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Sin novedad en el frente artístico

La feria Arco cerró sus puertas el domingo en el Ifema de Madrid

Sin novedad en el frente artístico
Sin novedad en el frente artístico
L.LL.

MADRID.- Carlos Urroz abandona la dirección de Arco tras casi una década al frente de la principal feria artística de nuestro país. Durante todos estos años ha dejado su impronta, y la feria ha experimentado importantes cambios que han mejorado su imagen de cara al exterior. Este era el año del traspaso de poderes, ya que su sucesora, Maribel López, ha ejercido la labor de codirectora del evento. Y, al menos por el momento, las cosas siguen tal como estaban. Es decir, continúa el mismo esquema de estructura ferial, no ha habido grandes cambios en el listado de galerías asistentes y las secciones siguen siendo la mismas: país invitado (el año pasado no hubo), Opening (para las galerías de reciente creación) o Diálogos (galerías con un espacio más reducido en la feria, que apuestan únicamente por dos artistas). Así que se podría concluir, utilizando términos bélicos, que Arco ha transcurrido sin novedad en el frente a pesar de ese publicitado cambio de guardia. El cambio que sí se ha visto claramente en los últimos años es la definitiva orientación comercial de Arco. Está claro que Arco no es la Documenta ni la Bienal de Venecia. Es una feria, y como tal tiene que primar en ella el aspecto comercial. Un aspecto que este año se ha visto subrayado más que nunca. Y es que nunca como este año se habían visto en la feria tantas zonas de restauración y mercadeo, bares o firmas de chocolates y bebidas alcohólicas repartidas entre los stands.

Ciñéndonos ya al apartado artístico, la participación oscense ha aumentado ligeramente este año gracias a la excelente instalación, de gran plasticidad, de Antonio Fernández Alvira (que ha presentado un proyecto especial en la galería valenciana Espai Tactel), a la obra conceptual llena de significado emocional de Vicente García Plana en el stand del Gobierno de Aragón, y por supuesto, a la infalible presencia de Antonio Saura, con obras importantes y de grandes dimensiones en las galerías barcelonesas Mayoral y Marc Domènech. Pero donde ha aumentado realmente la presencia oscense ha sido en las ferias paralelas a Arco, también muy visitadas. Concretamente, en JustMad la galería zaragozana Antonia Puyó acogía dos hipnóticas obras de Jorge Isla y el fascinante proyecto de documentación del derribo del Cuartel de la Merced realizado por David Latorre. También en JustMad, la galería Fúcares, de Almagro, presentaba un misterioso e inquietante diorama de corte teatral del jacetano Jorge Gil y varios magníficos dibujos de Jorge Vicén, de un barroquismo absolutamente lisérgico. Y en otra de las ferias paralelas, Drawing Room, dedicada al dibujo, la galería oscense La Carbonería, además de la meticulosa obra de la castellonense Altea Grau, mostraba los enigmáticos dibujos "borrados" del oscense Javier Aquilué, incluida su traslación al video. Ha sido una buena representación altoaragonesa, en definitiva, en la semana artística por excelencia de Madrid. A la que habría que añadir la obra de dos artistas que realizaron residencias artísticas en Huesca en épocas pasadas, la francesa Françoise Vanneraud (en la galería Ponce+Robles) y la peruana Sandra Nakamura, con unas esculturas de pura sutileza, en la galería peruana Wu.

Precisamente, este año Perú era el país invitado en Arco, aunque, debido a la escasez de galerías en el país latinoamericano, se tuvo que echar mano de galerías de otros países que representan artistas peruanos contemporáneos. Entre lo más destacado en esta sección hay que resaltar las estructuras tubulares de cerámica de Ximena Garrido-Lecca, el guiño a las vanguardias de Fernando Bryce (también presente en el stand de El País), las cerbatanas de Armando Andrade Tudela, los ecos de un Lawrence Weiner latino en la obra de Herbert Rodríguez, la crítica al colonialismo de Sandra Gamarra o las esculturas orgánicas de Javier Bravo y Carlos Runcie. En la sección Opening destacó la obra en vídeo de Daniel Jacoby en la galería peruana Crisis, y en la sección Diálogos, la galería Dvir, de Tel Aviv, mostró todo lo que se puede hacer con el fieltro a través de la obra de Jonathan Monk y Naama Tsabar. Los diarios El Mundo y El País apostaron por la fotografía de Isabel Muñoz y por las cataratas de libros de Alicia Martín (y la obra del peruano Fernando Bryce) respectivamente.

