Somontano

SOMONTANO - COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN DE HUESCA

Alquézar: un pueblo entero paralizado que reclama ayuda al sector, pero está preparado para recibir al turista

Concha Martí y Felipe Bañón o las hermanas Ana y Mari Blasco regentan dos restaurantes en la localidad, donde hay 220 vecinos y 73 empresas, casi todas de restauración o actividades de naturaleza.

Alquézar: un pueblo entero paralizado que reclama ayuda al sector, pero está preparado para recibir al turista
Alquézar: un pueblo entero paralizado que reclama ayuda al sector, pero está preparado para recibir al turista

Son unos 220 vecinos y hay 73 empresas. Esta proporción da una idea del dinamismo de la localidad. Excepto los jubilados, la mayoría son autónomos o impulsores de pequeñas empresas. Es Alquézar, considerado uno de los pueblos más bonitos de España, que está "totalmente paralizado" porque se dedica al turismo casi en exclusiva. En otros sitios turísticos hay ganadería o agricultura, pero aquí no. Eso sí, están preparados para "reabrir". Pero, mientras tanto, el futuro preocupa.

"Nos ha pillado con los congeladores llenos, justo cuando empezábamos la temporada. Y de lo que ganamos en verano vivimos en invierno, porque solo se abre en puentes y fines semana. Pero ahora, ¿de qué viviremos?", se pregunta Concha Martí, del restaurante Cueva Reina. Mientras tanto, tiene que seguir pagando las facturas y el alquiler, que no es poco, pero "asumible" en condiciones normales. Ahora, ¿qué solución tiene? ¿Pedir un aplazamiento? Ella misma da la respuesta: "No puedo, porque la chica que lo puso en marcha y después me lo alquiló, con una inversión que tendrá que pagar, vive de esto", indica. Es más, recientemente ha puesto en marcha una empresa de aventura que esta cerrada. "Estamos todos igual".

Mientras tanto, Concha Martí ha presentado un ERTE para su marido, Felipe Bañón, que trabaja con ella, y para una empleada que se desplaza desde Lérida cada fin de semana. Ella, que es la cocinera, ha solicitado la ayuda de más de 600 euros para los autónomos. Sin embargo, "nos sentimos un poco abandonados y con muchas incertidumbres. ¿Qué tipo de ayudas piensan darnos? Podrían congelarnos los pagos porque no ganamos nada", recuerda.

"Totalmente paralizado. Un pueblo que tendría que tener ahora una vida y actividad intensa, está parado", asegura el alcalde de Alquézar, Mariano Altemir, que además es propietario del Hotel Villa de Alquézar. Hay cinco hoteles, tres albergues, dos cámpines, 7 u 8 empresas de turismo de naturaleza, y varios comercios de artesanía y alimentación, que viven del turismo. En un área tremendamente despoblada, ahí se concentra la actividad, pero estos días solo reciben a vecinos del entorno que acuden a comprar o al único cajero, de Caja Rural de Aragón, que existe en muchos kilómetros. Al margen de esto, solo hay tres empresas de construcción. "Cuando nos abran, lo más difícil para el turismo será vencer el miedo, pero creo que somos un destino privilegiado y la confianza de la gente será mayor en un destino con espacio natural, que se vincula a salud. La playa puede estar a rebosar y aquí puedes estar solo en el monte", resalta.

Por ello, asegura que desde el Ayuntamiento están trabajando para estar preparados para reabrir cuanto antes. Los dos operarios de las Pasarelas del Vero siguen empleados en mantener acondicionada la ruta que atrae a miles de visitantes. En la Colegiata de Santa María la Mayor, la persona habitual está en un ERTE y la de apoyo sin contratar; y la de la oficina de turismo, que realiza las visitas guiadas a la localidad, trabaja con jornada reducida desde su casa. Son las tres patas sobre las que se sustenta el atractivo de Alquézar, sin contar el entorno natural. Hasta los alguaciles ponen a punto las piscinas. "Lo más importante es que en el momento que tengamos libertad para empezar a trabajar estemos preparados. Las ayudas solo servirían para descapitalizar al ayuntamiento", señala.

