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José Antonio Acerete Marín: “Ayudo a los demás porque creo que puedo aportar cosas a la sociedad”

Después de más de 30 años trabajando en el Instituto Aragonés de Empleo, continúa asesorando en cuestiones laborales como voluntario en Cáritas  

José Antonio Acerete en la terraza de su casa en Huesca.
José Antonio Acerete en la terraza de su casa en Huesca.
Laura Ayerbe

José Antonio Acerete Marín ha dedicado más de treinta años a ayudar a las personas a encontrar trabajo, a orientarles y guiarles en el mundo laboral para que puedan desarrollar “su proyecto de vida personal de la manera más satisfactoria posible”.

Lo ha hecho desde su despacho en el Instituto Nacional de Empleo -que luego pasó a llamarse Instituto Aragonés de Empleo (Inaem)- y lo sigue haciendo ahora, ya jubilado, colaborando con organizaciones sociales como Cáritas Diocesana.

“Estoy abierto a cualquier tipo de colaboración para ayudar a aquellas personas, como las participantes de las acciones de Cáritas, en este caso, siempre que estén dispuestas a poner esfuerzo de su parte”, dice José Antonio Acerete.

“En el mundo que nos ha tocado vivir hay que poner atención a las tecnologías y las redes sociales, porque, lo que cualquiera vierte a una de esas redes, puede tener consecuencias a la hora de buscar un trabajo”, continúa, al tiempo que destaca que “la formación es importante, pero la capacidad para argumentar sobre los propios puntos fuertes y el conocer las propias debilidades también va a ayudar”.

Nacido en Sabiñán, un pequeño municipio de la provincia de Zaragoza, estudió en Tarragona Ciencias de la Educación, formación que por aquel entonces aglutinaba las especialidades de Psicología y Pedagogía, recaló en León y Viella, en el Valle de Arán, antes de afincarse definitivamente en Huesca, donde ha desarrollado toda su carrera profesional en las oficinas del Inaem, cuando “era un organismo autónomo del Ministerio de Trabajo”, recuerda.

“En esta primera etapa dediqué mi tiempo profesional a orientación escolar y profesional de las personas, y también empecé con la selección de personal para empresas a través del Servicio Público de Empleo Estatal”, relata José Antonio Acerete, quien apunta que en aquella época “un 70 % de la oferta de empleo que llegaba a la oficina de Huesca” pasaba por sus manos para “hacer una selección de personal”.

Después, cuando se transformó el Instituto Nacional en Instituto Aragonés de Empleo (Inaem), compaginó sus tareas de selección de personal con su incursión en el Servicio Eures, una red formada por los servicios públicos de empleo de todos los países de la Unión Europea.

“En la etapa de Consejero Eures, era fundamental proporcionar a las personas la información necesaria para poder ejercer sus derechos (asistencia sanitaria, cotizaciones, condiciones de vida y trabajo…) fuera cual fuese el país de la Unión Europea en el que se encontrasen en cada momento”, explica.

Después de más de tres décadas de trabajo, se jubiló poco antes de cumplir los 65 años, pero lejos de colgar el “traje” de orientador y guía laboral, José Antonio Acerete ha puesto su experiencia profesional al servicio de organizaciones como Cáritas que trabaja ayudando a personas en riesgo de exclusión social.

“Mi motivación para ayudar a los demás nace de la intención personal de que creo que puedo aportar cosas a la sociedad”, manifiesta y explica que en Cáritas su labor ha consistido en hacer ver a los usuarios “lo necesario de preparar una entrevista de trabajo, como medio que facilita el ingreso a un puesto de trabajo y que asuman que la entrevista necesita preparación para que nos permita trasmitir aquello que nos diferencia de los demás”.

También colabora con otras entidades como la Asociación Alzheimer o la Hermandad de los Ancianos Desamparados, aunque la mayor parte de su tiempo se la lleva la organización diocesana de la Iglesia católica.

El idioma, reciclarse y perseverar

A su juicio, lo primero que tienen que hacer estas personas es “tratar de aprender lo más pronto posible el idioma y para eso, además de hacer cursos, deben interactuar con los nacionales porque van a aprender doblemente el idioma”.

Además, aquellos que tienen alguna formación, “deben intentar hacer valer su título del país de origen, porque en muchos casos pueden intentarlo y conseguirlo, aunque es una tramitación larga y tediosa”, reconoce.

Para las personas sin empleo recomienda reciclarse profesionalmente. “Las personas no empleadas con formación e incluso algo de experiencia, lo primero que tienen que hacer es reciclarse, porque les va a abrir nuevas puertas”, afirma.

Asimismo, les aconseja “estar disponible para la movilidad, no solo la geográfica, también la profesional”, y “preparar muy bien su candidatura, que la defiendan a capa y espada, porque la propia persona mejor que nadie va a poder argumentar sus puntos positivos y conseguir que el trabajo llegue a ella”, concluye.