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SECTOR PRIMARIO

La agricultura ecológica, básica para la Panadería Jovita

Víctor Chárlez gestiona este establecimiento ubicado en Naval

Víctor Chárlez y su familia en la panadería que regenta en la localidad de Naval.
Víctor Chárlez y su familia en la panadería que regenta en la localidad de Naval.
S.E.

La agricultura ecológica es básica en los panes y otros productos elaborados con harinas especiales en Panadería Jovita que gestiona Víctor Chárlez, uno de los cuatro hijos de la familia, que asumió hace doce años el relevo generacional de sus padres en el establecimiento ubicado en Naval. Punto de partida diaria para la distribución por localidades de la zona donde Víctor y sus productos son una referencia constatada.

La masa madre con productos ecológicos, y la elaboración artesanal, fueron acreedoras del premio Ferma Gourmet, en septiembre de 2019, por iniciativa de Slow Food Huesca, en el evento organizado por el Ayuntamiento de Barbastro. En aquella ocasión, Víctor apostó por el pan de Tomate Rosa de Barbastro, basado en aceitunas negras y tomillo, que fue del agrado general.

Ese pan está entre los productos de venta diaria “por encargo y pedido mínimo”. En función del calendario semanal, “nuestro horno se calienta a leña, cada día lo encendemos con cerillas y vamos echando leña”, explica el panadero que aprendió el oficio de sus padres, tras un año de ayuda a su madre Jovita.

La historia retrospectiva comenzó hace años. “Mis padres vieron que era una oportunidad ofrecer este servicio de panadería, justo en el año 1981 cuando nací, por lo que digo, siempre, que llegué al mundo con un pan bajo el brazo. La única panadería en Naval se cerró y mis padres vieron la oportunidad de comercio y servicio en el pueblo y otras localidades”. En clave de buen humor dice: “mi madre aún se pone el delantal para echar una mano, pero el negocio lo atendemos con mi mujer Lidia”.

El oficio lo aprendió su padre en Barbastro, al lado de un buen profesional como Germán Alonso, que suministraba a la pastelería La Flor de Aragón gestionada por la familia Armengol. “El cierre de algunas panaderías por la zona proporcionó un nicho de mercado atractivo en aquella temporada con despacho en Naval y suministro por pueblos con una furgoneta. Los cuatro hermanos echamos muchas horas y el itinerario habitual estaba, entre otros, por La Puebla de Castro, Estadilla, El Grado y Torreciudad en plena pujanza. Se trabajó mucho y mis padres tuvieron clientela, en especial del restaurante Tres Caminos”, indicó. El suministro a localidades sigue adelante. “Repartimos en El Grado, Hoz, Cregenzán, Estadilla, Colungo y pueblos de ruta circular desde Naval pero la producción disminuye por efectos de la despoblación en el medio rural”.

Víctor apuesta por “un pan más artesanal, menos volumen pero con más cualidades que ha llevado consigo cambios en el horno. La elaboración a mano es importante”.

La aceptación de estos productos en mercados “es muy buena, asistimos a todas las ferias de la zona”, señala. El arte de la innovación ha sido una de las claves con productos de la tierra, “son muy saludables” y tal vez sea el único o entre los panaderos que tienen en consideración productos elaborados con masa madre “a diferencia de los convencionales, son panes muy sensoriales”.

En tiempos actuales, “desde que me hice cargo ha habido más competencia y aunque en los pueblos el consumo de pan es abundante, este sector ha cambiado mucho” desde que abrieron la panadería en 1981, apunta. “Con el pan que hago me permite vivir bien, pero echo mucho tiempo entre horno, tienda y preparativos. Demasiadas horas, por eso tampoco me preocupa no tener más encargos”, señala.

Víctor dice que es complicado tener una panadería abierta en el medio rural. “El día a día es difícil. Hemos apostado por sentimiento familiar. Panadería Jovita tendrá las puertas abiertas mientras sea posible. En eso, no tenemos dudas porque elaboramos el pan que nos gusta hacer, somos artesanos y creativos”.