Somontano

SOMONTANO - EUCARISTÍA POR LOS MÁRTIRES

Monseñor Ángel Pérez: "Nuestros mártires nos enseñaron a perdonar"

El obispo presidió la eucaristía en su recuerdo en la concatedral de Monzón, con aforo para 80 personas

Monseñor Ángel Pérez: "Nuestros mártires nos enseñaron a perdonar"
Monseñor Ángel Pérez: "Nuestros mártires nos enseñaron a perdonar"
Á.H.

HUESCA.- El obispo de la Diócesis de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez, al inicio de la solemne eucaristía en la fiesta de los mártires del siglo XX, que "el perdón cobra hoy todo su significado. Nuestros mártires nos enseñaron a perdonar y a amar hasta la muerte". La concatedral de Monzón, con el aforo limitado a 80 personas, acogió el pasado viernes la ceremonia en la que participaron una docena de sacerdotes diocesanos, laicos de los cuatro arciprestazgos y la congregación de las Hermanas Pobres de Santa Clara, que grabaron en clausura varios cantos, entre ellos el Himno martirial.

"Por pura gracia de Dios esta tierra nuestra ha sido bendecida copiosamente: 79 de nuestros hijos ya han sido beatificados; 253 están por beatificar en un proceso que hemos comenzado. En total, 332", recordó el obispo, exhibiendo el tupido mapa de los lugares de martirio en la diócesis.

Monseñor Ángel Pérez excusó la presencia del vicario general, Ángel Noguero, que tendría que haber predicado en la misa, y dio lectura a la homilía que el sacerdote, integrante de la Comisión Histórica para la causa de los Mártires, había preparado. Una alocución que repasó el carácter de la diócesis más martirial de España, en la que "casi el 90 por ciento de los sacerdotes fueron asesinados, en su mayoría entre julio y agosto de 1936".

Así, el obispo fue hilvanando las últimas palabras de los beatos Florentino Asensio, obispo de Barbastro, así como los párrocos de Mipanas (José Abadías), Perarrúa (Fermín Gabás), Torres del Obispo (Tomás Lóriz), Abizanda (José Sorribas), Guardia (José Sesa) y los coadjutores de la parroquia de Monzón, los "curetas" José Nadal y José Jordán. "Los últimos consejos que quiero daros en mi última carta son que cumpláis con todos los deberes como buenos cristianos y se sigáis amándoos los unos a los otros", escribió este último en una carta, el 10 de agosto del 36. "Lo que más me conmueve es que eran hijos de esta tierra, gente de carne y hueso, educados en la fe en Jesucristo, y por él fueron capaces de no renegar".