de poder acondicionar unos espacios”, apuntan desde el Departamento de Educación.

La Escuela Rural en Aragón es un garante de la vertebración del territorio, ya que el mantenimiento de colegios supone la principal arma en la lucha contra la despoblación.

En Aragón, más del 95 % de las localidades tienen menos de 5.000 habitantes, allí están la mitad de los centros educativos y en ellos estudian el 17 % del alumnado, según el portal web de Educación. El trabajo en la escuela rural muestra unas características propias, sobre todo en lo que supone la atención a un alumnado de edades, intereses y necesidades diversas en una misma aula.