Cultura

70 ANIVERSARIO DEL IEA

Fernando Alvira: "El Instituto no debería perder su autonomía al planificar actividades"

Fernando Alvira: "El Instituto no debería perder su autonomía al planificar actividades"
Fernando Alvira: "El Instituto no debería perder su autonomía al planificar actividades"
R.G.

¿Cómo se explica que hace siete décadas, cuando se cumplían los 10 primeros años de la dictadura de Franco, se creara el Instituto de Estudios Oscenses?

-Resulta casi milagroso que en un momento en el que la sociedad debía cubrir urgentemente necesidades primarias, entre las que no se consideraba de ninguna manera el desarrollo cultural, aparecieran en España los centros de estudios locales; pero no es menos sorprendente que en Huesca, alrededor de una mesa camilla, se reunieran personas de perfiles casi antagónicos en algún caso para poner en marcha el Instituto de Estudios Oscenses. La diversidad de puntos de vista a la hora de planificar las actividades del IEA ha sido y sigue siendo una de las características del Instituto, que, a partir de los setenta, pasó a ser un organismo autónomo de la Diputación Provincial de Huesca (DPH).

¿Qué ha supuesto para el Alto Aragón el IEA?

-Desde su integración en la DPH, los últimos cincuenta años, tanto la investigación (mediante congresos y ciclos, ayudas a los estudiosos de las muchas posibilidades de la provincia, la puesta en marcha de proyectos como el Sipca o el Centro de Estudios Senderianos, la publicación de revistas especializadas…) como las acciones de divulgación (actividades didácticas, charlas, exposiciones en torno a las figuras claves de la literatura, el arte y la ciencia en nuestra provincia), se han complementado con la colaboración en cada una de las comarcas con una asociación cultural de referencia.

El presupuesto del IEA dedica a estos centros una parte importante del capítulo destinado a actividades además de colaborar en la realización de acciones culturales concretas cuando es requerido por los mismos. Creo que la posibilidad de investigar y divulgar el rico patrimonio provincial se ha incrementado en los últimos años a través no solo del IEA sino también de estos Centros Asociados.

¿Qué servicios ofrece el Instituto y cómo han evolucionado en estos años?

-La biblioteca ha sido, desde el principio, uno de los servicios fundamentales para apoyar a los investigadores interesados en la provincia. Su incremento ha sido importante no solo por la cantidad de publicaciones monográficas o periódicas que atesora, sino por el trabajo de modernización que ha llevado a cabo. El Fichero Bibliográfico Aragonés, que pone al alcance de los investigadores decenas de miles de artículos en la pantalla de su ordenador, bastaría para calibrar la importancia que tiene como servicio público. Más la atención personalizada tanto en la red como en la sala, la hemeroteca en la que se ha digitalizado casi la totalidad de periódicos publicados en la provincia… Desde hace veinte años el Sistema de Información de Patrimonio Cultural de Aragón (Sipca), es el que más se nutre de los nuevos sistemas de comunicación. Iniciado como un proyecto que pretendía reunir los inventarios de bienes altoaragoneses publicados por las diferentes instituciones, ayuntamientos, diputaciones u obispados, su desarrollo ha resultado exponencial y acoge en este momento, además de las Diputaciones o el Gobierno de Aragón, la mayor parte de las comarcas del territorio autonómico. Ha interesado además a otras diputaciones y gobiernos autonómicos, que han visitado la DPH interesándose por ese proyecto.

¿Qué balance hace de sus veinte años al frente del IEA?

-El balance queda reflejado en las memorias que anualmente aprueba el Consejo Rector del Instituto. Creo que puede considerarse positivo, porque tanto las personas que trabajan en el día a día como los colaboradores desinteresados que diseñan y apoyan las actividades que se llevan a cabo, realizan un trabajo riguroso, lo que convierte la dirección del Centro en una tarea fácil, más contando con la secretaria general, Pilar Alcalde, a la que sin duda echaremos en falta tras su jubilación este mes. Además, creo que la asistencia a las actividades que realiza el Instituto, como el incremento de las consultas de todo tipo que se resuelven en las distintas secciones, demuestran una evidente apertura a la sociedad

¿Qué queda pendiente, en su opinión?

-El trabajo de investigación y divulgación del patrimonio no podrá darse por concluido nunca. Queda mucho por hacer y habría que comenzar a preocuparse, además de por los altoaragoneses de siglos pasados a los que se les ha prestado atención, por otros mucho más contemporáneos que también la merecen, como Ramón y Cajal, Félix Lafuente, Ramón Acín, los hermanos Saura…

¿Cuál cree que debe ser el futuro del IEA?

-Sin duda, tras setenta años, convendría adecuar las tareas del Instituto a los nuevos sistemas de comunicación para cumplir los objetivos para los que se fundó: la investigación y la divulgación del patrimonio de todo tipo de la provincia de Huesca. En mi opinión debería hacerse sin perder el grado de autonomía que permitió en los orígenes trabajar conjuntamente a personas de tan diferentes opiniones; algo que se ha mantenido a lo largo de estas siete décadas. Es lo que diferencia a los Centros de Estudios Locales de toda España vinculados al CSIC, muchos de ellos dependientes de las diputaciones provinciales pero manteniendo una necesaria libertad a la hora de planificar sus actividades.

Proyectos como el del Sipca o el las Piedras Sagradas deben potenciarse por sus posibilidades de oferta no solo cultural, sino también turística para la provincia.

Actuaciones como las visitas por parte de estudiantes de cualquier nivel al espacio Sender o las que giran en torno a la figura de Ramón y Cajal han de implementarse con otros nombres actuales para que los componentes más jóvenes de nuestra sociedad entiendan que la cultura no es algo que ocurrió, sino que está ocurriendo; algo de lo que pueden formar parte no solo como espectadores.