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OJO AVIZOR

Los hongos de Ordesa, ingenieros de ecosistemas invisibles y esenciales

Estudian la influencia del cambio climático en las comunidades fúngicas de los parques nacionales

Las lluvias de esta última semana favorecen la proliferación de setas.
Las lluvias de esta última semana favorecen la proliferación de setas.
S. E.

ES TIEMPO de setas y las lluvias de esta última semana lo confirman. Otoño es, sin lugar a dudas, la estación más propicia para la recolección de los hongos, un recurso con una relevancia que trasciende de lo puramente gastronómico, ya que también desempeña un papel fundamental en lo ecológico, lo económico y lo social.

Los hongos no hacen ruido, viven bajo el suelo y, salvo aquellos que fructifican, apenas se ven a simple vista. Por este motivo, las comunidades fúngicas a menudo quedan en un segundo plano a pesar de que los hongos del suelo desempeñan una labor clave en la provisión de múltiples servicios ecosistémicos, cumpliendo importantes funciones ecológicas y socioeconómicas.

Así lo pone de manifiesto un proyecto liderado por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (Inia) del CSIC, en el que investigadores de varias universidades y centros científicos de España estudian la influencia del cambio climático en los hongo de los Parques Nacionales del país, entre ellos, el de Ordesa y Monte Perdido.

El proyecto, cuyos resultados definitivos no se conocerán hasta diciembre del año que viene, contribuirá al conocimiento del impacto del calentamiento global sobre los hongos y sobre el conjunto de los ecosistemas forestales de los parques nacionales de montaña.

Cristina Aponte, investigadora del Inia, explica que en estos momentos están “procesando los datos en el laboratorio”, por lo que todavía no tienen conclusiones oficiales, aunque puede avanzar que se observa un “cambio en las condiciones climáticas, tanto en la precipitación como en la temperatura” que está generando “cambios en las comunidades de hongos del suelo y en su fructificación, las setas”.

Esta incidencia no afecta a todos los hongos por igual. “Habrá especies que, de alguna manera, se vean favorecidas por las nuevas condiciones climáticas y otras que serán menos abundantes”, comenta la investigadora.

“Los hongos son la parte escondida de la biodiversidad”, afirma la experta, y explica que pertenecen a un reino hiperdiverso que habitualmente supera en riqueza a la flora y fauna, pero su naturaleza hace que formen parte de lo que habitualmente se conoce como “diversidad oculta”.

Cristina Aponte se refiere a los hongos como “uno de los grandes ingenieros en los ciclos de nutrientes”. En este sentido, señala que en la dinámica del secuestro de carbono en los suelos forestales, “el hongo en sí mismo y las setas, su fructificación, tienen una gran relevancia”.

En resumen, los hongos juegan un papel clave en el funcionamiento y conservación de los sistemas forestales, por lo que su estudio y seguimiento resulta crucial para la gestión y conservación de la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas forestales, así como para el mantenimiento de los servicios ecosistémicos que ofrecen. Es por ello que los parques nacionales de montaña como el de Ordesa y Monte Perdido no solamente representan el paradigma de la conservación de los bosques y de las comunidades fúngicas, sino que además constituyen un escenario sin parangón para poder estudiar el impacto del cambio climático sobre los hongos en ausencia de otras perturbaciones de origen antropogénico.

En este contexto se desarrolla el proyecto Tiempo de Setas: El impacto del cambio climático en las comunidades de hongos del suelo en Parques Nacionales de montaña, financiado por el Organismo Autónomo de Parques Nacionales y el Ministerio de Innovación y Ciencia.

Resultados preliminares

Los resultados preliminares del proyecto, basados en la modelización de algunas de las bases de datos ya existentes, han permitido explorar posibles impactos del cambio climático pasado y futuro sobre las comunidades fúngicas en pinares de montaña.

Las predicciones al respecto muestran que el cambio climático reduce la productividad anual de setas, siendo precisamente los bosques subalpinos como los del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido los más afectados, según el informe de los investigadores, en el que señalan que “en el escenario de cambio climático más severo se observó una reducción en la productividad de hongos de hasta un 50 por ciento, mientras que en escenarios con cambios en el clima menos severos la reducción de la productividad no superaría el 20 por ciento y sucedería de forma más localizada”.

Asimismo, se observaron diferencias en los efectos sobre los distintos grupos de hongos, de manera que, se prevé una disminución de la productividad de los micorrícicos (hongos que viven en simbiosis con las raíces de las plantas), mientras que los saprófitos (hongos que se alimenta de materia orgánica muerta o en descomposición) no se verían tan afectados.

Entre los hongos micorrícicos se encuentran algunos tan conocidos como la trufa negra (Tuber melanosporum) y la trufa blanca (Tuber magnatum), el hongo blanco también conocido como seta de calabaza (Boletus edulis) o el rebozuelo (Cantharellus cibarius).

Por su parte, entre los hongos saprófitos están la seta de ostra (Pleurotus ostreatus) o el yesquero del abedul (Fomitopsis betulina), entre otras.

Según los investigadores, “estos resultados ponen de relevancia la complejidad de los impactos del cambio climático sobre la productividad y abundancia fúngicas a escala de paisaje”.

Por ello, inciden en la necesidad de anticiparse a estos cambios y desarrollar estrategias de gestión y conservación adaptativa al cambio climático orientadas a “mantener el importante papel de los hongos en el funcionamiento del ecosistema y en la provisión de servicios ecosistémicos, incluyendo también el rol de los hongos en la mitigación y adaptación al cambio climático”.

En la misma línea, Cristina Aponte advierte de que hay que ver cómo se gestionan los bosques “para que no haya una sobre explotación de estos recursos y, sobre todo, para que la gente que los explota, lo haga correctamente, sin generar un daño al hongo de manera que el año siguiente sigan saliendo setas”.

El desarrollo de este proyecto de investigación supone un paso más para poder estimar y predecir los impactos del cambio climático sobre las comunidades de hongos del suelo en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y otros espacios protegidos.

Durante el primer año de estudios, se han realizado muestreos, además de en Ordesa y Monte Perdido, en los parques nacionales de Sierra Nevada (Granada) y Sierra de Guadarrama (Madrid). En los siguientes dos años se procederá al análisis de los datos y la elaboración de los resultados y conclusiones.

En el proyecto, además del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria del CSIC, participa el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (Cita), las universidades de Lleida y Alcalá de Henares y el Instituto de Ciencias Agrarias (ICA) del CSIC.