En cuanto al panorama general, es triste que los medios de comunicación se detengan siempre en la boutade de cada año. Si en años anteriores fueron el Franco en la nevera de Eugenio Merino o los Políticos presos/presos políticos de Santiago Sierra, este año se han unido los dos, Sierra y Merino, para marcarse un ninot descomunal de Felipe VI, que atraía hasta la galería milanesa Prometeo al flujo principal de visitantes en esta edición. Pero, lógicamente, había otras propuestas mucho más interesantes. Como por ejemplo, las piezas de Carlos Bunga, Willie Doherty, Mona Hatoum o Doris Salcedo en la neoyorquina Alexander and Bonin, la robótica retrofuturista de Caroline Mesquita en la galería berlinesa Carlier/Gebauer, los siempre agradecidos Julian Opie en la austriaca Krobath, el rompecabezas pop de Teresa Burga en la peruana 80M2 Livia Benavides, las esculturas de Andreu Alfaro en la galería José de la Mano, las fotografías de Nan Goldin en la suiza Wilde o la apuesta de la galería madrileña Cayón por el minimal y el arte geométrico, con obras de Carl André, Dan Flavin, Dan Graham, Yves Klein, Palazuelo y Soto. También la francesa Denise René optó por dar visibilidad al arte geométrico, con piezas de Cruz-Díez, Soto, Vasarely o el Equipo 57, mientras que la italiana Giorgio Persano siguió apostando por el arte povera de Mario Merz y Pistoletto y el portugués Cabrita Reis a quien se podría considerar neo-povera.

Otras galerías con propuestas interesantes han sido este año la finlandesa Forsblom (a destacar su escultura de Stephan Balkenhol retratando el éxtasis místico de Santa Teresa), la Juana de Aizpuru (con Wolfgang Tillmans, Dokoupil, Sandra Gamarra, Dora García o García-Alix), la eslovena P74 Gallery (con el impactante arte totalitario de Laibach Kunst, rama artística del grupo musical Laibach, en línea con el realismo soviético y la estética nazi), la suiza Peter Kilchmann (que presentaba obra de hispanos como Teresa Margolles, Francis Alys o Los Carpinteros) o la T20 con obras de Democracia, Francesc Torres o las reflexiones ácidas sobre la cultura de Yann Leto, también presente en el stand del Gobierno de Aragón.

También llamó la atención la selección de la galería cubana El Apartamento, los Bernardí Roig, William Kentridge y Brrodthaers de la alemana Kewenig, la apuesta de la Fernández-Braso por dos figuras que son como la noche y el día (Mompó y Pérez Villalta), las siempre inspiradas selecciones de dos galerías españolas como son la Elba Benítez (con Isnasi Aballí, Carlos Garaicoa, Cristina Iglesias o Guillermo Kuitca) y la Elvira González (con Chema Madoz, Warhol, Olafur Eliasson o Mapplethorpe), o la francesa Lelong, con obra de Kounellis, Tàpies, Uslé o Jaume Plensa, cuya monumental escultura en la Plaza de Colón es un polo de atracción para el turismo artístico. Y, por supuesto, habría que hacer referencia a las galerías que han apostado por un único artista, como la italiana Galleria Continua con la escultura de Antony Gormley, la belga Maruani Mercier con la pintura ácida de Peter Halley, la neoyorquina Cecilia de Torres con el argentino César Paternosto o la mexicana Arróniz con la obra de Omar Rodríguez-Graham, una suerte de híbrido entre Pollock y Lichtenstein.

Por último, no han faltado a la cita de Arco las que podríamos calificar de galerías-museo, entre las que ha destacado la neoyorquina Edward Tyler, con obras de Barceló, Miró, Sam Francis o un picassiano George Condo dentro de una especie de capilla. Mientras tanto, las Leandro Navarro, Marlborough, Guillermo de Osma y compañía han apostado por los mismos artistas de siempre, prácticamente sin novedad alguna, confirmando ese "sin novedad en el frente" del titular de esta crónica.