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Gonzalo Marco: “La Justicia es mejorable, sí, pero funciona perfectamente”

El barbastrense ingresó en la Carrera Judicial en España con el número 1 tras superar una oposición libre, curso teórico y práctico de selección

Gonzalo Marco, ayer en Barbastro.
Gonzalo Marco, ayer en Barbastro.
S. E.

El barbastrense Gonzalo Marco Ariño está entre los 171 jueces y juezas de la 71ª promoción de la carrera judicial que recibieron sus despachos en el reciente acto de entrega, en Barcelona, presidido por el rey Felipe VI y el presidente del Consejo General del Poder Judicial. 

Gonzalo Marco ingresó en la Carrera Judicial en España con el número 1 tras superar una oposición libre, curso teórico y práctico de selección. La puntuación fue 93,99 puntos sobre 100 y es la más alta de los aspirantes. A partir de enero de 2021 entró en la Escuela Judicial de Barcelona y su primer destino profesional será Ibiza tras finalizar el período de prácticas tuteladas en Málaga. En su opinión, “es un reto personal porque Ibiza es una población mucho mayor que Barbastro, territorio insular con sus particularidades, se cuadruplica en verano y se refleja con el consiguiente aumento de trabajo en el Juzgado. Sobre todo, en la carga de asuntos que puede asumir, sí que es cierto que tiene mayor relevancia en un Juzgado de Instrucción más que en uno de Instancia donde estaré”.

El hecho de ser el número 1 y recibir la Cruz San Raimundo de Peñafort lo define como “motivo de orgullo y satisfacción, implica mucha responsabilidad porque se fijan las miradas en ti y la distinción recibida. En esos momentos piensas en todas las personas que me han ayudado durante estos años hasta cumplir el primer objetivo”. En caso de que hubiera sido posible intervenir en el acto, “hubiera dicho gracias por haberme apoyado a nivel económico durante este tiempo en el cual te dedicas a estudiar, de manera exclusiva, sin generar ingresos. Y sobre todo, a nivel personal, el apoyo psicológico constante que debe tener un opositor durante la carrera de fondo hasta que llegas a meta”. En todo caso, señala que “hubiera dado las gracias por la buena formación recibida desde que aprobamos la oposición de exámenes ante el Tribunal Supremo, en Madrid, al profesorado durante toda la etapa de formación en la Escuela Judicial y, en mi caso, a los tutores en Málaga por el apoyo dado y los conocimientos adquiridos”. En esa etapa -recuerda- aprendió “a lidiar con asuntos en una capital como Málaga de gran carga turística y con elemento extranjero muy potente, donde los asuntos presentan matiz internacional, europeo y comunitario; y al trato con el funcionariado y los justiciables que son importantes”. 

“Se asume gran responsabilidad”.

En cuanto a posibles “complicaciones” y exigencias propias de un juez destacado, apunta que “se asume gran responsabilidad, no por el hecho de ser número 1 sino por ser juez, es una profesión que impone respeto. Al mismo tiempo debes transmitirlo y tener apariencia de objetividad y ejemplaridad que, quizás, en otro tipo de profesión o sector no se exige. Como es lógico, las miradas están puestas siempre en el juez porque tiene que ser un ejemplo de comportamiento cívico y social”.

En cuanto a la situación actual en un clima “difícil”, piensa que “desde hace una semana me he incorporado a la carrera judicial y he percibido, en el día a día durante el primer año que he estado en Málaga, en situaciones que he podido conocer a miembros de la carrera judicial, un alto nivel de profesionalismo, de esfuerzo y de trabajo fuertes. Los medios con que cuenta la carrera judicial son limitados, pero se pone mucho empeño, disciplina y trabajo. Se percibe en el día a día. La Justicia en este país es mejorable, sí, pero funciona perfectamente”.

Gonzalo Marco no tiene ascendentes en el sector. “Mis padres pertenecen al ámbito de Salud, mi hermano optó por la investigación biomédica y de alguna manera soy la excepción. Muchas veces lo he pensado, pero no hay una razón ni motivo por el cual estudié Derecho. En las oposiciones estuve un tiempo en abogacía, pero no satisfacía mis deseos y la profesión de juez siempre fue atractiva. Me gusta escribir sentencias, el tipo de trabajo, sobre todo la independencia y autonomía que tiene el juez para realizar su labor profesional”.

En su opinión, “en primer lugar el juez debe ser ejemplar a nivel profesional, persona disciplinada, fría, imparcial y parecerlo, es importante ante la ciudadanía. A nivel personal, como cualquier persona, normal, con sus gustos y actividades para desconectar del trabajo”. En cuanto al tipo de dudas o problemas éticos que le plantean al juez en su función, “por la propia profesión tiene que saber distinguir los problemas éticos de lo que es el ámbito jurídico, Como es lógico, la frontera es muy difusa pero a la hora de aplicar una ley o dictar una determinada resolución se tiene que guiar, exclusivamente, por motivos jurídicos y siempre con una interpretación lo más razonable posible y buscando la verdad material y que se haga justicia que es lo más importante”.

En términos coloquiales, ¿qué hay que hacer para hablar con un juez?... “Ha habido una política de más aperturismo y exposición, ahora el Consejo General del Poder Judicial está presente en redes sociales, hay oficinas de comunicación. En el día a día que he vivido hasta ahora si viene cualquier operador jurídico, letrado o procurador para hablar con el juez, se solicita al funcionariado. He recibido a muchos letrados para consultas, siempre es verdad que debes respetar la imparcialidad y estar presentes todas las partes de un litigio. A partir de ahí, el juez recibe en el despacho con normalidad absoluta”. 

“Un juez de vacaciones en Barbastro puede y debe ser ferranquero”

Gonzalo Ariño pertenece a la promoción del confinamiento. “Ser el número 1 de la promoción es algo circunstancial que implica un trabajo previo y nivel de exigencia muy alto, lleva consigo horas de estudio, dedicación exclusiva e intensiva. Implica un esfuerzo extra para mejorar el contenido de temas. Influyen muchos factores”.

En esta línea, dice: “Mi promoción fue la del confinamiento por la covid y, de alguna manera, la sociedad anotó nuestro modo de vivir, de estar continuamente encerrado en casa. Para nosotros no fue un cambio tan brusco porque continuamos con el modo de vida de permanecer doce horas sentado, estudiando, con la familia presente y otro tipo de distracciones porque la situación sanitaria afectó a todos”.

En clave local, señala que “un juez de vacaciones en Barbastro puede y debe ser ferranquero (Peña Ferranca), como es mi caso, para desconectar de su trabajo, tiene que ser un miembro más en la vida social. La imagen del juez de atalaya se ha perdido hace tiempo, es una persona absolutamente normal y eso da al juez el sentido y la percepción de lo que pasa en el mundo real”.