En el mismo municipio de Alquézar se encuentra Radiquero, con medio centenar de vecinos, que también viven del turismo; y San Pelegrín, donde no duerme nadie. Pero es el polo de atracción más potente de la zona junto con la actividad de barrancos, de lo que viven muchos otros pueblos como Colungo o Rodellar. Una buena parte de estos vecinos, en concreto 122, forman parte de la Asociación de Empresarios de la Sierra de Guara, que abarca una zona muy despoblada pero muy amplia desde el sur de Sobrarbe hasta La Hoya de Huesca, porque llega hasta Nueno.

Ana Blasco, propietaria del restaurante Casa Pardina junto a su hermana Mari, es miembro de la junta de esta asociación en la que existe una gran preocupación por la situación actual de las empresas y por el futuro. "Ya no pedimos que nos paguen nada, sino que no nos cobren como si ganáramos. Es necesario que flexibilicen los ERTE, que nos dejen incluir a los fijos discontinuos; y que nos flexibilicen o den moratorias para los créditos", indica, ya que muchos han hecho inversiones.

En cuanto al personal, resalta que es muy complicado hacer un buen equipo en el medio rural. "La fórmula está inventada y la gente está por tiempo o por dinero. Nosotras intentamos dar de las dos cosas", señala, por eso son importantes las medidas de apoyo. Casa Pardina tiene a cinco empleadas que residen en la zona, algunas forman familias monoparentales, por lo que para ella es importante poder dar seguridad a su equipo. Las hermanas Blasco comenzaron en el Mesón del Vero con sus padres y después de 22 años decidieron alquilar esas instalaciones y levantar la casa en la que nacieron en el centro del pueblo. Además, tienen los apartamentos Fornocal y la tienda de productos locales del mismo nombre que lleva el marido de Mari. "Hemos hecho una apuesta muy fuerte por este pueblo", resalta, y ahora luchan por la vuelta al trabajo.

El alcalde también ha tenido que recurrir a la misma fórmula del ERTE para su hotel, que califica en esta situación y con las condiciones especiales como una "bendición", porque da seguridad a los empleados y le permite mantener el equipo. Y es que todos coinciden en que es más caro y más difícil hacer un buen equipo en el medio rural.

"A ver cuándo y cómo nos dejan salir de esta situación, porque el problema más importante es el miedo. De todos modos, creo que en Alquézar tendremos suerte porque se puede respirar y no es meterse en una ciudad", coincide Blasco.

Martí asegura que es una devoradora de información y que está muy atenta a las medidas que anuncian. "Cuando veo las ayudas a autónomos de otros ayuntamientos más grandes, como el de Huesca, soy consciente de que eso aquí no es posible; y tampoco es la solución", comenta, al tiempo que pone en valor la preocupación del ayuntamiento por tener todos los polos de atracción listos para cuando vuelva a haber turismo. "Honestamente, creo que es muy difícil. Pero cuando hablan de llevar a gente a vivir al medio rural, igual ahora tienen que pensar en que podamos seguir los que estamos", comenta.

Ella precisamente llegó hace poco más de dos años desde Valencia, pero no se quiere ir. Entre su balcón y el cañón del Vero, no hay nada, dice. No solo se ha enamorado del paisaje sino de la calidad de vida y, sobre todo, de la amabilidad de los aragoneses. "Me ha impactado mucho la gente", admite.

Concha trabajaba de cocinera en un restaurante y su marido era director de proyectos y viajaba por el mundo. Fue él, quien a partir de una visita a la zona, le comentó la opción de coger el restaurante. Ahora, ofrece su experiencia con los arroces con productos kilómetro 0. "La buena cocina es importante y además nos hemos enfocado a las personas, a diferencia de las grandes ciudades. Y nos va bien. Ahora necesitamos apoyo y volver a trabajar", concluye.