Cultura

EXPOSICIÓN

La muestra "Alma tierra" atrae a más de 2.000 espectadores

La Diputación Provincial de Huesca exhibe 70 fotografías de José Manuel Navia

La muestra "Alma tierra" atrae a más de 2.000 espectadores
La muestra "Alma tierra" atrae a más de 2.000 espectadores
V/J.B.

HUESCA.- Angelines Villacampa procedía de Susín, un núcleo despoblado de la zona del Sobrepuerto, en el Pirineo aragonés. Luchó toda su vida para mantener abierta su casa familiar. Así se lo relató a José Manuel Navia, que la fotografió en 2012 al abrigo de una hoguera para paliar el frío del invierno en la montaña. A los pocos meses murió por enfermedad.

Hoy, esa fotografía forma parte del libro y la exposición Alma Tierra, que puede visitarse en la sala de exposiciones de la Diputación Provincial de Huesca (DPH) hasta el 6 de enero, en el marco del programa de la imagen Visiona.

Ella "murió con las botas puestas, porque fue viviendo donde quiso vivir y como ella quiso vivir", defiende el fotógrafo que la presenta como uno de los ejemplos de las 70 fotografías que llaman a la reflexión sobre el reto demográfico que afronta un 80 % del territorio español.

Estas fotografías son una muestra del recorrido vital del propio Navia. Su interés por las zonas rurales le ha llevado a retratar a las personas que las protagonizan en el día a día. De hecho, hay instantáneas incluidas en Alma Tierra tomadas hace 40 años, aunque la mayor parte data del 2018 y 2019.

El autor ha querido ofrecer así una mirada a la despoblación que se fije sobre todo en las personas y argumenta que las comunidades rurales mantienen todavía hoy "una forma de vida independiente y aleccionadora".

Esta exposición itinerante comienza su recorrido en la provincia de Huesca, instalada en la sala de exposiciones de la DPH, que ya ha recibido más de dos mil visitas.

El Alto Aragón es un lugar muy importante para el madrileño, considerado como uno de los fotógrafos más relevantes de España, porque advierte de que esta provincia junto con la de Soria son las que contienen más pueblos abandonados.

Recuerda además, que el escritor Julio Llamazares se fijó en este territorio para situar su novela La lluvia amarilla (1988) y que fue un "auténtico aldabonazo para la sociedad, porque entonces nadie quería saber aún sobre este problema", pero ya entonces "algunos supieron darse cuenta de las consecuencias que supondría".

José Manuel Navia es una buena muestra de ello. Lleva cuatro décadas de esfuerzo por captar las luces y las sombras de estas zonas. Y, naturalmente, las luces en sus fotografías son tenues, mientras que las sombras suelen apoderarse de la escena.

El uso de la iluminación es por sí solo un mensaje claro, rotundo y directo de quien se ha acercado a los moradores de las zonas rurales y ha compartido la soledad de los días y el frío de las noches, ha intercambiado sus puntos de vista sobre la sociedad, ha pisado el barro del campo e incluso ha manejado los útiles tradicionales para cocinar o para realizar las tareas del día a día... y todo ello lo ha reflejado a través del objetivo de su cámara.

LA VIDA EN LOS PUEBLOS

Inés Vara oculta su rostro con la mano en una de las fotografías en Alma Tierra, en señal quizá de preocupación, hartazgo, cansancio o enfado. Fuera cual fuera la intención, el fotógrafo tomó esta imagen mientras ella elaboraba en casa su propio pan. Para él es un símbolo cargado de significado. Opina que estos gestos cotidianos demuestran una característica del habitante rural, su tendencia a buscar la autosuficiencia. Es "una forma de ser" que, para Navia, siempre ha sido "muy mal entendida sobre todo en las comunidades campesinas" porque eran "capaces de autogestionarse y eso molestaba y aún hoy sigue haciéndolo". Añade que este es el "comportamiento más revolucionario que puede existir".

Él se define como "un mediador" entre las personas que fotografía y el espectador. Ahí reside su compromiso: conmover tanto a quienes se sientan identificados por su procedencia y modo de vida como a quienes viven en grandes urbes, alejados del mundo rural.

En los últimos años, la ciudadanía ha tomado conciencia del problema, señala Navia. Al menos, ahora sí hay una "inquietud" sobre la importancia que tiene el mundo rural después de décadas acallados con motivo de su lejanía de los órganos de poder y de los núcleos con capacidad de decisiónl