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COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

Riglos, el "flechazo" con la montaña y un trabajo que permite “gozar”

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Anita Magagnini.
Anita Magagnini.
S.E.

La escalada es “un deporte que te pone a prueba mental y físicamente. Engancha por la sensación de superación y porque te ayuda a dejar de lado todo lo demás.” Así describe el turolense Beto Molina su pasión por esta disciplina deportiva, que lleva practicando desde hace años y que ha encontrado en Riglos uno de sus mejores escenarios.

El joven, de 31 años, trabaja desde el pasado mes de septiembre como guarda del refugio de Riglos, pero vino a vivir a la provincia hace dos años por temas laborales relacionados con el turismo activo, ya que, en este aspecto, el Alto Aragón es “un lugar increíble con posibilidades de todo tipo en cuanto a deportes de montaña”, destaca.

Su “flechazo” con el Reino de los Mallos fue hace tres años. “Me pareció una escalada muy diferente por el tipo de roca y el paisaje. Me enamoró desde el principio”, asegura.

Lo mismo le ocurrió a su compañera en el refugio Anita Magagnini, de 29 años y natural de Schio, una localidad de la provincia de Vicenza en el norte de Italia. “Escalé en Riglos por primera vez en 2015. Fue un flechazo. Me enamoré al instante de los mallos, de la naturaleza y de la paz que reina en este sitio”, expresa.

La italiana llegó a España para trabajar como niñera y ese mismo verano decidió quedarse a vivir en la zona de Riglos. “Vine expresamente aquí porque mi prioridad era escalar y estar en un entorno rural”.

Lo de ser guarda del refugio llegó después y está encantada. “Tengo una conexión mágica con este lugar, es precioso. Además, me gusta compartir con gente que tiene las mismas aficiones que yo”, señala.

De hecho, según los datos facilitados por los guardas, “más del sesenta por ciento” de las personas que se quedan en el refugio son escaladores, mientras que “el cuarenta por ciento restante va a desarrollar otras actividades”.

“Suelen ser en su mayoría escaladores experimentados, con gran pasión por la escalada en vías de largos, aunque también viene gente que comienza este tipo de escalada por primera vez, ya que es un sitio con diferentes dificultades, tanto fáciles como más complejas”, explica el turolense.

La procedencia de los deportistas es muy diversa. “Viene gente de todo el mundo, pero en especial de nacionalidad francesa”, apunta el guarda, quien calcula que “del cien por cien de extranjeros que llegan al refugio, el 75 por ciento son franceses”.

Para Beto Molino ser guarda es “un trabajo estable” que disfruta porque le permite “estar cerca” de las cosas que ama.

La experiencia está siendo muy satisfactoria. “El lugar y sus gentes son maravillosos, es un sitio tranquilo donde todos somos familia y se vive en paz”, comenta.

En la misma línea, Anita Magagnini se muestra encantada con su vida en Riglos. “Parece que el tiempo no pasa, estar tan cerca de la naturaleza y poder disfrutar de ella en el día a día, no tiene precio”, asegura.

En su caso, lo que más le “engancha” de la escalada es “la alegría”.

“Disfrutar de la roca, del paisaje, de unas risas en compañía, eso sí que engancha y, porqué no, también la celebración post-actividad”, dice entre risas.