Cultura

CRÍTICA MUSICAL

Juerga vegetal

Brotes Verdes regresó a la capital oscense en El Veintiuno,

Juerga vegetal
Juerga vegetal
L.LL.

Está claro que existen pocos ritmos más adhesivos, infecciosos e infalibles que el ska. Empieza a sonar y, como un resorte, el cuerpo se pone a brincar. Es algo que el grupo Brotes Verdes sabe muy bien y, desde luego, lo explotan a conciencia. Porque el ska es, sin duda, el armazón de su música, su hilo conductor. Una música que, en todo caso, en la mejor tradición del mestizaje, tampoco le hace ascos al reggae, al rock, al rap o al funk, situándose en la misma longitud de onda que otras bandas como La Raíz, Txarango o Mano Negra.

Brotes Verdes, que cuentan en su formación con músicos zaragozanos y oscenses, se crearon en el año 2015 en Huesca, realizando su debut en las ArtLab Vermut Sessions. El año pasado, más o menos por estas fechas, el grupo obtuvo un clamoroso éxito en su actuación de regreso a la capital oscense en El Veintiuno, sala que el jueves volvió a registrar un sonoro llenazo para recibir a una banda que tiene en su poder todos los ingredientes para montar una buena juerga. El público, haciendo honor al nombre del grupo (brotes verdes), llegó a la sala armado con todo tipo de elementos vegetales: puerros, cebollas, trozos de ensalada mezclum comenzaron a volar por encima de las cabezas de los espectadores. Lo cual originó un fuerte olor a cebolla en la sala y un creciente picor en los ojos del personal. Pero nada de eso impidió que la gran mayoría del público se lanzara a bailar un pogo salvaje, que duró casi toda la actuación. Y es que la llamada del ska es siempre irresistible.

La actuación no difirió en mucho de la que realizaron hace un año, e incluyó temas como "No tengo crédito", "En familia" (en clave de reggae-rock), "Madrid, Madrid" (en onda folk-rap, con el violín como protagonista) o el brioso "Dónde están", una contundente fusión de rock urbano, ska y punk. Cerraron su actuación con su vibrante relectura en clave ska de "El lado más bestia de la vida" de Albert Pla, versión a su vez del "Walk on the wild side" de Lou Reed. Y en el bis enlazaron el jazz manouche de "Moi" con uno de sus temas más populares, el luminoso "Vivo", y con el infeccioso "La enfermedad ska", que acabó por dejar exhausto al entregado público. Eso sí, a los responsables de El Veintiuno les va a costar eliminar el olor a cebolla que se quedó flotando en la sala tras el paso de estos Brotes Verdes.