Somontano

“El sol del solsticio convierte al Vero en geografía sacra”

José Miguel Navarro y Alex Puyó llevan tres años estudiando dos asoleos en la ermita de San Martín y la cueva de la Mezquita

Haz de luz que entra por una ventana de la ermita de San Martín y va a parar al altar lateral.
Haz de luz que entra por una ventana de la ermita de San Martín y va a parar al altar lateral.
M. J. L.

Quince días antes y quince después del 21 de diciembre, día del solsticio de invierno, el sol reproduce un maravilloso espectáculo lumínico que a ojos de cualquier espectador no deja de ser eso, una espléndida imagen, pero que a ojos curiosos y siempre ávidos de conocimiento supone el descubrimiento de un “santuario solar sin parangón” en la confluencia del barranco de la Choca con el río Vero, en el incomparable marco del Parque Cultural del Río Vero y sus pinturas rupestres.

Fue hace tres años cuando Álex Puyó, licenciado en historia y escalador, se topó por casualidad con dos asoleos en este entorno, y desde entonces, junto al escritor y guía medioambiental José Miguel Navarro, están estudiando y documentando estos y otros asoleos; un trabajo que desembocará en la publicación de un libro, previsiblemente a finales de 2023, que se acompañará de un documental realizado por la productora “Donde van las nubes”. Tanto Álex como José Miguel sostienen que los asoleos del Vero tienen su origen en la prehistoria y que el sincretismo los ha ido “adoptando” a lo largo de la historia. Puede ser que aquellos hombres prehistóricos (de hace entre 5.000 y 1.500 a.C.) que dejaron su huella en abrigos y cavidades del Vero en forma de pinturas, vieran en el sol un elemento natural al que rendir culto.

El sol atraviesa un agujero natural en la roca para incidir en la ermita.
El sol atraviesa un agujero natural en la roca para incidir en la ermita.
Iván Antolín

Y es que, como explica José Miguel Navarro, para que la proyección de un rayo de sol sobre un objeto o elemento haga sospechar un asoleo simbólico y ritual tiene que haber una “intencionalidad” y se tienen que dar en una fecha relevante sobre un elemento significado.

En la ermita de San Martín de Lecina, durante el solsticio de invierno, el sol atraviesa un agujero natural existente en lo alto de una pared cercana a los abrigos rupestres de Mallata (con pinturas esquemáticas), se proyecta directamente sobre la ermita (situada enfrente de la referida pared rocosa) y se cuela por una ventana conformando un haz de luz que incide en un altar lateral del templo.

“San Martín era un santo que viene a sincretizar cultos anteriores (al cristianismo). En lugares donde hay cultos paganos muy enraizados se construyen ermitas y en esta zona suelen advocarse a San Martín”, recuerda el investigador durante una visita (de amigos) a la ermita este 29 de diciembre para ver el asoleo, y apunta que posiblemente donde está ahora el templo habría anteriormente un lugar de culto pagano. “La ermita está orientada de forma solsticial (a 120 grados sobre el norte), tiene un solo vano que no está orientado siguiendo el eje de la ermita, sino que está en un lateral, que es atravesado por el sol que da en el altar”.

Momento en el que el sol entra e ilumina la cueva de la Mezquita.
Momento en el que el sol entra e ilumina la cueva de la Mezquita.
José Miguel Navarro

Justo enfrente, en la otra orilla del Vero, está la cueva de la Mezquita (conocida también como Palomera o de Lucién Briet), que ha sido declarada como yacimiento al haberse localizado en su interior (en una zona inaccesible) pinturas rupestres y cazoletas excavadas en el suelo, cuya utilidad exacta se desconoce.

Durante esos mismos días del solsticio de invierno, el sol penetra en el interior de la gran cueva a través de un agujero en su parte superior y se produce una hierogamia (unión de dos deidades, una masculina y una femenina). “Se ve un matrimonio sagrado entre el dios padre sol y la madre femenina tierra. El padre penetra en el útero materno, justo en el solsticio de invierno, que es la fecha en la que la naturaleza vuelve a renacer”.

Navarro mantiene que ambos fenómenos (el de la ermita y el de la cueva) convierten a este lugar un “santuario solar único” en el mundo. “Hay lugares en los que el sol incide en una ermita, también hay cuevas, pocas, una en Bulgaria, dos en Alicante y otra en el sur de Italia, documentadas, en las que el sol incide en su interior en fechas solsticiales y en las que hay evidencias de uso ritual, pero todo junto en un mismo espacio no lo tenemos. Además, estas gentes sacralizaron este entorno mediante pinturas rupestres”. Por ello, no duda en asegurar que la zona responde al concepto de “geografía sacra”.